7.RECLAMO.

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  Mientras Kibum se sumergía cómodamente en la atmósfera estrambótica del bar gay, bailando y charlando animadamente con nuevos conocidos, Taemin se mostraba un poco más reservado y observador. Aunque disfrutaba de la compañía de su amigo, esta vez no se sentía tan cómodo en medio de la multitud. A veces, le resultaba difícil socializar con extraños, y aquella noche, en particular, no estaba a gusto.

Con una copa en la mano, Taemin se quedó al borde de la pista de baile, apoyado en la barra del bar. Observaba a Kibum, quien ya había encontrado a alguien con quien compartir momentos divertidos y coquetos. Una ligera sensación de envidia cruzó su mente mientras seguía con la mirada a su amigo, pero rápidamente la desechó, recordando que él ya no quería ese tipo de encuentros casuales. De esos ya había tenido suficientes: siempre estuvo rodeado de hombres que lo idolatraban, pero solo como el gran bailarín que era, no como un ser humano romántico dispuesto a entregarse en una relación sentimental.

En un momento, un chico se acercó a Taemin, sonriendo de manera amistosa, intentando romper el hielo. Aunque él apreciaba la atención, no pudo evitar sentirse un poco incómodo y nervioso. Trató de mantener una conversación educada, pero sus respuestas cortas y las miradas que lanzaba a su bebida evidenciaban su falta de interés. El chico pronto se dio cuenta de que Taemin no estaba interesado en una conversación más profunda, y se retiró amistosamente, sin hacerlo sentir mal por su actitud.

Con el paso del tiempo, Taemin intentó relajarse y disfrutar del ambiente, pero comenzó a beber sin medida, tratando de mitigar falsamente su soledad. Miró nuevamente a Kibum, quien seguía sonriendo y riendo con su nueva compañía. Él también deseaba sentir esa conexión con el hombre que invadía sus sueños cada noche: Choi Minho, el maldito bastardo que le encendía las hormonas. Pero también era quien no había sucumbido a sus encantos. Choi le dejó claro desde el principio que no estaba interesado en él, y eso a Taemin le dolía profundamente.

Había pasado una semana desde que les dieron la feliz noticia de que los bebés se habían logrado, pero Choi no había tenido tiempo, o mejor dicho, no había querido reunirse con IU y él. Siempre le ponía alguna excusa ingenua.

"¿Por qué nunca puedo mantener una relación? ¿Cuántas veces estuve a punto de casarme? ¿Tres, cuatro veces? Todos ellos fueron unos estúpidos arrogantes que jamás entendieron mi pasión por el baile", pensó Taemin, sumido en la frustración.

De pronto, decidió que ya era suficiente. No podía seguir lamentándose. Salió del bar sin despedirse de Kibum, ya le explicaría después su repentina huida.

La noche estaba fría, y el viento helado le cortaba el rostro mientras intentaba mantenerse en pie sobre la acera. Con cada paso tambaleante, su mente se llenaba de pensamientos sobre Minho, el hombre que le hacía perder el aliento y por quien suspiraba día tras día.

Había llegado el momento de enfrentar sus emociones y confesarle a Minho lo que sentía, sin importar el resultado. —¡Necesito verlo ahora! —murmuró para sí mismo mientras buscaba un taxi. Por suerte, uno pasó justo enfrente, y con una mezcla de impaciencia y urgencia, lo detuvo.

Una vez dentro del taxi, Taemin dio la dirección del taller mecánico de Minho, sintiendo una mezcla de nerviosismo y valentía. Al llegar, el conductor anunció: —Señor, hemos llegado.

Taemin bajó torpemente del vehículo, pagó y se dirigió a la entrada del taller. Con el corazón latiendo con fuerza y el estómago revuelto, golpeó la puerta con energía. No pasó mucho tiempo antes de que Minho apareciera.

—¿Lee? ¿Qué haces aquí? ¿Estás bien? —preguntó Minho con preocupación.

Taemin estuvo a punto de contestarle que había ido porque lo deseaba, porque estaba ardiendo por dentro, porque necesitaba sentir esos brazos musculosos rodeando su cuerpo. Pero en el último segundo, incluso estando alcoholizado, una chispa de cordura lo hizo contenerse para no decir algo que pudiera empeorar las cosas con el mecánico de trasero perfecto.

—¿Y todavía preguntas? ¿No es obvio, Choi?

Minho lo observó con una sonrisa ladina. —Entonces, ¿ahora sí quieres que te dé una buena follada?

Taemin sintió que el piso se hundía bajo sus pies; un fuerte bochorno lo invadió, y su rostro se sonrojó como nunca. —¡Sueñas, Choi! Para tu desgracia, no he venido por eso. Quiero saber por qué no nos has contactado a IU y a mí. Creí entender que estabas de acuerdo en hacer un esfuerzo para llevarnos bien por los mellizos.

El aliento a alcohol de Taemin era más que evidente, y Minho decidió molestarlo por eso.

—Lee, estás ebrio. No creo que ahora mismo estés en condiciones de reclamarme. Te recuerdo que son las dos de la madrugada, y si sigues así, voy a llamar a la policía para que te lleve. Me molestas tanto, no te soporto.

Taemin comprendió en ese momento que Minho jamás lo aceptaría ni como amigo ni como nada más. Había estado haciendo el ridículo en cada uno de sus encuentros. Lo mejor era marcharse y no volver a insistir en algo imposible.

—Lo siento, Choi, no volveré a molestarte. Tienes razón, soy insoportable. Habla con IU y programen sus entrevistas ustedes solos. Yo haré lo propio. —Sabía que debía aprender a manejar sus emociones y asumir las consecuencias de sus actos.

Sacó su celular para pedir un taxi, pero su estabilidad física era nula. Entonces, Minho decidió que no era correcto dejar que Taemin se fuera en ese estado.

—Espera, Lee. No te vayas. Será mejor que te quedes aquí esta noche. No quiero que te pase algo malo. —El corazón de Taemin dio un pequeño brinco al escuchar la preocupación de Minho.

Vaciló por un momento en aceptar, pero sabía que si se iba, probablemente se quedaría dormido en el taxi. —Gracias por invitarme a quedarme, Choi. Te prometo que no te causaré problemas.

—Voy a prepararte la cama en la habitación de invitados —dijo Minho, guiando a Taemin hacia una acogedora habitación. Al entrar, Taemin notó que la habitación tenía una atmósfera cálida y tierna. Había una cuna y varios muebles pequeños aún envueltos en sus embalajes originales, destinados a formar parte del futuro cuarto del bebé.

—¿Desde cuándo planeas tener un hijo? —preguntó Taemin con un nudo en la garganta.

Minho respondió mientras colocaba un cobertor sobre la cama. —Hace como tres años. Una amiga se ofreció a ser la madre, pero ya sabes, las cosas no siempre salen como uno las planea. Hubo un pequeño problema y... fin de la historia.

—¡Listo! Dormirás bien aquí. Esta es la mejor habitación de la casa. Mandé insonorizarla para que el bebé no se despierte con los ruidos del taller. —Taemin sonrió al notar la emoción con la que Minho hablaba. El alcohol generaba un torbellino de emociones en su interior, y al final, cayó en un profundo sueño.

A la mañana siguiente, Minho fue a ver cómo había amanecido Taemin. Tocó la puerta, pero esta se abrió. Se dio cuenta de que Taemin ya se había marchado. Estaba seguro de que se había ido muy temprano, pues apenas eran las siete. Y ante esa sensación, no pudo entender por qué le dolía el estómago.

Minho suspiró. —¡Ay, Lee! ¿Qué carajos me hiciste que no puedo sacarte de mis pensamientos?

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PAPÁ SÓLO HAY UNO. (2MIN)🔞Donde viven las historias. Descúbrelo ahora