8. DOS CORAZONES.

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 —No grites, Kibum. Me duele la cabeza y tengo náuseas —susurró Taemin, recostado en el sofá de su sala. Acababa de llegar de la casa de Minho.

—¿Ves? Te lo dije. ¡Ya comenzaste con las náuseas, como el esposo de mi prima Laura cuando estaba embarazada! Además, no estoy gritando, solo te estoy diciendo que me jodiste la noche. Creí que algo malo te había pasado cuando te busqué por todo el bar y no te encontré; pensé lo peor. Tu celular me mandaba al buzón de inmediato, y el idiota del cantinero me juró que te habías marchado con un tipo raro. ¡No he dormido, Tae! Fui a la comisaría a ver si te habían llevado otra vez allí. De verdad me asusté.

—Kibum, tengo el estómago revuelto porque bebí demasiado anoche, no por el embarazo de IU.

—¡Whatever! —contestó Kibum, alzando los hombros despreocupadamente.

—Entiendo que te alarmaste, lo siento en serio. Pero fue una noche desastrosa, fui a ver a Choi a su casa y arruiné para siempre las cosas con él. ¿Puedes perdonarme? —pidió Taemin, mostrando un leve remordimiento en su mirada.

Kibum suspiró, dejando escapar parte de su frustración.

—Está bien, te perdono. Solo porque se trata del mecánico caliente. Pero tienes que darme detalles. ¿Ya follaron?

—¡Qué más hubiera querido yo! Pero no, y nunca lo haremos. ¡Ay, Kibum! Estuve a nada de pedirle que me diera con todo, pero me arrepentí en el último segundo. Lo único que hice fue reclamarle por no habernos buscado a IU y a mí. Después de eso, se molestó tanto que me dijo que no me soporta.

—¡Es un idiota! Él se lo pierde. ¡Mira que rechazarte a ti, uno de los mejores cuerpos que hay en el mundo de la danza contemporánea! Tantos hombres que se mueren por una simple mirada tuya.

Taemin rodó los ojos.

—Kibum, no me interesa que me haga caso por mi cuerpo. Yo quiero que le guste quién soy como persona. Y no exageres, no hay tantos que quieran salir conmigo... Al menos no sin que se olviden de que soy un bailarín famoso.

—¿Me creerás que Choi ni siquiera sabe que lo soy? O si lo sabe, nunca lo ha mencionado.

—¿Y cómo supones que lo sabría? Es un mecánico caliente, dudo mucho que haya ido alguna vez al teatro a disfrutar del ballet.

—Kibum, deja de ser tan elitista —reclamó Taemin.

—Soy realista, que es muy diferente. Ese tipo de hombres no tiene sentido artístico; nacieron para ser rudos y proporcionarnos sexo salvaje.

—Nunca vas a cambiar. Solo buscas placer en los hombres, Kibum. ¿De verdad hablas en serio cuando dices que no quieres compromisos?

—Muy en serio, Tae. Y tú tendrías que haber seguido mis sabios consejos. Pero ya es demasiado tarde. El bebé ya está en camino, ni modo, ya te fastidiaste.

—¡La bebé, Kibum! ¡No se te olvide que es una niña! Y ya te dije que dejes de decir que es un error. Si quieres seguir contando con mi amistad, tendrás que aprender a quererla como a una sobrina.

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CUATRO SEMANAS DESPUÉS

En una tranquila heladería, rodeados de los suaves murmullos de los clientes que disfrutaban de sus helados, IU y Taemin estaban sentados cerca de la ventana. Él la miraba con ternura. Ambos estaban nerviosos y emocionados, pues al día siguiente tendrían una cita muy especial.

IU, con una sonrisa en el rostro, acarició ligeramente su vientre mientras decía:

—No puedo creer que ya estemos a punto de ver a los pequeños bebés en la ecografía.

Taemin asintió emocionado y le tomó la mano con delicadeza.

—Es un momento que esperé durante mucho tiempo, IU. Estoy tan agradecido contigo. Soy el hombre más feliz del mundo, aunque también me siento triste porque mi hija no podrá convivir con su hermano después de su nacimiento.

IU sonrió con dulzura.

—No te preocupes, Taemin. Quizás Minho cambie de opinión, no perdamos la esperanza.

—No veo cómo. Ni siquiera se ha comunicado contigo directamente. Se necesitaría un milagro para que eso suceda. La verdad no lo entiendo, IU. Él, igual que yo, llevaba tres años pensando seriamente en tener un hijo.

El mesero los interrumpió amablemente.

—¿Listos para ordenar? —preguntó.

IU sonrió pícaramente.

—Creo que hoy tengo antojo de helado de vainilla, con crema batida y chispas de chocolate. ¿Qué opinas, Taemin?

Él asintió, contagiado por su alegría.

—Yo también quiero lo mismo, andamos de antojo. Por primera vez, le daré la razón a mi amigo Kibum —dijo Taemin, guiñando un ojo.

Después de hacer su pedido, IU continuó hablando sobre cómo se había sentido durante esas semanas y sobre los pequeños antojos que había tenido. Taemin la escuchaba con atención, fascinado por cada palabra que salía de sus labios. Era como si él también lo estuviera viviendo en carne propia.

El mesero regresó con los helados, y mientras disfrutaban de cada cucharada, compartieron sus expectativas y sueños. La tarde en la heladería se llenó de risas, complicidad y emoción. Ambos sabían que el día siguiente sería inolvidable.

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Cuando Taemin llegó a la clínica de fertilidad, el doctor Kim Heechul ya estaba listo para realizar la ecografía.

—¿Listo, señor Lee? —preguntó.

Taemin asintió feliz.

—¡Claro, además de nervioso, doctor Kim!

Kim lo tocó por el hombro y lo dirigió hacia el consultorio.

—No se preocupe, todo estará bien con los mellizos. IU ha sido muy estricta con sus cuidados.

Al entrar, Taemin se llevó una grata sorpresa. Minho estaba ahí, sentado junto a IU, quien ya se había acomodado en la camilla mientras el técnico de ultrasonido preparaba el equipo. Taemin y Minho se situaron a cada lado de la cama, sosteniendo las manos de IU. Los tres se saludaron y se sonrieron entre sí, pero ella además le dio un apretón suave a Taemin, una manera de decirle que los milagros sí existían.

La pantalla se encendió, y todos contuvieron el aliento cuando las imágenes comenzaron a formarse. El ambiente se llenó de emoción y lágrimas de alegría. Ver a los dos padres biológicos abrazarse con felicidad y asombro, compartiendo un momento tan especial, fue un instante de profunda conexión y amor.

IU sintió una inmensa calidez en su corazón. Sabía que, a partir de ese momento, esos hombres estarían juntos hasta el final del embarazo. Además, pensaba que Minho cambiaría de parecer con respecto a separar a los mellizos.

El doctor Heechul también se encontraba emocionado. Amaba la vida, y cuando los bebés se lograban, él era el hombre más feliz del planeta. Entendía a la perfección lo que Taemin y Minho estaban sintiendo en esos momentos: era el milagro de la vida. Cada bebé era un milagro. Y ese día, con la inesperada llegada de Minho a la clínica, se consolidaban tres hermosos milagros.

CONTINUARÁ...

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PAPÁ SÓLO HAY UNO. (2MIN)🔞Donde viven las historias. Descúbrelo ahora