Celos no previstos

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(Voz narrativa: Yoon Gi)

Me separé un poco del enorme macetero. Los habían puesto como adornos en la plaza frente al restaurante y me venían de perlas para ocultarme pero también me impedían ver como era debido. Estiré el cuello. A través de los cristales, lograba divisar a Jung Kook, con ese estilo de "mírame soy el más guapo del barrio" que tanto me repateaba, pero el sol me daba reflejo y no distinguía a Jimin.

¿Por qué no lo veía? Estaba sentado frente a Don Perfecto pero solo alcanzaba a detectar su silueta y algunos movimientos que me daban a entender que estaba comiendo. Solo esperaba que hubiera seguido la directriz y hubiera pedido ensalada y no un plato de fideos caldosos; mi espía asignado y amigo de Jung Kook, Kim Nam Joon, me había dejado muy claro que el chico era un tanto intransigente con esos temas.

Me estiré aún más. Seguía sufriendo la pesadilla de los rayos del sol así que opté por hacer una de mis tantas estupideces y me metí dentro del macetero, que tenía plantado un matorral bastante espeso, con la idea de mirar mejor. Al estilo Tarzán de la jungla. Un Tarzán urbano un tanto loco, dicho sea de paso.

—¿Te das cuenta de lo ridículo que te ves? —Hoseok que, por desgracia, se había empeñado en acompañarme, me tiró de la camiseta hacia atrás, pero no me moví—. ¡Sal de ahí! ¡Si te ve la policía te va a multar! ¡Estás invadiendo el mobiliario de la vía pública!

—Solo será un momento.

—Pero no te hace falta ningún momento. —Mi amigo, todo un moralista de la vida, siguió echándome el innecesario sermón—. Déjales y vámonos a jugar a los bolos —propuso—. ¿No te apetece una partida? Así me das una paliza y, de paso, canalizas tu frustración tirando las botellitas.

—No estoy frustrado —respondí, sin quitarle el ojo a los cristales del establecimiento—. Solo quiero cerciorarme de que Jimin se encuentra bien.

—¡Obvio que lo está! —Hoseok sonó categórico—. ¡Tu mismo te has ocupado de aleccionarle!

Le ignoré, salté del tiesto y busqué pegarme al siguiente. No dudaba que el tutorial estuviera dando sus frutos pero tenía que asegurarme. Necesitaba supervisarlo o no lograría quedarme tranquilo.

Desde mi nueva ubicación tampoco logré ángulo así que repetí la operación de Tarzán, lo atravesé y aterricé frente macetero más próximo al restaurante.

—¿Vas a pisotear todas las plantas?

—Anda, calla —gruñí—. Que ya casi lo...

No pude terminar la frase. El corazón me dio un salto tan grande que me dejo sin respiración.

Por fin le veía. Lucía precioso. El cabello castaño le daba un gesto aún más dulce del que ya de por sí solía tener y había agarrado la seguridad suficiente como para dejar de lado su ropa de talla extra grande. Sus facciones destilaban armonía. Sus ojos brillaban de alegría. Y la alegría en él se traducía en belleza. Una belleza que yo siempre, desde la más tierna infancia, había amado.

—Está... —Tardé unos segundos en reaccionar—. Muy contento. —Tragué saliva—. Diría que pletórico.

—Lo imagino. —Hoseok se situó a mi lado, con el ceño medio fruncido y los brazos cruzados—. Pero, por feliz que se le vea, sigo creyendo que lo estaría mucho más si fueras tu el que le hubiera invitado a salir.

El gesto se me ensombreció.

No podía negar que no había fantaseado con ello mil veces y soñado otras tantas más. Poder estrecharle entre mis brazos como si fuera un tesoro, besarle con lo mejor de mí y decirle que estaba enamorado de él era el deseo que acompañaba mis días y también mis noches. Pero, por desgracia, solo era eso: una simple ilusión con la que había aprendido a convivir.

TUTORIAL ANTI-RECHAZOS  《YoonMin》Donde viven las historias. Descúbrelo ahora