La vida sin él

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Todo lo que ocurrió aquella noche lo atesoré en mi corazón. El plano sexual me dolió más de lo que me esperaba, sobretodo al principio, pero Yoon Gi me dio mucha seguridad y sentirme unido a él fue algo único y especial. La conversación que tuvimos después y que nos mantuvo despiertos hasta el alba, planificando lo que haríamos al volver a reunirnos, ya con veintitrés años cada uno, se grabó en mi mente. El roce de sus besos se adhirió a mi piel y el "te amo" que me susurró antes de separase de mí y subirse al coche se me quedó clavado en el alma, al igual que lo hicieron su sonrisa y todos los recuerdos de nuestra vida juntos.

Una vida que, por causas ajenas, se detuvo en seco. Se extinguió. Desapareció. Y yo, pese a mi firme decisión de esperar, lo pasé bastante mal.

Yoon Gi siguió estando pendiente de mí. Teníamos horarios diferentes pero nos llamábamos y escribíamos cada vez que podíamos. Me preguntaba cómo estaba, me contaba cómo era USA, me mandaba fotos y bromeaba a cada oportunidad que se le cruzaba. Sin embargo, en las viodeollamadas, sus ojos denotaban la misma tristeza que arrastraba yo.

Nunca habíamos estado separados y lo que creí fácil se convirtió en una losa dura de soportar.

Desconozco lo que él hizo al respecto porque evitó hablarme de ello pero yo regresé a mi modo tortuga, a mis gafas de pasta gruesa y a mi ropa de talla extra grande y me descubrí aislado de todos mis compañeros. Vagaba por los pasillos del instituto, esquivaba miradas y evitaba entrar en la cafetería para ahorrarme la tarea de elegir el menú. Aunque, en esta ocasión, no se trataba tanto de no saber qué tomar sino más bien de falta de apetito.

Dejé casi de comer y de dormir, y las horas del descanso entre clases me dediqué a observar su mesa vacía frente a la mía, como si esperara que de alguna forma imposible fuera a aparecer. 

Lamentable, ya.

Mi madre me llevó al médico y me hinchó a vitaminas antes de darse cuenta de que estaba triste porque echaba de menos a Yoon Gi. Tae y Hoseok, sin embargo, se percataron rápido de mi estado e hicieron todo lo posible por animarme. 

Me llenaron de planes. Me llevaron a ver todas las películas de la cartelera, a todos los salones de videojuegos de la zona, a mil excursiones y una más y se quedaron también a dormir muchas veces en mi casa. Incluso Jung Kook, que hasta entonces se había dedicado a ignorarme, se me acercó.

—Me he enterado de lo de Yoon Gi —dijo, con un tono mucho más mesurado de lo que esperaba—. Puedo que no te lo creas pero lo lamento. Debe ser difícil despedirte de alguien con el que has compartido tantas cosas.

—Lo es —contesté, sin apartar los ojos de su pupitre—. Se siente horrible.

—En baloncesto, cuando perdemos un partido, nunca hablamos de lo mal que nos fue. Lo que hacemos es planificar el siguiente. 

Aparté la vista de la silla vacía. Jung Kook había apoyado los codos en mi mesa y me observaba con aire de reflexión.

—Lo que quiero decir es que no es bueno que te lamentes por lo que ahora no tienes sino que te centres en preparar lo que está por venir —expuso, y añadió—: Sigo pensando que Yoon Gi es un problemático de narices y me cae peor que un grano en el trasero pero tampoco estoy tan ciego como para no darme cuenta de que te adora. Regresará a la mínima oportunidad que se le presente, estoy seguro.  

—Gra... —Sus palabras de ánimo estuvieron a punto de hacerme llorar—. Gracias por los ánimos.

—Te lo debía —replicó—. Al fin y al cabo, no reaccioné bien cuando me contaste lo del tutorial.

—Oh... —Recordé su desaire y la forma en la que me había dejado, con la palabra en la boca, en el parque—. No importa.

—Yo creo que sí —contradijo—. Estaba tan indignado que no me paré a pensar que el inicio de todo fue agradarme porque yo te gustaba. 

TUTORIAL ANTI-RECHAZOS  《YoonMin》Donde viven las historias. Descúbrelo ahora