Paso 6: Beso con clase (II)

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Y sí, por supuesto que podía esperar. Meses enteros si hacía falta. Después de mi tremenda metedura de pata, ¿qué otra cosa me quedaba por hacer?

En el instante en el que los labios de Jung Kook habían rozado los míos, había esperado sentir un aluvión de mariposas, una descarga eléctrica de las grandes o un deseo ansioso que me hubiera ayudado a perder la timidez y a corresponderle de la forma adecuada. A fin de cuentas, se suponía que era el amor de vida. O, mejor dicho, el que yo necesitaba que fuera el amor de mi vida para mantener mis emociones ordenadas como lo habían estado siempre.

Sin embargo, lo único que ocurrió fue que me espanté y terminé como un tomate muy pero muy rojo. Uno de esos maduros que están tan pochos que solo sirven para licuarse y obtener zumo. Así que, en vez de comportarme con estilo y con clase, lo que hice fue huir de la habitación como una exhalación a refugiarme en los primeros baños que me salieron al paso.

"Perdón por salir corriendo". Por supuesto, me tocó escribirle una disculpa. "Podría decir que lo hice porque recordé que tenía que hacer algo importante y quedaría mejor pero la verdad es que la situación me ha pillado un poco de improviso".

"No te preocupes, sé que eres tímido". Su respuesta llegó acompañada de una ristra de corazones de colores. "Esa es una de las cosas que más me gustan de ti" siguió. "Mañana podemos intentarlo de nuevo, si quieres, ya sin factor".

Uf; no. No estaba preparado. No.

"Bueno". Mi problema social jugó en mi contra y me impidió expresarme. "Vale".

Tonto.

De verdad, muy tonto.

Por eso había regresado como loco al aula en busca de Yoon Gi pero no lo había encontrado y luego Tae Hyung me había dicho que se había marchado porque se había enfermado. ¡Enfermado! ¿Él, que tenía la salud de Superman?

Uy, qué horror. Pobrecito. ¿Estaría febril? ¿Tosiendo? ¿Pálido? ¿Medio desmayado? ¿Y si su madre estaba trabajando? ¿Y si estaba solo?

Las preguntas se me acumularon y me generaron tal intraquilidad que no fui capaz de concentrarme en clase y al final terminé por irme también, telefonear a su madre y presentarme en su casa con un montón de medicinas y galletas variadas.

—Me estás clavando el codo en la costilla —se quejó, a eso de la medianoche—. Así no puedo dormir.

—Es que tu cama es un poco pequeña.

—Es pequeña porque está pensada para uno, o sea, yo —refunfuñó—. Deberías irte a la habitación de invitados.

—¿Y dejarte solo y enfermo?

—Ya te he dicho al menos mil veces que no estoy enfermo.

—Pues me alegra escucharlo pero no me voy.

Traté de acomodarme y, sin querer, le di otro codazo. Ups. Yoon Gi farfulló cerca de mil maldiciones y otras pocas más pero, como no repliqué, se terminó callando, se giró hacia mí y estiró el brazo por toda la almohada.

—¡Ey! —Ahora fui yo el que protestó—. Sé un poco considerado con mi cabeza.

—Estoy siendo considerado —contestó—. Si usas mi brazo para recostarte, nos ahorramos la guerra de los codos y ganamos espacio.

Me quedé unos segundos en suspenso antes de hacerlo y comprobar que, efectivamente, tenía razón.

—Gracias.

No contestó.

—¿Ya te has dormido?

Me pegué a él. Había cerrado los ojos y, en medio de la penumbra, su expresión lucía relajada y su cabello oscuro desordenado le daba un aire travieso y muy atractivo. No recordaba haberle visto nunca así.

TUTORIAL ANTI-RECHAZOS  《YoonMin》Donde viven las historias. Descúbrelo ahora