SEOKJIN
Abro la puerta de mi apartamento, con la esperanza de que sea Jungkook. Es una estupidez. Ya lo sé. Me ha confirmado que no siente lo mismo que yo anoche, pero aun así quiero que sea él.
Sin embargo, cuando la puerta se abre del todo, no es la cara de tonto de Jungkook la que me mira, suplicándome una oportunidad. No. Es mi mejor amigo, y parece tan triste y decepcionado como me siento yo. —Hola.
—Hola. Te he traído café—. Me tiende una taza de mi sitio favorito y una bolsa de papel marrón. Agarró las dos cosas y lo dejo entrar en mi apartamento.
—Gracias.
—No hay de qué. —Se acomoda en mi sofá, cierro la puerta y le sigo, sentándome a su lado.
—¿Le has contestado a Ryan?
Le doy un trago a mi café, con las tripas retorciéndose de una forma totalmente incómoda. —Sí. He quedado con él esta noche.
—¿Vas allí o él viene aquí?
—Voy allí—, digo como si fuera la única respuesta. Ryan ni siquiera me pidió venir aquí. Probablemente por lo mucho que me quejé de vivir aquí cuando empezamos a hablar. Sólo pensaba en salir de aquí. En ir a la universidad.
En salir con el chico que imaginaba en mi cabeza como el perfecto.
—¿Y Jungkook?—Por supuesto, Jam va a ir allí. Realmente no nos contenemos el uno con el otro. Jungkook. Maldito Jungkook. ¿Cómo ha pasado esto? ¿Cómo es que le habría dicho a Ryan anoche que no podía quedar con él y que debería seguir adelante en un santiamén si Jungkook sólo hubiera actuado como si le importara? No sé cómo he llegado hasta ahí.
Él no es para nada lo que yo pensaba que quería. Es grande y ruidoso. Ama el fútbol y los pueblos pequeños. Probablemente odia viajar. Pero es mucho más que eso.
—¿Y Jungkook?—Me obligo a sonar distante, como si no me importara. —Los dos sabíamos que era sólo sexo. Y ya lo has oído, cree que debería salir con Ryan.
—No creo que lo dijera en serio.
Resoplo desdeñosamente. —Lo dijo. Lo dijo en serio. Ya conoces a Jungkook. No miente y no se contiene.
Mi mejor amigo parece preocupado y un poco enfermo mientras sacude la cabeza y se mantiene firme. —Sé que no miente, pero creo que puede pensar que es lo que querías. Tiene un gran corazón y quiere lo mejor para ti.
Me froto el pecho distraídamente, pensando en él. Intento repasar lo que pasó anoche por millonésima vez. No parecía tan contento como de costumbre, pero quizá sea porque cree que lo del sexo se ha acabado. Ahora tiene que encontrar un nuevo follamigo.
Yo no lo sé.
Todo lo que sé es que le suplicaba en silencio que dijera que no quería que me fuera, pero no lo hizo.
—No lo creo.
—Yo sí lo creo. Y creo que deberías ir a hablar con él antes de tu cita.
Miro a Jam y no puedo evitar sentir que tiene razón. Ni siquiera estoy emocionado por lo de esta noche. Ni siquiera he pensado en qué me voy a poner ni me he mandado ningún mensaje con Ryan, aparte de fijar una hora y un lugar anoche.
—Quizá lo haga—. Decido mientras termino mi café, y él parece complacido. Se marcha un rato después y yo me dirijo a casa de Jungkook.
Llamo a su puerta, pero no contesta, así que me acerco a la valla y lo veo sentado en el columpio del porche, en el patio trasero. —Hey.
Parece sorprendido de verme, pero se levanta de su sitio y me deja pasar la verja. —¿Qué haces aquí?
—Quería hablar contigo—. El corazón me retumba tan fuerte en el pecho que puedo oírlo en los oídos. Pero sé que tengo que estar seguro antes de ir a esta cita.
Me lleva de vuelta al columpio y los dos nos sentamos. Pero es incómodo y tenso. Lo odio. Quiero que me rodee con el brazo y me atraiga hacia él, pero no lo hace. Quizá no debería haber venido aquí.
—¿De qué quieres hablar?.
—¿De verdad te parece bien que tenga una cita con Ryan esta noche?—. Decido ir al grano.
Espero que diga que sí, que estoy siendo ridículo y que tengo que dejar de preocuparme por cosas. Pero me sorprende cuando contesta en voz baja: —No. No me parece bien.
—¿Qué?—Lo miro sorprendido, me sudan tanto las manos que tengo que secármelas en los vaqueros. —¿No quieres que lo haga?
—Claro que no quiero—. Una sonrisa se apodera de mi cara y estoy a punto de decirle que yo tampoco quiero cuando abre la boca y vuelve a hablar. —Pero tienes que hacerlo.
Mi sonrisa se desvanece al instante. —¿Qué?
—Sabes que necesitas hacerlo, Seokjin. Y no puedo retenerte. No está bien. Esto es lo que has querido.
Empiezo a negar con la cabeza y abro la boca para discutir con él, pero me pone una mano firme en la rodilla y me mira a los ojos.
—Nunca te entendí en el instituto. Como nunca. Parecías feliz en el campo cuando jugabas y tenías un talento natural increíble. Pero cuando no jugabas, parecías triste. No podía entenderlo.
—Jungkook—, empiezo, pero él sacude rápidamente la cabeza y me detiene.
—No. No lo entendí. Por aquel entonces, pensaba que tenías el mundo y que deberías haber sido feliz. Pero ahora lo entiendo, Seokjin. Estás hecho para mucho más. Y esto es lo que querías. Quieres la universidad y viajar—. Trago grueso, la acción casi dolorosa porque mi garganta está obstruida por tanta emoción. —Yo no soy ese tipo. Los dos sabemos que no lo soy.
—Quizá no lo necesite.
Me ofrece una sonrisa triste que me atraviesa el corazón. —Quizá sí lo necesites. No puedes pasarte la vida preguntándotelo. Me encanta estar aquí. Demonios, me encantaba en Kensley. Me gusta sentarme en el columpio del porche, pensar en mi próximo proyecto y en el trabajo del lunes. Es suficiente para mí.
Quiero decirle que a mí también me basta. Pero no estoy tan seguro, y sé que él discutiría conmigo.
Me pasa la mano por la mejilla y me da un suave beso en los labios. —Tienes que irte. Te mereces todas las cosas en las que pensabas cuando parecías triste en el instituto. Cuando soñabas con algo más grande.
No me sorprende que sepa que eso era lo que estaba haciendo. Lo hacía. Todo el tiempo. Todos los días, mientras hacía mis tareas, escuchaba en clase y me ponía el traje para los entrenamientos o los partidos, pensaba en qué más había ahí fuera, en ese gran mundo. Cómo sería ser un hombre gay declarado y orgulloso.
Tener un novio e incluso un marido. Pasear con ellos sin que nadie pestañeara en nuestra dirección.
Donde no tendría que esconder una parte de mí. Donde no tuviera que limpiar graneros y ordeñar vacas. O pasar mis fines de semana vendiendo maíz en los mercados de agricultores.
Yo quería eso.
Lo deseaba con todas mis fuerzas.
—Vete—, susurra contra mis labios, y me doy cuenta de que no he movido ni un músculo.
Me levanto despacio y lo miro, dándome cuenta de que parece tan triste como yo.
No puedo decir nada más. Ya no tengo voz. No puedo decirle que ya no sé si es lo que quiero. Que me gusta sentarme con él en este columpio de su patio.
Me obligo a alejarme porque tiene razón. Tengo que irme y ver si eso es lo que quiero.
Se lo debo a ese chico triste del instituto.
Y sé que tengo que hacerlo.
![](https://img.wattpad.com/cover/346968811-288-k565240.jpg)
ESTÁS LEYENDO
Mi Amante, Mi Defensor
RandomTercer libro de la serie, esta adaptación corresponde a la historia de Oakley y Travis de la adaptación Corazón Reservado. Esta historia no me pertenece todos los créditos a la autora original. Adaptación hecha al KookjinKook, contiene versatilidad.