SEOKJIN
Mierda, eso fue bueno. Tan bueno que ni siquiera puedo moverme. No quiero moverme.
Mi corazón se acelera, y ninguna parte de mí lo lamenta. Fue cuidadoso, como sabía que sería, pero también confiado y feroz. Su cuerpo sabía lo que el mío necesitaba y me lo dio.
Fue perfecto.
Jodidamente perfecto.
—¿Estás bien?—, pregunta en voz baja, y yo lo miro, todavía de lado y acurrucado contra su enorme cuerpo.
—Estoy perfecto—, digo sin ningún atisbo de vergüenza, aunque probablemente debería estar un poco avergonzado.
Estoy extasiado y casi borracho de orgasmos.
Mierda. No creía que quisiera chuparme, pero cuando Jungkook decide hacer algo, lo hace todo. Debería haberlo sabido.
—¿Quieres ducharte conmigo?—Su voz es áspera y llena de sexo, y es caliente. Muy caliente.
Mi cerebro en el sexo puede ser un poco estúpido. Pero no importa. Sacrificaré mi inteligencia por un rato.
—No puedo moverme—, digo, y él se gira hacia un lado, apoyando la cabeza en la mano.
—¿Estás bien? ¿Te he hecho daño?
Es muy dulce. Más que dulce. Se preocupa como nadie.
—Estoy bien—, digo con una sonrisa y total honestidad. —Estoy mejor que bien. Es que...—Suspiro feliz y me tumbo boca arriba. —Estoy en coma sexual, creo. No quiero moverme de aquí.
Finalmente sonríe, pero me hace poner mala cara cuando se baja de la cama. Estaba calentito. Era agradable, y ahora donde estaba en la cama está frío. No me gusta. Pero grito cuando sus fuertes brazos me levantan y me llevan en brazos de bombero, como si no pesara absolutamente nada.
—Ducha.
El gran cavernícola me lleva hasta el cuarto de baño antes de volver a ponerme de pie y abrir la ducha. Tengo los ojos clavados en su culo, que es la perfección absoluta, con los músculos flexionándose a cada movimiento.
Los músculos de su espalda se ondulan y luego me fijo en sus brazos, con todas esas venas recorriéndolos.
—Estás tan bueno que se me derrite el cerebro—, le digo antes de que pueda contenerme, y él se da la vuelta con una sonrisa de satisfacción en su rostro estúpidamente atractivo.
—¿Ah, sí?
Pongo los ojos en blanco, pero no puedo borrar la sonrisa de mi cara. —¿Ves? Me has vuelto tonto.
Ahora sonríe demasiado mientras se acerca a mí, con esa amplia sonrisa que hace que le brillen los ojos. —Me gusta el Seokjin después del sexo. —Se inclina hacia mí, me acaricia el cuello y arrastra los labios por mi piel. —Eres más feliz. Más agradable.
Vuelvo a poner los ojos en blanco y lo empujo juguetonamente. —No soy agradable.
—Eh. He dicho más agradable—. Se ríe y me agarra de la mano, arrastrándome a la ducha y bajo el agua caliente. Me siento bien, pero no tanto como cuando me rodea la cintura con sus enormes brazos y me aprieta la polla contra el cuerpo.
Gimo suavemente y, de acuerdo, puede que suelte un pequeño gemido cuando su polla se desliza por mi pliegue, acariciando mi dolorido agujero, aún pegajoso por su liberación.
—Te deseo otra vez. ¿Cómo puedo volver a desearte?
—Tómame—, digo sin aliento, con las manos apoyadas en la pared de la ducha mientras empujo mi culo contra él.
—No. —Me muerde el lóbulo de la oreja y yo siseo. —Te duele.
—Nop. —Muevo el culo contra él y suelta un gemido bajo, casi salvaje.
—Para ya—. Me da una nalgada y suelto una risa alegre y sorprendida. —Te estoy limpiando.
—Es más divertido si antes me ensucias otra vez.
Lo oigo reír entre dientes, pero entonces agarra su gel de baño, se echa un poco en las manos y procede a limpiarme, ignorando mi polla medio dura cuando lo hace y teniendo mucho cuidado con mi agujero dolorido.
Pero dejaría que me follara otra vez. No tengo ninguna duda. En lugar de eso, se lava mientras yo se lo pongo difícil, besándolo, pegado a su lado e intentando atraerlo a otro polvo alucinante, pero cierra el grifo y me saca de la ducha.
Me seca primero a mí y luego a sí mismo, antes de llevarme a su dormitorio y darme un par de pantalones que me quedan grandes, pero lo agarro y me ajusto el cordón alrededor de la cintura.
Me da un abrigo con capucha, que tomo, aunque aquí hace calor, y me la pongo por la cabeza mientras él hace lo mismo con un conjunto a juego antes de agarrarme de la mano y llevarme al salón. Salimos al patio y nos lleva a un columpio que tengo que reconocer que es precioso.
Es de roble macizo e incluso tiene portavasos en cada uno de los laterales. —¿Lo has construido tú?
Se encoge de hombros casi con timidez mientras se sienta y me acerca a él. —Sí. No es gran cosa.
Es grande y robusto, la parte trasera del columpio se adapta perfectamente a mi espalda.
—Es bonito, Jungkook—. Me giro para mirarle. —Es muy bonito.
Vuelve a encogerse de hombros y se echa hacia atrás, dejando que sus piernas cuelguen y nos balanceen suavemente.
No oigo música de la fiesta de al lado y supongo que probablemente se habrán ido a la cama. Apoyo la cabeza en su hombro grande y fuerte y me balanceo en silencio con él. —¿Le has contado esto a Garrison?
—¿Lo del columpio?
Me rio entre dientes y sacudo la cabeza. —No. Sobre tú y yo.
—Ah.—Su cuerpo se pone rígido y me pregunto por un momento si lo ha hecho y le preocupa que me enfade, pero espero a que me lo cuente. —No, no pensé que quisieras que lo supieran.
—¿Yo?—Levanto la cabeza y lo miro. —Saben que soy gay.
Su gran hombro se levanta lentamente y luego baja. —Sí, pero probablemente nunca te verían conmigo. Sé que tú tampoco te has visto nunca conmigo.
Frunzo el ceño, no me gusta lo vulnerable e inseguro que suena. —Quiero decir, puede que no encajemos a la perfección, pero no me avergüenzo—. ¿Por qué iba a avergonzarme? Jungkook está más que bueno, y no solo eso, también es dulce y cariñoso. Y obviamente ridículamente astuto.
—Oh.
Me inclino hacia él. —Puedes decírselo a quien quieras, Jungkook.
—¿Quieres decírselo a la gente?—Realmente no puedo leerlo en este momento. No sé lo que está pensando, pero sé que quería contárselo a Jameson esta noche. Odio tener secretos con mi mejor amigo.
—No quiero que salgas del armario. No es que necesites salir o algo así. No es que haya algo que decir...
Me pone un dedo sobre los labios, deteniéndome. Gracias. Gracias. —Divagas cuando estás nervioso.
—No estoy nervioso—, refunfuño.
Se ríe y me rodea con el brazo, acercándome a él. —No me importa que lo sepan ni ellos ni nadie, Seokjin. En absoluto. Ha sido el mejor sexo que he tenido nunca, y no me importaría presumir y hacer callar a Dixon, por una vez, cuando habla de todo el sexo épico que está teniendo con Jameson.
No puedo evitar sonreír mientras me acurruco a su lado, mi boca en su garganta mientras estamos ahí sentados, totalmente satisfechos.
—Fue bastante épico.
Siento que sonríe, aunque no puedo verlo.
Pero no discute.
Es indiscutible. Es un hecho.
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Mi Amante, Mi Defensor
AcakTercer libro de la serie, esta adaptación corresponde a la historia de Oakley y Travis de la adaptación Corazón Reservado. Esta historia no me pertenece todos los créditos a la autora original. Adaptación hecha al KookjinKook, contiene versatilidad.