ℙ𝕒𝕟𝕚𝕔𝕠

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Nimona se veía al espejo aún indecisa, sabía que Goldenloin había vuelto y comerían juntos, así que decidió ser un poco más educada frente al reino para no afectar a su... a Ambrosio.

La pelirosa cambió sus shorts habituales por un pantalón negro, una camiseta gris y un chaleco rojo. Suspiró profundo para dirigirse al comedor, al pasar frente a la habitación de Ballister dudo en tocar la puerta, no quería ir sola pero tampoco quería molestarlos, así que esperó a un lado mientras usaba el celular que el pelinegro le dio para hablar.

Luego de unos minutos lanzando al aire el teléfono y atrapándolo sin saber que más hacer, se sorprendió al ver como la puerta se abría, donde salieron sus... ¿amigos?

- ¡Nimona! -el rubio se emocionó al ver a la pequeña, de más ya que la abrazó sin pensarlo- ¿Que tal tu habitación? ¿Conseguiste todo lo que te gustaba?

- S-Si, todo estaba bien. -se separó del abrazo rascando su cuello claramente incomoda.

- En el pueblo que visité encontré unos caramelos que podrían gustarte. -volvió a su compostura habitual tomando los hombros de la chica- te los daré al terminar de almorzar.

Nimona sonrió caminando junto a ellos.

- ¿Te pasó algo, jefe? -preguntó la pelirosa al ver un extraño cojeo en su caminar.

El pelinegro se sonrojó un poco pero carraspeó evitando la mirada de su novio.- Ayer antes de entrenar olvide calentar.

- ¿Tú, olvidar el calentamiento?

- ¡Es algo que a todos nos puede pasar!

Pronto llegaron al comedor y tomaron sus puestos; Ambrosio en la punta de la mesa, Ballister a su derecha y ella a la izquierda, los mozos pasaron sus platos, así que esta vez intentó imitar los movimientos de su... ¡carajo! ¿Por qué seguía buscando llamarlo de otra forma que no fuera "jefe"?

Se vio distraída un segundo mientras levantaba su copa de agua y derramándola, en cuanto Goldenloin y Blackheart detuvieron su charla para verla. Comenzó a sentir la picazón. Los mozos la veían con desaprobación, su respiración se alteró mientras sus manos empezaban a temblar.

Yo solo quería ayudar... ser mejor...

- Y-Yo... -se sintió obligada a levantar los cristales rotos a toda prisa, cortándose en el proceso, ahora manchando el pulcro mantel dorado con un goteo escarlata- ¡Lo siento!

- Nimona, detente. -Ballister se preocupó.

- ¡P-Puedo arreglarlo! -en su servilleta guardo los cristales para dejarlos a un lado- n-no quería causar un-n desastre, ¡lo juro!

- Pequeña, fue un accidente... -Ambrosio se puso de pie para detener aquellas manos lastimadas- vas a hacerte daño.

Tomó a la chica con delicadeza para llevarla a la cocina, en donde habían aún más miradas intensas, las cuales Ballister desvío al entrar detrás de ellos, pidieron que todos se retiraran. Goldenloin lavó las manos de la pequeña con cuidado para luego poner gasas sobre las heridas.

- ¿Duele? -preocupado buscó algún analgésico que le ayudara.

- Perdón... -susurró apenada con los ojos cerrados, hombros caídos y labios fruncidos.

- Pequeña, no hay nada que lamentar, -con toda la delicadeza en sí, Ambrosio tomó el rostro apreciando las pecas de la chica- fue un accidente, si tú estás bien, nada más importa.

Recordando cómo se sintió aquel cálido abrazo de Ballister en la torre, se sintió abrumada, era como la picazón de los cambios, pero en lugar se sentirse incomoda, sentía que en realidad podía confiar en Ambrosio, se limpió las lagrimas que se escaparon para darle un abrazó al rubio. Al cual se Bal unió luego para susurrar que todo estaría bien.

Esto se sentía tener una familia.





Wow, ya 3k de vistas, no saben cuanto lo aprecio, muchísimas gracias por cada voto, comentario y oportunidad que me brindan. Espero les esté gustando la historia, esto es un poco de relleno pero quiero mostrar como Nimona intenta mejorar su relación con Ambrosio.

Se les quiere <3

¿Nuestra hija...?          Nimona [Ambrosio x Ballister]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora