Si tú supieras

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Richard Grayson tenía la sonrisa más hermosa que Kory Anders jamás había visto. Era soñadora, agradable, misteriosa, incluso algo adorable e inocente y el hecho de que su sola sonrisa le hiciera sentir muchas cosas al mismo tiempo a ella le encantaba. Llevaban jugando un astuto juego del gato y el ratón durante cinco meses en que admitían frente al otro que se amaban y deseaban un futuro juntos, pero ninguno había tomado la situación en sus manos de manera madura y oficial.


Fue en un día normal de trabajo que después de haber visto a por lo menos cuatro parejas llegar a comer al restaurante en que trabajaba de mesera que Kory decidió poner fin a aquel juego que la mantenía desorientada y una brillante idea se le ocurrió. Invitaría a salir a Richard a una cita. Y para que el pobre chico no se negara por completo, le daría como opción el pedirle permiso a su padre ella misma.

Era brillante, a prueba de Garfields y requería un mínimo de esfuerzo. Al menos eso pensaba Kory al inicio.


Tardó casi tres horas en decidir si debía o no llevar a cabo su idea y mientras los clientes iban y venían sus miedos y valentía jugaban con su decisión. Estaba insegura, no sabía qué hacer, no estaba del todo complacida con sus pensamientos negativos que le gritaban constantemente que la iban a rechazar. La sola idea de que eso ocurriera la llenó de terror y ansiedad por no conocer la respuesta a una pregunta que aún no había hecho, así que esperó.

¿Trabajarás la semana que viene o vas a descansar antes de irte de viaje con tu padre?


El mensaje se envió con un fin distinto a la preocupación que Richard comprendía, pero a la vez mostraban la increíble audacia que estaba controlando a la joven pelirroja que esperaba ansiosa poder preguntar aquello que turbaba su coraje y corazón.

Me alegra decir que no, voy a descansar una semana antes de irme, papá me dio descanso antes de abusar de mi tiempo con explotación laboral.

Era perfecto, todo estaba saliendo tal como Kory lo había planeado. Así que preguntó...

¿Entonces, puedo pedirle permiso a tu papá para que te deje tener una cita conmigo?

Sus nervios estaban a flor de piel, no resistía la ansiedad, los nervios, las ganas de llorar y gritar y temía por el rechazo.

Lamentablemente esperó más tiempo del debido y cuando ella por fin tuvo la valentía para decirle a su cabeza que no fuera tonta y que todo iba a estar bien, el chico se durmió.
Que tontería más grande, eran adultos por amor a Dios, debía tener por lo menos un poco más de aguante, apenas eran las 10:30 de la noche.

 

Pero Kory no deseaba más estrés así que se puso a leer y trató de llevar su mente a otros lugares que no tuvieran nada que ver con ese mugroso chico que se había dormido temprano.
Ay Richard, si tú supieras cuando ama esa chica tu simple recuerdo...

 

Kory no pudo siquiera pasar de la primera página de su nuevo libro, su mente y su cuerpo repasaban aquel mensaje con la intención de borrarlo para evitar humillarse si aquel chico la rechazaba.

 

Ay Richard, si tan solo supieras cuánto desea expresarte aquella chica que amas, pero teme decirlo por miedo al rechazo, por miedo a que digas que lo que ella siente no es tan grande como cree.

 

Llevaban dos meses sin verse y solo podían mandar mensajes al otro, pero Kory, ella anhelaba el calor de sus abrazos, su cuerpo gritaba pidiendo una simple caricia, un insignificante beso, una mirada inocente y una deslumbrante sonrisa.

 

El recuerdo de cada momento a su lado la atormentaba como la presencia de sus abrazos las noches en que no podía dormir. Le dolía el recordar no tenerlo cerca para expresarle cuánto lo amaba, cuánto lo extrañaba y cuándo lo necesitaba.

 

Quería gritar, pero temía despertar a sus padres y vecinos con tanto dolor, con tanto miedo, con tanta desesperación. Estaba cansada de solo tenerlo en sueños, en recuerdos, en memorias, necesitaba aprovechar aquella semana venidera que se verían constantemente para poder soportar otros cinco meses sin verse sin el temor de pensar que dejó de amarla.

 

Su corazón clamaba por una respuesta, sus sonrisas mostraban cuan falsa era su tranquilidad ante la incertidumbre de la situación, y sus ojos luchaban por no desbordar la tristeza que para ella significaba el volver a perderlo.

 

Ella deseaba que Richard aceptara, ella estaba dispuesta a enamorarlo, a amarlo, a cuidarlo y protegerlo aun si él dejaba de amarla.

 

Pero ese temor la invadía mil veces más, así que rezaba para que él no dejara de amarla y pudiera aceptar su corazón.

 

Con tal pensamiento, Kory por fin pudo dormir a las dos de la mañana con gran pesar de no conocer la respuesta de aquel chico que amaba hasta la mañana siguiente. Aunque claro, la respuesta bien podría ser una que no esperaba...

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⏰ Última actualización: Oct 29 ⏰

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