4. Susurros del Corazón. Aventura a Medianoche.

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Pronto, la noticia de que había conseguido derrotar a un trol, se extendió como la pólvora por toda la escuela. Precisamente lo que yo no quería, ser el centro de atención, aunque fuera de forma positiva, en cierto sentido. Sólo había necesitado dos días para dejar huella en Hogwarts.

Allá donde iba, levantaba susurros a mí alrededor. No me sentía demasiado cómoda rondando por el castillo en hora punta. Pues me sentía el centro de todas las miradas. 

Harta de tanta atención, comencé a investigar más a fondo los corredores y los pasadizos secretos del castillo, buscando una zona más segura y más tranquila.

Fue una tarde, tras mis clases pertinentes, cuando di con la "Sala de Música", donde supuestamente practicaban los integrantes del Coro del Sapo y la Orquesta del Colegio Hogwarts. Iba algo despistada, subiendo un tramo de escaleras, cuando lo escuché.

Un piano. Una hermosa y melancólica melodía.

Aminoré mis pasos, haciéndolos casi imperceptibles, pues no quería interrumpir al desconocido pianista. Me acerqué muy lentamente conteniendo la respiración y dejando que mi corazón se estremeciera por aquella increíble melodía. Podía percibir una serie de emociones, las cuales se transmitían a través de las notas musicales.

¡No! No sólo eran las notas musicales las que se estaban comunicando. El tempo, la fuerza con la que las teclas eran presionadas, las breves pausas. En definitiva, todo. Podía percibir una nota de nostalgia y tristeza, luego furia y desesperación, para dejar paso a la angustia y el caos. ¿Cómo era capaz de hacerme sentir todo eso con tan sólo tocar una melodía al piano? Era increíble.

Sentí curiosidad. Quería conocer ya al propietario de aquel don, de aquella increíble habilidad al piano. ¿Sería algún profesor o profesora? ¿Tal vez...?

Doblé la esquina y asomé tímidamente mi cabeza. La "Sala de Música" era una estancia semi circular, con varias gradas, un estrado donde parecía situarse el director de la Orquesta, y alrededor del cual se disponían varios instrumentos musicales, a disposición de los integrantes del grupo. Reconocí entonces el piano de cola, de color madera caoba, a un lado de la habitación. Ahogué una exclamación de sorpresa.

Ominis Gaunt se sentaba frente al piano, moviendo sus gentiles brazos como en un baile y recorriendo las teclas con sus largos y estilizados dedos. Me percaté entonces de que tenía los ojos cerrados. Entonces era cierto, Ominis Gaunt era ciego, y no necesitaba ver para poder tocar el piano y dejar deslumbrado a cualquiera con su increíble habilidad y destreza.

Observé su rostro, ahora tranquilo y apaciguado, acorde con la melodía que estaba interpretando. Se mostraba diferente, distinto a cuando tenía que tratar con alguien. Percibí entonces cuán expresivo podía llegar a ser. Sus pestañas oscuras, eran increíblemente largas, coronando aquellos hermosísimos ojos de un tenue azul turquesa.

Sus labios parecían cantar, tal vez la misma melodía, pero muy tenuemente, apenas en un susurro audible. Comprendí entonces que si no podía ver, entonces tendría increíblemente desarrollado el oído. Qué maravilla. Era una auténtica bendición poder contemplar tal espectáculo. Me pasaría horas y horas sólo escuchándolo tocar el piano. Ojalá pudiera sentarme a su lado, pensé para mis adentros.

Mi instrumento musical favorito era el piano, y tuve la oportunidad de aprender a tocar. Gracias a una generosa donación por parte de algún barón o tal vez un duque, el Orfanato donde crecí consiguió obtener un piano antiguo, pero que se podía tocar aún. Obviamente, aprendí sola. Pues nadie allí tenía la suficiente capacidad ni el interés como para aprender música. En la época en la que yo vivía, tocar algún instrumento musical o cualquier otra actividad artística de cualquier otra índole estaban reservadas para la alta sociedad, la cual disponía de tiempo y medios suficientes como para dedicarse a ello. Para la gente humilde sólo quedaba el trabajo y sobrevivir.

Hogwarts Legacy - A Love StoryDonde viven las historias. Descúbrelo ahora