Esta historia narra la vida de nuestro personaje principal, a lo largo de Hogwarts Legacy. Así como las diversas situaciones y aventuras que acontecen, y las distintas relaciones que se crean entre los diversos personajes.
Recuperé la consciencia, gradualmente, como si hubiera despertado de un largo y profundo letargo. No podía abrir mis ojos aún, pues los sentía increíblemente pesados. Y mi cuerpo, mi pobre cuerpo, me sentía demasiado dolorida, como si me hubiera pasado una carreta por encima, atropellándome, como si hubiera recibido la paliza brutal de un trol. Suspiré, largo y tendido. Odiaba sentirme así, débil y agotada, a merced de todo.
-Está desconsolada. Acaba de enterrar a tu tío. Sola-murmuró una voz.
-Lo hice por ella-respondió otra voz diferente.
-Sebastian. Anne no soporta la idea de delatarte, pero...
-¿Qué? ¿Entregarme? Ella vio lo que pasó.
-Dejaré que reflexiones al respecto, Sebastian-percibí unos pasos, alejándose de la escena.
-¿Delatarme?-y, por fin, pude abrir mis ojos, comprobando que me encontraba echada sobre una de las camillas de la Enfermería del colegio, Hogwarts.
-Sebastian...-murmuré, apenas en un susurro audible, con el habla estropajosa. ¿Por qué me costaba tanto hablar?
-¿Has oído eso? ¡Has visto lo que pasó! Yo no quería hacer daño a mi tío-exclamó el joven Slytherin, aún con los ojos desorbitados. ¿Cuánto tiempo había pasado inconsciente?-No puedo creer que ya no esté. ¿Cómo ha podido torcerse todo tanto? Yo no quería...No pretendía...Oh, Anne...Sólo intentaba ayudar. No puedo irme ahora. Anne me necesita más que nunca. Tú lo comprendes. Puedes hablar con Ominis. Hazle entender. Él te escucha. Tengo que estar con Anne.
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-No te preocupes, hablaré con Ominis-respondí, de forma automática, sin pensar realmente en nada, simplemente por inercia.
-Gracias. Eso es amistad. De verdad-qué manipulador, pensé, sin poderlo evitar.-Pase lo que pase ahora, me alegra haberte conocido.
Se me encogió el corazón al escuchar sus últimas palabras, poco antes de dar media vuelta y marcharse de la habitación, provocándome una tristeza desgarradora, desoladora, que parecía robarme el aliento.
Observé con atención el techo de la estancia, sin llegar a ver nada realmente. Escuché entonces los pasos de Ominis Gaunt, acercándose, lentamente, hasta situarse a escasos centímetros de mi lecho. Desvié mis ojos hacia mi cuerpo, percatándome entonces de que tenía prácticamente la totalidad del mismo envuelto en sendos vendajes blancos. Claro, había recibido quemaduras bastante graves, incluso algunas con ampollas. Ahora comprendía, parte de mi dolor. Intenté moverme, aunque fuera sólo un poco, resultándome demasiado doloroso. Probablemente, se estarían acabando los efectos sedantes de la medicación que me había administrado la enfermera del colegio, pues aún me sentía un poco atontada, como si estuviera "drogada". Suspiré, otra vez, intentando adoptar una postura más cómoda, más digna.
-Pobre Sebastian-murmuró Ominis Gaunt, con la mirada perdida en el horizonte.
-Ominis...-suspiré, sintiéndome increíblemente agotada. ¿Cuántas veces habíamos mantenido este tipo de conversación? Sacudí mi cabeza, intentando concentrarme en el presente.
