20. "Ménage à Trois". El "Trío" de Plata.

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Abril. Nos encontrábamos en el mes de la lluvia. Apenas si quedaban dos meses para finalizar el año escolar, y eso sólo podía significar una cosa. Los TIMOS. Decidimos instaurar una rutina de estudio diario en la Biblioteca del colegio. El nerviosismo de los estudiantes de quinto curso era casi palpable en el ambiente. A la par que me ocupaba de mis quehaceres estudiantiles seguía avanzando en el uso de la Magia Antigua con el profesor Fig así como con los distintos guardianes.

Era una mañana, de finales del mes de Abril. Nos encontrábamos estudiando tranquilamente en la Biblioteca del colegio. El día, afuera, era espléndido. El sol parecía iluminar nuestros corazones, haciéndonos sentir un poco desdichados por no poder aprovechar la calidez que nos brindaba el exterior. Hacía un par de semanas que habíamos interrumpido nuestros encuentros clandestinos. Y es que todos, en mayor o en menor medida, estábamos de los nervios. Especialmente yo, que quería obtener la máxima puntuación en los TIMOS. Quería acceder a la Academia de Sanadores para formarme en la magia curativa y convertirme en una sanadora mágica.

-Lidia. ¿Me ayudas a buscar un libro?-preguntó de repente Sebastian Sallow, sacándome de mis propias cavilaciones mentales.

-¿No eres capaz de hacerlo tú solito?-resoplé pasando de página, viendo aún todo lo que me quedaba por estudiar. Me aparté el flequillo de los ojos.

-Anda. Por fi...-me dedicó una mirada de cordero degollado. Resoplé una vez más poniendo los ojos en blanco. Suspiré, dándome por vencida-Guárdanos el sitio, Ominis. Enseguida volveremos.

Y diciendo esto, Sebastian me tomó de la mano y me guió hasta la última fila de estanterías de ese ala de la Biblioteca.

-Buscaré por este estante, tú ve por allí-le indiqué poniéndome rápidamente manos a la obra deslizando con soltura mis ojos y mis dedos por las cubiertas de los distintos volúmenes.

¿Dónde estaría aquel dichoso libro? Resoplé entre dientes. 

-Sebastian...-llamé un poco ofuscada.

De repente, sentí su aliento en mi oreja derecha.

-¿Qué...?-Sebastian deslizó su traviesa lengua por el lóbulo de mi oreja, provocándome un delicioso escalofrío el cual recorrió mi espalda en sentido ascendente.-Agh...¿Qué haces?

-Sshh...-me susurró al oído adoptando un tono de voz más seductor.-No deberías hacer ruido. Podrían escucharnos. 

-Podrían descubrirnos...-Sebastian me acorraló contra la estantería más cercana, atrapándome contra su marmóreo pecho. No tenía escapatoria alguna. Sentí entonces cómo alzaba su mano izquierda, sigilosa y decidida, introduciéndose perversamente por debajo de mi camisa.

-Por eso mismo, deberías intentar no hacer ningún ruido-me dedicó una sonrisa de medio lado. Con su mano derecha me tomó del mentón haciéndome girar la cabeza hacia la derecha dejando al descubierto mi desprotegido cuello, mientras me sentía aplastar contra la estantería, provocando la caída de un par de libros.

-Sebast...-me silenció repentinamente con sus labios, devorando mi boca con creciente avidez. La necesidad imperiosa de sentir mi piel desnuda hizo que Sebastian buscara en los bajos fondos de mi falda. En un momento determinado, consiguió levantarme la falda hasta la cintura provocándome otro escalofrío intenso. Fue entonces cuando escuché el sonido de los botones de su pantalón desabrocharse. Me estremecí enterita, por una lado deseosa de volver a sentir a Sebastian dentro de mí, por otro ansiosa porque alguien nos pudiera encontrar en aquella situación tan comprometida.

-¿Aún sigues tomándote aquella infusión para evitar la concepción...?-me volvió a susurrar al oído provocando estragos a su paso.

-Sí...-gemí entre dientes al sentir su miembro caliente y húmedo contra mis nalgas.

Hogwarts Legacy - A Love StoryDonde viven las historias. Descúbrelo ahora