Percibí en el ambiente un ligero toque de olor a dulzón que parecía flotar en el aire llenando la estancia de calidez y de vida. Sentí mis papilas gustativas salivando como respuesta al estímulo olfativo. ¡Qué delicia!
-Puedes abrir los ojos-indicó Sebastian retirando suavemente sus manos aprovechando para acariciar mis párpados provocándome una furiosa oleada de mariposas en la boca del estómago. ¡Cuánto había anhelado su roce! Suspiré, conteniendo los deseos más primitivos de mi corazón.
Abrí lentamente los ojos, observando a mi alrededor a través de mis sendas y largas pestañas, quedándome momentáneamente cegada por la luminosidad de la estancia. Y es que los amplios ventanales del techo dejaban entrever el cielo del exterior. Un día gris y lluvioso, que arrojaba una luz blanco grisácea sobre toda la estancia, cosa que empeoraba mi ya conocida fotofobia. Deseé internamente que empezara a llover con más fuerza aún, pues el sonido constante de la lluvia ayudaba a calmar mi ansiedad y a crear, de paso, un ambiente aún más mágico de lo que ya era.
Recorrí con mis ojos el resto de la estancia, dejándome maravillar por las ocurrencias de Ominis Gaunt y de Sebastian Sallow. Habían decorado la estancia con motivos botánicos, a la par que habían conseguido algunos postres, probablemente de las cocinas del castillo. Imaginé la escena de ambos escabulléndose a hurtadillas a las cocinas a por algo de comida, y los elfos domésticos, a su vez, llenándoles los brazos hasta rebosar con infinidad de dulces. Contuve una sonrisa, resultaba gracioso imaginarse aquella escena. En el centro de la estancia había una mesa de madera alargada, en cuyo centro había un gran pastel de cumpleaños, con sus velas y todo.
Me invadió entonces un sentimiento muy reconfortante a la par que cálido. Inmensamente agradecida por la felicidad que me brindaba la vida en aquel preciso momento. Esa sensación me subió desde la boca del estómago hacia arriba, dejándome embriagar por la dicha. No pude evitar sonreír, conteniendo las lágrimas en mis ojos.
-¡Feliz Cumpleaños!-dijeron los chicos al unísono mientras me tendían un par de cajas envueltas en papel de regalo.
-Chicos...-no sabía qué decir. No sabía cómo expresar mi gratitud. Aquel gesto hizo que verdaderamente olvidara el suceso que hacía pocos minutos había acontecido.-No sé qué decir...salvo que sois increíbles...y que no os merezco. ¡Gracias! De verdad...
-Deja de decir tonterías-Sebastian me despeinó el flequillo en una caricia algo más efusiva de lo habitual, provocando la caída de un par de lágrimas provenientes de mis empañados ojos.
-¿Por esta razón habéis desaparecido durante tantos días?-intenté controlar por todos los medios el torrente de lágrimas que amenazaban con desbordar mis ojos.
-No. No es lo único que hemos hecho-rió Ominis Gaunt. ¿Por qué su risa resultaba tan encantadora? ¿Por qué?
-También hemos estado buscando tus regalos de cumpleaños-guiñó un ojo Sebastian mientras me tendía con aún más insistencia un par de paquetes.
-No puedo aceptar ningún regalo más de vuestra parte. Resultaría vergonzoso.
-No digas bobadas-Ominis me tomó entonces de la mejilla derecha y tiró suavemente de mi moflete.-Disfruta de tu día más especial. Te lo mereces.
-Venga. Ábrelos-Sebastian estaba impaciente, como siempre.
-Ven. Siéntate-me indicó Ominis tomándome delicadamente con una de sus manos guiándome hasta la gran mesa central.-Primero tienes que soplar las velas de cumpleaños y pedir un deseo.
-Claro-me dejé contagiar por el entusiasmo de los jóvenes de Slytherin.
-¡Confrin...!-exclamó Sebastian alzando su varita y apuntando a las velas de mi pastel de cumpleaños. Ominis interceptó su varita a tiempo.
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Hogwarts Legacy - A Love Story
FanfictionEsta historia narra la vida de nuestro personaje principal, a lo largo de Hogwarts Legacy. Así como las diversas situaciones y aventuras que acontecen, y las distintas relaciones que se crean entre los diversos personajes.