GAEL
Estaba en la tienda de perros, secando a uno de los adorables cachorros mientras disfrutaba de la música que resonaba en el ambiente. De repente, un grito rompe la armonía y me sobresalto, girándome rápidamente para ver a mi madre con una expresión de horror en su rostro. Su mirada estaba fija en una de las jaulas donde se encontraba el Jack Russell terrier.
— ¡Oh no, Balto!
—Se hace el muerto, ¿verdad? —me rio de la situación.
El perro, en lugar de estar en peligro, comienza a ladrar alegremente, aliviando la preocupación de mi madre.
—Siempre hace eso. Cuando se aburre.
—No me hace gracia, casi me da un infarto.
Mi madre se dirige hacia su chaqueta para prepararse para irse, y aprovecho para preguntarle si se va.
— ¿Te vas ya?
—Si. Tengo que hacer horas extras en la cafetería.
—Creí que dejaste el trabajo para formar esto— le digo, mientras con mis gestos señalo toda la tienda.
—Aunque dejé el trabajo para montar esto, ahora necesito pagarlo—le miro preocupado— No te preocupes, el negocio va a ir bien ¿Le pusiste acondicionador a Dingo? —Me pregunta, refiriéndome al perro que estoy secando, un Komondor. Nos giramos para ver al perro, que llevaba puestas unas divertidas gafas de sol, con estilo y actitud.
—El malote del barrio—Mi madre me mira como si estuviera diciendo "en serio", y le respondo con una sonrisa—Bueno, no hay acondicionador para él.
Mi madre se dirige a la mesa de la recepción y se percata de la foto que está boca abajo. Suspirando, desvío la mirada, consciente de lo que representa esa fotografía. Ella me pregunta por qué está dada vuelta y procede a colocarla en posición recta. Juntos, observamos la imagen en la que aparezco sonriendo, sosteniendo un trofeo en una mano y vistiendo mi traje de neopreno.
—Mamá, no me hace gracia ver esa foto.
La imagen me recuerda la lesión que tuve hace un año y cómo aún no he sido capaz de reunir el valor suficiente para regresar al surf. No puedo evitar sentir una mezcla de frustración y tristeza al contemplarla. Sin embargo, mi madre responde de manera decidida.
—Es mi hijo y quiero ver esa sonrisa—Intento esbozar una sonrisa, aunque sé que no llega a mis ojos como solía hacerlo.
—Es la misma sonrisa, ¿ves? —Mi madre niega con la cabeza, expresando su negativa a dejarse convencer tan fácilmente.
—Venga guárdala. Eso ya es pasado.
Me da un golpe juguetón en el brazo y me dice que eso nunca se sabe, antes de alejarse. Quedo solo frente a la foto, observándola una vez más antes de dirigir mi atención hacia Balto, el perro.
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SURF FURY. ¡Desafiando las olas!
Teen FictionLa vida de Malia se basa en el surf. Con su equipo los SurfWarriors, llevan ganando dos años seguidos. Pero que pasa cuando un accidente, su vida cambia. Pasará ahora sus tardes trabajando en una tienda de perros. Y su vida con el surf peligra. Pero...