La vida de Malia se basa en el surf. Con su equipo los SurfWarriors, llevan ganando dos años seguidos. Pero que pasa cuando un accidente, su vida cambia. Pasará ahora sus tardes trabajando en una tienda de perros. Y su vida con el surf peligra. Pero...
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MALIA
Mientras me encuentro en la ambulancia camino al hospital, siento una mezcla de alivio y preocupación. Los médicos me aseguran que no es nada grave, solo una posible conmoción, y que me dolerá la cabeza durante algunos días. Llaman a mis padres, y los veo entrar corriendo, visiblemente preocupados.
—Papá, mamá, no se preocupen tanto. Estoy bien, de verdad.
Los médicos se marchan una vez que me han curado la herida en la frente. Mi padre se gira hacia mí, con una mezcla de alivio y reproche en su rostro.
— ¿Estás loca, Malia? Casi te juegas la vida allí dentro del agua.
—Escuché tu conversación con mamá antes de la competencia. Decías que no veías posible que ganara contra los Surf Warriors, y quería demostrarte que nada es imposible. Quería ganar por mí misma.
Los médicos nos dan el alta y nos dirigimos a casa en el coche. Mi padre estaciona y comenta que Gael está en nuestro porche. Miro por la ventana del coche y, efectivamente, veo a Gael saludando a mis padres.
— ¿Qué hace Gael aquí? —Salgo del coche y me acerco a él.
—Hola, señores Castro— Saluda a mis padres, mi madre le agradece por salvarme y se adentran, yo me giro a él— Solo quería asegurarme de que estés bien, Malia.
Nos sentamos juntos en las escaleras de la entrada para hablar. Gael plantea una pregunta que me hace reflexionar sobre mi determinación para seguir surfeando a pesar de los peligros. Su curiosidad me lleva a responderle con sinceridad.
— ¿Cómo es que has seguido surfeando cuando era peligroso?
—Es lo único que podía impresionarte.
Al decir esas palabras, miro a Gael directamente a los ojos, dejando que él comprenda mi respuesta. Pero Gael quiere indagar más en mi motivación.
— ¿Impresionarme para qué?
Esta vez, decido ser más clara en mis intenciones y decirle lo que realmente deseo.
— ¿Tú qué crees? El Vibe 9.
Gael muestra sorpresa por mi respuesta, recordando lo difícil que fue para él dominar el Vibe 9.
—Malia, tarde meses en aprender el Vibe 9.
—Porque lo estabas desarrollando y creando, Gael. Pero solo hace falta orientación y técnica, ¿no? Solo quiero ser muy buena, Gael. Tú lo eras.
Juguetonamente, empujo su hombro con el mío, transmitiéndole mi deseo de superarme y alcanzar el éxito que él alguna vez logró.
—Quiero tener la misma oportunidad que tú tuviste al hacer algo increíble.
—El Vibe 9 es un giro hacia arriba en el aire realizando un Air Reverse, para luego ejecutar un 360 triple en el aire, modificado con grabs para darle estabilidad.
Sus explicaciones me hacen dudar de mi propia capacidad para lograr algo tan desafiante.
—Son tres rotaciones, eso suena imposible.
—Lo hice un día entrenando.
Su respuesta me sorprende y despierta mi curiosidad y ambición.
—Pues enséñame.
En ese momento, nuestros ojos se encuentran y siento una conexión especial con Gael. Sin darme cuenta, nuestros cuerpos se acercan lentamente, casi rozándose. Un deseo compartido de un beso se hace evidente, pero justo en ese instante, mi teléfono interrumpe el momento mágico. Gael, avergonzado, se aparta rápidamente y carraspea, mientras yo miro el nombre en la pantalla y reconozco que es mi amiga Dava quien llama.
—Es Dava—digo frustrada.
—Cógelo, yo igual tendría que irme, se me va a hacer tarde.
Aunque me sienta molesta por la interrupción de Dava, entiendo que Gael también tiene sus responsabilidades y se disculpa por tener que irse.
Gael se aleja con las manos en los bolsillos del pantalón, dejándome con una mezcla de emociones. Miro mi teléfono que sigue sonando, maldiciendo a Dava por arruinar ese momento tan esperado, pero finalmente decido responder la llamada y descubrir qué es lo que necesita mi amiga.
Mientras estoy a punto de contestar la llamada, Dava me grita repentinamente, y tengo que apartar el auricular de mi oído para evitar quedarme sin tímpano. La miro con sorpresa, sin entender por qué está tan alterada.
— ¡Malia! ¡¿Te has vuelto loca?! ¿No te das cuenta de lo peligroso que era estar en el agua con ese tiempo?
Intento tranquilizar a Dava, explicándole que todo salió bien y que estaba segura en todo momento. Sin embargo, ella continúa reprendiéndome, mencionando que Romeo ya le había advertido sobre las condiciones climáticas adversas.
— ¡Malia, no puedes arriesgarte así! ¿Qué te pasa? Romeo me contó todo y estoy preocupada. Además, tenía que hablar contigo sobre nuestros planes para la gala benéfica de San Juan. Ya sabes, la que asistimos todos los años con nuestros padres.
Mientras escucho a Dava hablar sobre la gala benéfica, mi mente se llena de pensamientos sobre la noche que me espera. Los Surf Warriors, mi equipo, también asistirán al evento, ya que parte del dinero proviene de mi padre y ellos están obligados a estar presentes.
—Sí, Dava, sé que tenemos que arreglarnos para la gala. Pero, sinceramente, no estoy emocionada por pasar la noche con los Surf Warriors. Sabes que su presencia allí es una especie de compromiso por parte de mi padre. Preferiría evitarlos si pudiera.
Me invade una sensación de incomodidad mientras pienso en la situación. La relación entre los Surf Warriors y yo ahora es complicada.
