La vida de Malia se basa en el surf. Con su equipo los SurfWarriors, llevan ganando dos años seguidos. Pero que pasa cuando un accidente, su vida cambia. Pasará ahora sus tardes trabajando en una tienda de perros. Y su vida con el surf peligra. Pero...
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MALIA
Al día siguiente, me encuentro en la playa, lista para practicar y perfeccionar mis habilidades antes de la competencia de Surf Fury. El sol brilla intensamente y las olas están en su punto perfecto. No pierdo tiempo y me lanzo al agua, sintiendo la adrenalina correr por mis venas.
Mientras surfeo las olas, me desafío a mí misma a realizar las maniobras más audaces y arriesgadas. Cada giro, cada salto y cada deslizamiento me acercan más a dominar el Vibe 9, una maniobra complicada pero emocionante que aún me resistía. Sin embargo, no me rindo y sigo intentándolo una y otra vez.
Siento el agua acariciando mi cuerpo mientras me deslizo por la pared de la ola. Concentrada y determinada, observo cada movimiento que hago y cómo afecta mi desempeño en la tabla. A medida que el tiempo avanza, puedo notar pequeñas mejoras en mi técnica, pero el Vibe 9 sigue siendo un desafío que no puedo ignorar.
Con el sonido de las olas rompiendo a mí alrededor y la sensación del agua bajo mis pies, continúo desafiándome a mí misma y superando mis límites. La competencia de Surf Fury se acerca rápidamente, y estoy decidida a enfrentarla con valentía y determinación. El Vibe 9 no será un obstáculo insuperable.
Gael me animaba desde la orilla, gritando los movimientos mientras yo intentaba ejecutar el Vibe 9. Sin embargo, en la segunda vuelta, algo salió mal y caí de la tabla. Frustrada y desanimada, me acerqué a la orilla, donde Gael estaba esperando.
—Estás dudando, Malia. Se nota en tus giros. Te sabes los movimientos, pero no los rematas—Me siento frustrada por su comentario, pero estoy decidida a intentarlo de nuevo.
—Vale, voy a intentarlo otra vez.
Sin embargo, antes de que pueda dirigirme nuevamente hacia el agua, Gael me detiene con firmeza.
— ¡No! —exclama—Ya está. No queda tiempo, y no estás lista.
— ¿No confías en mí? —le pregunto con tristeza. Me siento decepcionada y herida por sus palabras.
Gael suspira y responde, reflejando su frustración.
—No te enseñaré para verte lesionada. No vale la pena.
Sus palabras me golpean duramente. Me siento confundida y enfadada.
— ¿Qué quieres decir con que no vale la pena? —le reprocho.
—Sabemos lo que realmente te importa en esta competición —afirma con enfado— Vi cómo te cabreaste ayer en la playa. Está claro que quieres volver con Samuel.
— ¡Eso no es cierto! ¡Todo ha cambiado ahora! —le respondo desesperadamente. Mi corazón se hunde mientras intento explicarle la verdad.
Gael me mira fijamente, pero su expresión no muestra señales de ceder.
