Sobre la mesa, Masaru tiene los informes de los espías que han vigilado a Izuku pero son apenas rumores, retazos de la realidad que debe hilar para reconstruir los verdaderos acontecimientos de los últimos días. Realmente no había esperado que el muchacho hubiera acudido si algo pasaba, pero es difícil mantenerse firme cuando las verdades van saliendo poco a poco.
Él no había intercedido en el hostal, pero definitivamente alguien lo hizo si la mujer lo rechazó de esa forma... También le preocupa los rumores que están circulando. Dos semanas con 5 días y ya hay quienes dicen haber visto a Izuku prostituirse. Los espías no piensan que ese sea el caso, pero debe tener cuidado o las habladurías podrían hacer que alguien se tome atribuciones.
Por otro lado, está la cuestión del alojamiento, hasta ahora sólo pueden verlo meterse por el mismo callejón, situado a pocas casas del lavadero, pero ninguno ha logrado seguirlo porque son demasiado estrechos para esconderse dentro y lo alertarán. Los pasadizos terminan todos en las avenidas principales, patios de algunas casas y demás construcciones, pero ya comprobaron que su escondite no está en ninguno de ellos, ni hay evidencia de que recibe ayuda. Entonces, ahora tendrá que pedir ayuda a algún usuario de magia.
Mirai le dice que es demasiado esfuerzo por el omega. Pero Masaru es un hijo del este de sangre pura y por eso sabe mejor que nadie lo necesarios que son los omegas, incluso estos que parecen tan inútiles.
Los omegas no solo ayudan a equilibrar las energías belicosas de los alfas, su presencia mantiene el estatus quo equitativo y la representatividad de los omegas en las discusiones políticas. Lamentablemente, desde que la guerra del exterminio ocurrió, esto último se ha visto severamente afectado: por cada 10 alfas sólo hay 3 nacimientos omegas, como si la diosa Eutuken exigiera que recuperaran la tierra antes de bendecirlos con su casta.
Así que uno vale un año de espera, sobre todo si no tienen que reeducarlo tanto como a los otros, que estima tardarán unos 2 a 3 años en aprender las costumbres nómadas y a fidelizarse en sus intereses.
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Han transcurrido 5 días desde que afrontó a Kota y en ese tiempo ambos se sienten enfermos y más cansados a pesar de que no tienen que preocuparse por el alojamiento. Kota lo sigue a donde quiera que vaya sin ánimos ni juegos, el rostro parco he ido. Se muerde los labios cuando le ofrece una fruta que compró en la plaza y la prueba hasta comerla a la mitad, pero por más que lo intenta no lo mira a los ojos ni se deja consolar.
Necesita pedir ayuda, pero no hay nadie a quien pedir consejo. También necesitan comida real además de las frutas, el pan y huevos cocidos que compran en el mercado, sin embargo, el hostal tampoco le vende comida. Todo lo que les queda es mantener esta rutina que los mantiene vivos y juntos, aunque cada vez funcione un poco menos.
Izuku sabe que no basta con levantarse a primera hora cada mañana, lavar ropa o remendar camisas, ni es una opción esperar a que pasen las horas, sentados en el suelo. Tiene que dar otro paso adelante y hacer las cosas diferentes o no llegaran ni siquiera al otoño juntos si sigue dependiendo de la ayuda de Nemuri.
Lo ha pensado y tiene una idea clara de donde puede conseguir trabajo sin que lo rechacen, pero hará falta que se pruebe a si mismo por encima de cualquier expectativa que los salvajes tengan de un omega Dagobense, más no sabe todavía como podría lograrlo.
A veces dentro del granero alguien deja colgando una bolsa con alimentos, el primer día supuso que era Inasa, pero no ha podido preguntarle, el chico tiene mucho cuidado de que nadie los vea juntos y silenciosamente han adoptado una serie de acuerdos para que nadie sepa que está escondiéndose en él granero.
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Hijo del este
FanficUna historia perdida hace mucho tiempo, oculta en la sangre de quienes una vez juraron nunca olvidar. Izuku se ve atrapado como un botín de guerra junto a lo único que queda de su familia. Pase lo que pase tiene que sobrevivir por él y su hermano pe...