Ghostin [Riverducción]

05

10:59 a.m.

Ronny salió hecho fiera después de que Rivers le marcará de vuelta informándole que había olvidado los guantes.

Se lo había dicho el día anterior, que olvidara todo menos los guantes, así que sin poder volver el tiempo atrás para no aceptar las cosas que su alumna le había pedido. Marcó al número de uno de sus amigos. Francisco.

O como el solía llamar. Felix.

— Felix — hablo con falsa tranquilidad cuando porfin le había tomado la llamada su viejo amigo.

— ¿Ronny? — cuestiono con burla su amigo a través de la llamada.

— El mismo malandro de siempre — Ni siquiera Ronaldo sabia que tenía su amigo que tan solo escucharlo los problemas parecían desaparecer.

Felix río a través de la línea.

— ¿Y ese milagro? — cuestiono el chico, conociendo a su amigo al punto de que ese tipo de llamada era para pedir un favor.

— ¿Ya estas en la ciudad? — pregunto por fin el aspecto de malandro.

— Acabo de llegar, ¿Necesita algo? — el otro chico pregunto.

— Podrías conseguirme unos guantes de 12 onzas, para una chica — pidió Ronny en forma de suplica —. Dentro de quince minutos a más tardar en la Arena Fire.

— ¿Es joda Ronaldo?

—No.

Después de que él castaño contestara, ambos guardaron un silencio que parecía ser eterno, hasta que el pelinegro hablo, rompiendo ese silencio abrumador.

— Tratare de hacer todo lo posible de estar ahí en quince minutos, pero que quede claro que me debes una grande.

— No te preocupes, yo te pagaré lo que me pidas.

— En veinte estoy ahí — dijo Felix sin dejar que Ronaldo protestara.

Por lo que pensó que después del combate peleria un sparring contra su alumna para que se le quitara el coraje que corría por sus venas.

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11:15 a.m.

El esposo de su amiga manejaba por la calle a alta velocidad, que sabía perfectamente que si la policía de tránsito los hubieran visto ya estarían siendo multados o incluso otras cosas.

Pero afortunadamente ese día los oficiales no estaban a los alrededores.

Así que no había problema.

— ¿Cuanto falta para llegar? — Samantha pregunto tratando de conservar la poca calma que le sobraba.

— Si tenemos suerte en menos de diez minutos ya estaremos en la Arena — contestó Juan mientras doblaba en la esquina.