Capitulo 7

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"-"Por Jayce"-"

Sigue costándome un tremendo esfuerzo dejar que Andy visite la fundación, pero como ya se lo he prometido y cedí a su petición. Dejo que asista cada sábado. Hoy es un día de visita y decido acompañarla. Justamente ayer, le di a Andy un poco de dinero para que le comprara presentes a todos los niños. Me abrazó y me propino un reguero de pequeños besos por doquier, no podía creérselo. Pero por ella soy capaz de hacer de todo.

A pesar de que está contenta, la he notado un poco tensa. Se a que se debe. La cantidad de escoltas que nos están custodiando es superable. Jason fue bastante claro en decidir la cantidad de escoltas que necesitábamos. Dijo también, que no dejara que algún grupo de mafiosos se acerque si quiere a nosotros. No, mientras él esté a cargo de mi seguridad. La cantidad de enemigos que puedo tener ahí afuera, es tremenda. No los he buscado por mi propia cuenta, pero por ser quien soy, para ellos soy un pez gordo o enemigo, al que poder sacarle sumas de dinero. Eso es lo que menos me importa, lo único importante aquí, es Andy. No me gustaría que pasara por un terrible momento o que le pasara algo. No. Nunca dejare que algo le suceda.

Al llegar a la fundación, no puedo ni dar si quiera un paso más, cuando ya los pequeños nos rodean, brincando y chillando de emoción. Andy brilla entre ellos. La abrazan, le corean, le besan la mejilla... Mira que si fuera un hombre y no un pequeñín, ahora mismo lo vapuleaba. Me entra una risa irónica, por mis pensamientos. Pero es que amo tanto a esta mujer, que no quiero que la miren si quiera, que le hablen, que... todo. Ese es mi sentido de la pertenencia el que habla y sentencia por mí.

Después de tanta algarabía con los pequeños, Andy me presenta con Ellen la directora de la fundación y con algunas de las voluntarias. Algunas de ellas parecen tener la misma edad de Andy y otros son mucho mayor. El ayudar a los demás y mucho más a pequeños con y en estas situaciones, las hace algo así como unas heroínas. Sí, eso son ellas. Heroínas. Sacrifican un tiempo con sus familias y regalan amor a los que necesitan. Si así fuera la mayoría de la gente, seguramente no habría tanta violencia ni cobardía. Las cosas serian más llevaderas. Estos pequeños tendrían una niñez amena y como todo niño debe tenerla, con alegría, juegos, diversión y demás.

Algunos de los escoltas, entran y dejan la bolsa de los regalos en donde Andy se los indica. Junto a las voluntarias y ella, les ayudo a acomodar los paquetes en la mesa. La expresión en los rostros de los pequeños es indescriptible, de curiosidad, suspenso, alegría, emoción y todo mezclado. Me embarga un sentimiento indefinible. No hay precio pagable por sus expresiones. 

Los niños se acercan a la mesa y acarician los obsequios. Una voluntaria los reprende.

—¿Qué hago?—exclama contrariada.

—¿Qué haces qué?

—Míralos —señala a los niños— Quería entregárselos después de contarle los cuentos, pero... verlos así... —suspira. Está haciendo un esfuerzo por no llorar, lo sé. Sus ojos son ya, unos estanques a punto de desbordar— Gracias, gracias, gracias...—sonríe. Se abalanza contra mí, me abraza y besa.

—No tienes porque darlas. —le devuelvo el abrazo y aspiro en su cabello.

—Sí que tengo. Sus caritas son una bendición.

Me da un pico y se apresura a volver junto a la mesa. Comienza a repartir junto con algunas voluntarias los presentes a los niños. Que enseguida y sin descuido les quitan los envoltorios. Se sorprenden con sus regalos.

Unos pequeños a los que les toco un helicóptero armable, se acercan a mí y me piden ayuda. Con gusto los ayudo.

Una mirada rápida a Andy me dice que le gusta lo que ve. Sonríe de oreja a oreja. Esta feliz, y eso es lo importante. La directora de la fundación y por lo que se, amiga de Andy, se acerca a ella.

Siempre Estaremos JuntosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora