Capitulo 9

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"-"Por Jayce"-"

Despierto con una sonrisa en los labios, solo de recordar que hasta en la madrugada fue que nos demolimos de tanto hacer el amor. Cada vez sentía cómo mi cuerpo necesitaba más de Andy, nunca obtengo suficiente de ella. Me desemperezo en la cama, extendiendo los brazos y pronto me doy cuenta que Andy no está a mi lado, ya se ha levantado. Me levanto y agarro un pantalón que me pongo al instante. Rápidamente bajo las escaleras en busca de mi mujer. Oh, qué bien se siente decir eso, Andy ya es mi mujer, mi esposa... mi todo. La busco en el baño y no está. La busco en la cocina y no está. En la sala tampoco está. Estoy empezando a preocuparme, paseándome por la sala miro hacia la playa y ahí es donde la veo. Esta sentada en un tronco observando directamente hacia el mar. Lleva puesto un traje de baño. Me acerco lentamente deleitándome con la maravillosa vista que mi mujer me regala, me siento dichoso de tenerla, de que esa mujer es completamente mía. De nadie más. Llego hasta ella, situándome a su lado. Ella al mirarme, me mata con esa sonrisa tan suya que me encanta. 

—Buenos días, marido mío —me ofrece la mano y me hace sentarme a su lado. 

—Buenos días. ¿Huyendo de mi lado tan pronto? —bromeo y me acomodo junto a ella que suelta una linda risotada. 

Ahora que la veo más de cerca, me doy cuenta que tiene los labios abultados de seguro por los tantos besos que nos dimos.

—No, estabas profundamente dormido y yo no podía aguantar. Quería ver el amanecer. Es hermoso. —dice mirando nuevamente al mar.

—Sí, todo lo que estoy viendo es hermoso. —digo con la mirada fija en ella.

—Es un momento perfecto. —ni que lo diga. Para hacerlo más perfecto le doy un beso casto en sus voluptuosos labios.

—Sí, totalmente de acuerdo —coincido, acariciándole con la yema de los dedos el cuello. Su piel es muy suave. Exquisita. Mimo por más tiempo el sitio, en el cual, la noche anterior mordisquee y hoy ha dejado una pequeña marca rojiza.

—Vamos a sumergirnos. —señala el mar.

—El que llegue último hace el desayuno. —reto vehemente.

—Es una apuesta. —dice erguida y sale disparada.

¡Santa Madre del Trasero!

Estoy más que dispuesto a preparar siempre el desayuno con tal de observar como mueve ese hermoso trasero suyo cuando corre. Es una vista sorprendente. Asi que la dejo ganar. Mi mujer es perfecta.

Allí en la playa, mientras la observaba correr hacia el mar, sentía un estrujón en el corazón. Se habían mirado todo el tiempo, cuando habían hecho el amor la noche anterior. 

Caminó a paso rápido hasta alcanzarla, la abrazó y la tumbó en el agua, besándole el cuello, sobándole los pechos, pero ella estaba resbaladiza como un pez y se liberó de su abrazo y corrió fuera del agua. 

—Ajá, con que esas tenemos. No sabes lo que acabas de hacer —corro tras ella para alcanzarla. 

—No será tan fácil —replica tratando de ir más rápido, mientras ríe a carcajadas. Al parecer a mi pequeña mujer le encantan los juegos post-sexo. 

En el camino agarro un puñado de arena. Cuando la alcanzo, la atraigo hacia mí.

—Oh no, eso es jugar sucio —refunfuña mientras le restriego el puñado de arena en la espalda y en sus pechos. 

Como son las cosas, este tipo de juegos inocentes me excita, y mucho. Mi respiración empieza a volverse entrecortada, cuando me refriego en ella. Una pronta erección comienza a emerger de mi entrepierna. 

Siempre Estaremos JuntosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora