Siempre Estaremos Juntos

Capitulo 16

"-"Por Andy"-"

Una semana ha pasado de la perdida de mi bebé y el dolor aun sigue tan presente como ese día. Si, tal vez aun soy joven como para tener un hijo y que en un futuro podre tener los que quiera, pero yo quería y amaba ya ha ese niño, ha ese pedacito de vida, mío y de Jayce. Un pequeño que Jayce tanto anhelaba.

Como cada mañana desde ese día, el espejo me manifiesta a una mujer sin vida, pálida, ojerosa, perdida en un mar de tristeza. Sumergida en un abismo sin salida aparente. Mi rostro ha perdido la pureza que todos me decían poseer, mis pómulos exponen mi súbita pérdida de peso. Una sonrisa es imposible de obtener. Mis ojos han perdido su color, su intensidad, su brillo y han dado paso a un par de ojos nebulosos. ME cepillo mi larga melena, que tanto le gustaba a Jayce, y que ahora esta hecha un nido de pájaros, enmarañada y opaca.

Si bien fui una chica pacifista, con alegría y bondad. Los defectos de la vida, el destino, la crueldad, la humillación, el desasosiego..., todo han hecho de mi vida una porquería. Miserable. No quiero más sentir dolor. No quiero recordar absolutamente nada. Quisiera estar cerca de mi pequeño, que no tuvo la oportunidad de gozar de la vida. De una vida que merecía y le fue arrebatada. Quisiera tener la fuerza simplemente para acabar con mi vida. No hay forma, ni ganas tengo de encontrar la salida.

«¿Esperanza?»

Para mí no existe ya la esperanza. No después de todo lo que he sufrido. Ni siquiera en sueños puedo pensar. Ambos, mi bebe y Jayce inundan cada rincón de mi mente, de mis pensamientos. Siento un hueco doloroso en mi vientre por la pérdida de mi pequeño. Y aun, mi piel siente cada roce y caricia de Jayce. Lo veo aquí y allá. Cada poro de mi piel lo extraña y anhela.

La gente, siempre dice que "de amor nadie muere", una frase que estoy segura no es verdad. Porque en estos momentos, se perfectamente que podría morir de amor. Él, me hizo sentir tan amada, tan viva, tan feliz que... sí, que me moriría sino lo vuelvo a ver. Si también lo pierdo...

«¿Qué mas tengo que perder?»

Después de que me dieran de alta en el hospital, decidí regresar a casa con mis padres. Ellos, por supuesto que no pusieron trabas, es más, están aliviados de tenerme cerca pero también se que están preocupados. Mi madre sigue mortificándose porque casi no como ni hablo más de lo necesario. No merecen que yo les haga esto, pero tampoco sé cómo seguir. Después del secuestro de Jayce, después de mi encierro, después de mi perdida, ahora están batallando por mantenerme cuerda y siempre que pueden tratan de hacerme reaccionar y sonreír. Y yo solo les fallo.

Ahora, nuevamente estoy sentada en una silla mecedora y cobijada por una manta matizada en el sitio que se ha convertido en mi preferido, o al menos es un intento de favorito en estos días. Anido en el patio de la parte trasera de la casa de mis padres, cerca de los rosales sembrados por mi madre. Aquí, paso las horas viendo a la nada.

—Mira quién llego a saludarte —me sorprende la voz animosa de mamá.

Alzo la vista, mi madre sonríe y observa a Jason con aprecio. Es mi primera visita en una semana. Al menos, es al alguien a quien estimo.

—Jason, qué alegría verte ―digo y sonrío. Tal vez, no es una sonrisa de oreja a oreja pero es la primera de esta semana que me sale natural.

Jason se acerca, se acuclilla y me abraza. Es un abrazo que encuentro un tanto, confortable. Mi madre recibe con una sonrisa la caja de chocolates que Jason trajo para mí. Ella se retira a preparar café mientras Jason se sienta en la silla de al lado, en la que en ocasiones se sienta mi madre o mi padre para hacerme compañía.