Capitulo 12

10 1 0
                                    

"-"Por Jayce"-"

En este maldito lugar solo puedo escuchar las conversaciones entre mis captores. Nada más. Les he pedido que me quiten la capucha pero ni caso me hacen. Ya será medio dia. Un dia en el que estaría trabajando en mi oficina, esperando la llamada de Andy diciéndome que me ama y que me espera en casa. Nada de eso es y será posible mientras esté aquí, encerrado.

—Socio, no pasaron veinte minutos y ya estaba plagada la ciudad de tombos de toda clase. 

—No podremos sacarlo de la ciudad en esas circunstancias—espeta hombre de voz cultivada. 

—Debemos tenerlo aquí por lo menos hasta que baje la alerta. 

—No hay problema, este sitio esta frío para los tombos, podremos estar tranquilos. 

—No hay que bajar la guardia. A la primera nos marchamos. 

—Bien. 

Esas y muchas otras conversaciones en las que hablan futbol y del odio que le tiene a los políticos y empresarios que como ellos dicen: "Ellos ganan millones y nosotros una mierda. Mientras nosotros nos esforzamos por ganar nuestro alimento ellos se dan la gran vida con el dinero que nos roban".

Pasan unas horas en las que mi cuerpo se siente entumecido en esta posición. Estar amarrado a una silla es doloroso. El chirrido de la puerta abriéndose me despabila. Alguien entra, el sonido de sus zapatos acercándose cada vez a mí.

—Le voy a quitar la capucha —dice el hombre. Me quita la capucha. Parpadeo varias veces y no focalizo nada aun. La oscuridad nos embarga. 

—Voy a prender la luz, le traje algo para que coma. 

Procede a encender la luz y vuelvo a parpadear para acostumbrar a la claridad. El hombre frente a mí tiene un capucha por la cual no puedo verle el rostro. Lleva consigo un plato de vete a saber que comida es y un vaso de agua.

—Quiero ir al baño —le exijo sin mostrar interés alguno por la comida. 

—¡Socio!, ¡socio! —llama a uno de los hombres.

Segundos después entra otro con capucha. 

—Hay que desatarlo, quiere ir al baño ——le hace saber el primero.

—De acuerdo. Tranquilito mi amigo —dice el que acaba de entrar mientras me apunta con un arma calibre treinta y ocho.

El primero se apresura a desatarme, me levanto tratando de estirar los músculos de todo el cuerpo que se ha puesto rígido. Me conduce a un lado del sótano y de inmediato me mete a un pequeño baño. Al parecer este es el refugio en el que traen a sus rehenes por una larga temporada. Tienen todo listo para cuando su mezquindad comience. El sótano es minúsculo, con un solo bombillo en el techo parpadeante que ni siquiera alumbra bien, sin ventanas. Un baño diminuto, un catre de metal con un colchón sin sabanas solo cubierta con una cobija vieja toda percudida de mugre o tal vez de otras cosas.

Al salir del baño me entregan algunas prendas y me hacen desvestirme frente a ellos. Lo hago apesadumbradamente. Hace frio pero no se los demuestro, la sudadera azul que me entregaron le proporción aun poco de calor a mi cuerpo, pero no hay nada al alcance que pueda hacerle sentir a mi corazón que entre en calor, solo mi mujer puede hacer y no sé como lo esté llevando en estos momentos. 

Estando con mi mujer y metido en mis negocios podría manejar lo que sería de mi dia, pero hoy por desgracia no lo es. Alguien más regirá mi futuro incierto por el momento. Estando en manos de la mafia no se sabe cuando serás liberado o asesinado. La ilusión de un rescate pronto y rápido se esfuma. No será fácil que las autoridades nos encuentren. Mientras estemos dentro de la ciudad tal y como lo estamos ahora mismo aquí puede ser posible que las fuerzas armadas actúen, pero si los mafiosos no tienen inconvenientes en trasladarnos a otro sitio y sacarnos de la ciudad entonces poco pueden hacer en rescatarme... La pena del no saber del mañana me perturba.

Siempre Estaremos JuntosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora