Madrastra.

82 17 15
                                    

En mi mente solo resonaba la palabra “Madrastra”. Era muy joven para serlo. Solo tenía 26 años, casi 27 como para… esto. Era un paso muy grande, ni siquiera estábamos saliendo oficialmente. Ni salíamos para empezar.

Adora conduciendo era un maldito piloto de carreras. Si el tráfico lo permitía, íbamos a la velocidad límite establecida esquivando a otros autos, metiéndose en huecos y frenando casi en seco. Paramos en una escuela privada donde se bajó dejando el auto encendido y la puerta abierta. Taaaan típico de ella.

Salió unos minutos después con un niño en brazos y una niña ya más grande con la nariz pegada a una consola portátil. Los dos subieron al auto y aseguró al pequeño.

-Quédate quieto, Finn. Llegaremos rápido a casa para que puedas seguir jugando.

Se veía distraído e ignoraba a su mamá. El niño era una mezcla perfecta entre Adora y su ex. Tenía los ojos de Adora como característica sobresaliente. Y la niña era su viva imagen, pero con un gesto de molestia. La música salía de sus audífonos por el exceso en el volumen.
Adora al fin subió.

-En menos de 20 minutos ya estaremos en casa. Luna, baja la música por favor, es el primer aviso. Si no lo haces, tendré que guardarlos. –Extendió su mano para tocar a la niña y que esta volteara. -¿Me escuchaste?

-Volumen bajo, sí. Hola, señorita desconocida.

Me saludó muy simple sin quitar la vista del aparato.

-Bueno Catra, no es la presentación que esperaba, pero ella es Luna y él es Finn. Por nada del mundo toques a Finn, no le gusta el contacto físico de gente que no conoce y no lo mires a los ojos, te golpeará en la cara si lo haces. Ya estamos atendiendo eso. Cada día estamos mejor, ¿cierto Finn? -El niño mostró aún más molestia y tiró el juguete para cruzarse de brazos. - Está molesto porque lo saqué de comandar niños. No te podrá hablar mucho, pero podría dirigir un ejército a la victoria solo moviendo los dedos y gruñendo.

-Mamá, ¿quién es ella? –Preguntaba Luna. - ¿Es tu novia? ¿Por ella dejaste a mamá?

Quería que la tierra me tragara. ¿Era de familia ser tan directo?

-No, Luna. Es otra cirujana con la que trabajo, mi amiga. Estamos haciendo un acuerdo para atender a tu abuelo Micah, está enfermo y saldremos a cenar para tocar temas de la cirugía.- Hubo un poco de silencio. -¿Está bien? Si todo sale como esperamos, podrán ir a verlo después de la cirugía.

La niña se encogió de hombros.

-Es tu vida, me da igual lo que hagan.

Adora realmente era buena madre. Era muy buena madre. Me recordaba mucho a la madre de Scorpia en el sentido de ser alguien agradable, que procuraba a sus hijos y que no los trataba como si no entendieran.

Recuerdo que la mamá de Scorpia utilizaba el término “humanitos” para referirse a los infantes.

Llegamos, de inmediato subieron al elevador junto a Adora y pocos minutos después pudimos marcharnos a mi hotel.

El camino fue con una lista de Spotify de Adora. Nada mejor para calmar los nervios que rock and roll de los 50's y 60's, mismo que ella tarareaba perfectamente. No quería tocar ningún tema en específico. Nos bajamos del auto de inmediato.

-¿Vamos a cenar, por café o pedimos algo?

Desde muy temprano ya esperaba la oportunidad.

-Lo que quieras, no tengo mucho apetito por el momento. Quiero otra cosa.

Los ojos de Adora se abrieron de manera expresiva mostrando ese bello azul profundo que me encantaba. Tomé su mano y me acerqué lo más que pude. Era necesario ponerme de puntitas para alcanzar sus labios y así lo hice. La besé con intensidad mientras tocaba su rostro e intentaba asegurarme pasando la mano que originalmente descansaba tomando la suya, por el cuello para obligarla a bajar un poco y hacerme las cosas un poco más fáciles. El beso se hacía más profundo y nuestros (mis) labios estaban sedientos (de los suyos), ansiaban probar su sabor de nuevo. No era que hubiese perdonado todo de la nada, había resentimiento y dolor por lo que hizo, por lo que me hizo. Entendí el trasfondo, cuanto luchó por ser libre y verla llorando recargada en mis piernas esa noche, terminó de romperme. Pequeñas cosas que hicieron una bola gigante de nieve que terminaron llevándose las cosas negativas. Aun así, no sería tan fácil. Tendría que recuperar mi confianza y demostrar que es la correcta. Yo también debía demostrar que éramos la una para la otra, no todo el trabajo era para ella. Después de todo, tenía que hacer malabares con su vida personal, el trabajo y los niños.

La intensidad se detuvo con un ruido extraño. Tenía hambre. Nos separamos y reímos al unísono.

-Vamos a cenar, realmente me apetece algo y creo que a ti también. Estás muy antojable el día de hoy, pero recuerda que mañana tenemos cirugía. Podrías ser mi postre si quieres.

-¿No te quedarás conmigo?

Guardaba la esperanza de que se quedara en mi hotel a pasar la noche. No recordaba a sus hijos.

-Debo regresar con mis hijos. –Agaché la cabeza. –Pero no me importaría que vinieras conmigo. ¿Dejas algo importante aquí?

-A Prime. Debe estar concentrado estudiando para la cirugía. Puedo imaginarlo caminando de un lado a otro moviendo las manos mientras repasa los procedimientos.

-Creo que está en el hospital. Mara me mandó una foto cuando fui a dejar a los niños. –Me mostró una fotografía de Prime en pose de dictador intergaláctico. –Creo que tenemos buen tiempo libre.

Me llevó a cenar a un lugar muy pequeño. Había escuchado del lugar, solo que nunca tuve la oportunidad de ir. Una pizzería al mero estilo de Italia, todos los que atendían eran italianos y la pizza era completamente al horno. Pocas sillas, pocas mesas. Los meseros la saludaron, supuse que venía seguido.

-¿Qué te gustaría ordenar? Yo podría comer una pizza entera –Me decía.

Era preciosa cuando se emocionaba. Su sexy acento se notaba demás. Jamás había considerado sexy el acento inglés, pero en sus labios era la cosa mas sensual del mundo.

-¿Qué quieres tú? Es tu noche, elige lo que quieras.

Pizza margarita, lasaña y unos panecillos rellenos de queso. Con eso fue suficiente para quedar satisfechas. No recordaba lo divertido que era salir con ella. Ocurrencias al millón, hablar demasiado y de todo, platicarme sus ocupaciones con mucha pasión, usar sus manos para explicarlo todo y una elocuencia increíble que me hacía temblar las piernas.

-… Entonces le dije a Mara que no y terminamos cenando salchichas de ese lugar horrible de la sexta. –Frunció el ceño. -¿Me quieres decir algo?

Caí en cuenta de la miraba como estúpida enamorada. Le sonreí un poco y retiré las manos de mi cara.

-Adora, nunca deje de amarte. ¿Estaría bien si te digo en respuesta a todo esto que te amo? Tal vez apresuro las cosas y necesitas un tiempo de duelo por tu divorcio y eso…  Es solo que nunca me había sentido así con alguien y el relacionarme con más personas solo me hizo darme cuenta que no quiero a nadie que no seas tú en mi vida y no me veo tampoco como la madrastra de tus hijos porque soy joven y….

-No espaniol , no entiendo nada. ¿puedes hablar más lento, por favor?

Gracias papá por no hacerme olvidar mi lengua materna.

-Quiero postre. ¿puedo pedir tiramisú?

-Pide el mundo si quieres, no dudaría en darte lo que me pidieras.

Reía como tonta.

-¿Un cheque?

La muy perra sacó su chequera. Me reí aún más y la hice guardarla. No se trataba de esto.

El postre estuvo delicioso. Terminamos todo y hora de tomar la decisión del día de hoy: me iba a su casa o me regresaba al hotel.

-¿Puedes conducir al hotel?

Sugar parte 3Donde viven las historias. Descúbrelo ahora