Es rubia, es alta.

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Micah tuvo taponamiento cardiaco y me deshice en el quirófano para salvarlo. Logramos que se estabilizara y lo dejamos en terapia intensiva. Algo había pasado para que decayera tan rápido. En definitiva, no tendría un buen fin de semana. Tendría que regresar al hospital si se presentaba alguna irregularidad.

Catra tenía horas de haberse marchado. Me dejó un mensaje.

“No tenía por qué dejar mi numero si me sé el tuyo de memoria”

Quería verla de nuevo y no era opción. Tendría que organizarme para lograr traerla de vuelta ahora que ya era libre.

Me encontré con Glimmer saliendo del hospital, ella regresaba.

-¿Lograste estabilizarlo? Mamá llega en unas horas. Más te vale que no lo hayas matado. Si papá muere, te destruiré.

-No lo maté, ¿Necesitas algo?

Me detuve a hablar con ella. Realmente se veía preocupada y un poco decaída. Era genuino esta vez.

Dijo que no con la cabeza y me abrazó muy fuerte. Supuse que lo necesitaba así que correspondí su abrazo. El único problema vino cuando intentó besarme. Pude esquivarla y eso la hizo molestar.

-¿Ya no me deseas? Quizá solo debas estar cerca, no tengo a nadie mas que a ti.

¿Cómo decirle que eso se había ido hacía mucho tiempo gracias a su actitud?

-No, nada. Y eso no va a cambiar. Tampoco puedo ser tu apoyo moral y sabes cual es la lista de motivos para decirte que no.

-¿Oficialmente ya te perdí?

-Lo hiciste hace mucho, solo no nos dimos cuenta a tiempo. Glim, esto no tiene solución. No intentemos arreglar algo que no se puede arreglar. Lo arruinaste. Te amaba, te amé con toda mi alma y te encargaste de destruirme pedazo a pedazo. Me doblegaste, me hiciste caer muy bajo. Eso no tiene perdón.
Solté su abrazo y caminé hasta mi auto.

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Mara me mandó mensaje diciendo que pasaría a mi casa más tarde. No tuve oportunidad de ir por los niños temprano dada mi última cirugía y la niñera tuvo que pasar por ellos. Eran las 9 de la noche y apenas iba rumbo a casa. Llegué y Luna estaba molesta. Normalmente ignoraba todo y en esta ocasión se acercó bastante enojada.

-Es increíble que no hayas ido por nosotros a la escuela de Finn, Mamá. Nos abandonaste. Dijiste que iríamos a ver al abuelo Micah por la tarde y mentiste.

Detuve el reclamo de la niña.

-Luna, mamá está deshecha. Podemos hablar de lo que te incomoda en la cocina si quieres. Necesito comer algo, no tuve tiempo el día de hoy.

Su expresión cambió y nos fuimos directo a la cocina. La niñera ya se había marchado.

-¿Estás bien, mamá?

Ahora era Finn. Su típica pregunta. Realmente no le interesaba, pero preguntaba. Se abrazó a mi cintura todo el rato que usé para hacer de cenar algo sencillo. La cena no era mi fuerte y solo opté por algo sencillo: sándwiches.

-Sabes que puedes contarnos de tu día.

-Son cosas de adultos, Luna. Quisiera, pero no es algo que deban saber.

-Es por mamá, ¿Verdad? Siempre que estás triste es por ella. Quisiera que saliera para siempre de nuestras vidas. Finn y yo sabemos todo, escuchamos todo. Nos dimos cuenta de lo que pasó anoche.

Me helé. Nos escuchó a Cat y a mi.

-¿Qué escuchaste?

-Lo que decían de mamá. Sé lo que platicas con la tía Mara y la tía Hope, sé cuanto la odian y yo la odio también...

Sugar parte 3Donde viven las historias. Descúbrelo ahora