Como la primera vez.

77 13 21
                                    

Sin importar como terminara esta noche, respetaría cada una de sus decisiones. Me pidió llevarla a su hotel y era respetable. Mi casa era territorio de los niños y aunque las recamaras estaban muy separadas, Finn acostumbraba cambiarse a dormir conmigo a media noche de vez en cuando. Esperaba que el día no fuera este y rogaba para que Mara ya me pudiera conseguir otra casita.
Buscaba por mi lado, pero el tiempo no era algo que me sobraba para estas cosas.

-Listo –Detuve el auto fuera del hotel. -¿Nos vemos mañana?
-Dame cinco minutos solamente.

Bajó del auto y entró corriendo al lobby. Tardó un poco y regresó con su mochila y una pequeña maleta.

-¡Wow! Mujer decidida.

-Vamos a tu casa. Estoy muy caliente.

Ok, tenía que cubrir todas las bases. La niñera se iría al llegar nosotras y los niños ya deberían estar dormidos, eran las 11 de la noche. Todo esto me daba pie a disfrutar de la noche un poco para antes de la cirugía.

Estacioné en el garaje, subimos por el elevador y el apartamento lucía silencioso y tranquilo. La niñera dormía en el sofá. La desperté para mandarla a casa. Pagué el servicio y le pedí un Uber en lo que Catra pasaba a tomar agua y al baño. En lo que llegaba el Uber, fui a ver a los niños. Perfectamente dormidos. Era mi maldito día de suerte.
La niñera al fin se fue y Catra y yo pudimos pasar a la habitación.

-Ponte cómoda, ya conoces la casa.

Se quedó de pie contemplando la cama.

-Esto me hace enfurecer. ¿Cuántas veces durmió ella aquí contigo?

Me sacó de confort. ¿Había planeado esto para reclamarme?

-¿De qué hablas?

Se giró para verme de frente y tirar del cuello de mi blusa para poner casi pegadas nuestras narices.

-¿Cuántas veces te revolcaste con tu ex en esta cama?

Se veía molesta.

-Ninguna. Acabo de comprar esa cama. Llevábamos meses de no dormir juntas cuando se marchó. Y cuando regresó, me mudé al sofá. No me había acostado con nadie desde ti… hasta… de nuevo… tu… ¿Qué pasa?

Me besó con pasión. Violento. Reventó los botones de mi blusa de un tirón.

-Escúchame con atención, inglesita. No me vas a coger como te cogías a tu esposa… lo harás mejor que eso, mejor que a ella.

Entendía un poco de lo que me decía. Aprendí un triste español gracias a algunos pacientes y colegas, aunado a mis clases extras durante la escuela, pero no era mucho. Valía fingir demencia.

-No hablo español. Dime cosas obscenas que pueda entender, por favor.

Sacó su blusa en un solo movimiento y caminó para asegurar la puerta. Buena esa, Catra.

-¿Se escuchará lo que pasará aquí?

-La habitación está insonorizada.
Sonrió de lado.

Se acercó para tomarme de nuevo con violencia. Tiró de mis hombros para colocarme encima de ella sobre la cama. Se recostó de espalda y se arrastró para hacerme espacio entre sus piernas.

-Ven.

Esa palabra claro que la conocía. Gateé hasta ella para envolverla en besos y caricias por todo su cuerpo. Sus manos tampoco paraban de pasar por mi espalda y otras partes. Cuando comenzó la acción real, gemía y controlaba la situación. Hice todo lo que me ordenó, como lo ordenó y como me dijo que le gustaba. Hacía un calor endemoniado en la habitación y su bella piel morena cubierta de sudor brillaba ante la tenue luz que habíamos dejado encendida. Su mirada era salvaje y me incitaba a tomarla de nuevo en mis brazos. Vaya que lo estaba disfrutando y mucho. Al borde del último orgasmo, su rostro cambió a una mueca de tristeza y comenzó a llorar.

Sugar parte 3Donde viven las historias. Descúbrelo ahora