Fin de semana de ensueño.

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La insinuación que había recibido por parte de Adora era muy tentadora, pero un fin de semana sin saber de ella era suficiente para hacerla sufrir un poco. Claro que me moría porque me tuviera entre sus brazos, respirar su aroma, besar sus labios, acariciar su piel, sentir su calor…

-¡Despierta, maldita! –Mermista me trajo al mundo real – ¿Estabas fantaseando, sucia? Deja de meterte drogas y vuelve al plano real.

-Ya dejé las pastillas.

-Ajá, veo tu síndrome de abstinencia. Vaya que eres fuerte por venir a trabajar diario así. Si necesitas ayuda, Netossa y yo te pasamos algo o te cubrimos.

-No soy adicta. Nunca he tenido una adicción y en este momento me encuentro muy bien.

Mermista me miraba incrédula.

-Tus guardias interminables me dicen que no. Escucha, ya envié el correo de aplicación y si todo sale bien, para enero estaría mudándome a Nueva York. Necesito que me digas si harás lo mismo para comenzar a buscar en donde vivir. Seamos roomies…

Dejé de escuchar a Mermista por un momento. ¿Había mandado mi aplicación o no? Tenía duda y el viernes pasado era el último día. ¿Realmente deseaba quedarme en cardio o solo era por querer compararme con Adora?

-Si –Le respondí sin prestar atención.

-¿Si qué, estúpida?

Realmente me había perdido en mis pensamientos.

-Vamos a las rondas. Entro a cirugía en dos horas.

Le contesté el mensaje a Adora.
“Claro, vamos a vernos. Sabes donde vivo.”

Y era todo. No esperaba una nueva respuesta de ella hasta el fin de semana. Tampoco es como que tenga mucho tiempo libre y el padre de Brightmoon se encuentre en excelente de salud después de la intervención que le hicimos. Solo sigo pensando que no fue el tratamiento adecuado para él.

Toda la semana fue un desorden completo. Muchos pacientes, muchos accidentes y me estallaba la cabeza. Estaba dejando los medicamentos, no tenía por qué ser esclava de esa mierda. Ansiaba ver a Adora y retozar todo el maldito fin de semana saliendo de mi último turno. A fin de cuentas, Prime me obligaba a descansar un poco cuando cumplía el límite definido de horas máximas.

Salí el sábado por la mañana, el día anterior había sido una locura por un accidente de tráfico con muchos autos involucrados y las urgencias no se hacían esperar. Tenía hambre, sueño y estaba caliente. Caminaba por la acera del frente del hospital directo a tomar el autobús de camino a casa. No vivía muy lejos, pero me encontraba muy cansada como para caminar durante esos 15 minutos habituales. Estaba a punto de llegar cuando alguien me tocó el hombro.

-¿Puedo hablar contigo un momento? Te juro que no te quito mucho tiempo.

Era DT. Tenía mucho tiempo sin verle, ya su cabello no era de colores y lucía un largo bonito con su tono rubio natural.

-Estoy saliendo de guardia. ¿Te importa si hablamos otro día? –No tenía ganas de verlo o de hablarle desde que me golpeó.
–En serio estoy muy agotada.
-Es solo un segundo. -Me tomó con mucha fuerza del brazo. Su mirada era bastante amenazante. –Dame un segundo para hablarte, Catra. Realmente lo necesito.

La cosa se puso densa cuando me mostró que en su bolsillo del suéter, portaba una navaja.

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Me vi con Spinnie para revisar la casa. Era bonita, estaba no tan cerca del hospital, pero si de la escuela de Finn y Luna. Me había encantado todo lo que me mostró y estaba decidida a comprarla.

Sugar parte 3Donde viven las historias. Descúbrelo ahora