Quizá si estoy un poco loca.

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Me dejó en el aeropuerto con todo y maletas. Tuve que tomar un maldito taxi para regresar a mi casa. Busqué diversas opiniones esa misma tarde, todos concluirán en lo mismo: debía apegarme al tratamiento y esperar a que mi mano sanara la fractura. Del episodio anterior algunos concluyeron que era estrés postraumático, físicamente no tenía nada malo y me recomendaron psiquiatras.

Azoté el teléfono después de la última llamada con otro colega. Ahora tendría que disculparme con Mara, lo mas complicado del mundo sabiendo que es rencorosa.

Primero llamé al papá de Bow. Era un estupendo psiquiatra y agendé una cita en línea para descartar que el fallo de mi mano era mental y no física.

-Son muchas cosas a descartar, hija. Necesito saber absolutamente todo para poder darte un diagnóstico preciso y apegarnos al tratamiento, eso es muy importante.

-Haré lo que sea necesario.

Después fui a casa de Mara.

-Vuelves arrastrandote, zorra. Tal como lo supuse.

Me dijo cuando recién abrió la puerta de su casa. Era sábado al mediodía.

-¿Está Cat?

-Eso no te concierne. Vamos al hospital.

Tomó sus llaves y nos montamos en su auto.

-No vas a manejar... No vas ni a limpiarte el trasero sin avisarme antes. Me llamó Laurence, que buscaste mas opiniones. Me siento traicionada.

-Necesitaba saber si había mas opciones.

-¡Soy el puto Dios de ortopedia! Si te digo que no, es un rotundo no. Debemos sanar tu fractura. Mas te vale que vayas revisando loqueros.

-Tengo cita agendada con uno.

Se detuvo a mirarme.

-¿Es en serio?

Me encogí de hombros.


Me sacó un par de radiografías y arrojó una fractura de carpianos.

-Hundida de nuevo. Fue muy valiente de tu parte golpear el piso. Estarás sin mover tu bracito completo un mes. ¿Crees prudente actuar así, como intentando demostrar que Cat es tuya? Has tenido demasiados problemas últimamente. No te digo que la dejes, solo te pido que pienses las cosas dos veces antes de hacerlas... O tres.

-Se avalanzó sobre ella, ¿Qué esperabas que hiciera?

-La policía se encargaría de eso, Adora. Pareces desesperada últimamente. Entiendo lo que pasa por tu vida ahora y creeme que lo entiendo bien, he vivido muchas cosas a tu lado desde que nos conocemos, pero esto supera todo. Jamás había visto esta faceta tuya. ¿Estás en una crisis de edad? Porque si es eso, vas a terminar destrozada y créeme que no quiero ver eso, no de esa manera. ¿Recuerdas cuando nos conocimos? Llorabas y fingías que no pasaba nada. ¿Como terminamos? Saca por completo a Brillitos de tu vida, saca a tu hermano, renuncia a tu yo de antes, al que siempre estaba bien y nunca daba señales de tener problemas. Mereces ser feliz y plena, mereces el mundo, Adora. Mereces sacar lo que sientes y por primera vez en tu vida, aceptar que eres debil. En noticias mas amables, entrarás a quirófano el lunes. Te pondré un par de cosas en tu mano para evitar que la muevas. Ya sabes, tornillos y clavos.

Esas no eran buenas noticias.


Entré el lunes a primera hora y salí poco después. Atontada, con mucho dolor y al fin podía ver mi piso de cirugía.

A penas y tuve oportunidad, me levanté de la cama y comencé con un rondín sencillo preguntando a los jefes de servicio sobre los pacientes.

-¡Estás en bata! ¡Fuera de mi maldito piso de cirugía, Rubia!

Sugar parte 3Donde viven las historias. Descúbrelo ahora