Cuarta bala

111 24 1
                                    

Sentándose en un duro sillón Tyron por fin abrió el periódico, deseaba saber si mencionarían algún otro detalle sobre Hermes.
No tuvo que revisar mucho, en una pequeña zona en donde se publicaban las notas policiales más importantes de los estados encontró la información.

"Agente de bienes raíces asesinado durante un robo que salió mal.”
Una fotografía muy pequeña y de muy mala calidad de Hermes fue publicada.
No se mencionaba algo de Tyron, ni un solo dato o algo, eso solo quería decir que la agencia lo cazaría tal y como dijo Mördare.
Furioso Tyron prendió un cigarro, su mente necesitaba respuestas y sabía que tal vez podría encontrar algo en el diario de Hermes.
Mirando por sobre su hombro, vio en la cama la delgada e inconsciente figura de Mördare el muchacho dormía como un ángel de algún elegante cuadro renacentista, una calada más a su cigarro sus dedos se desplazaron por el sobrio cuaderno que empezó a revelar algunos datos de Hermes Intriyovsky, como que era huérfano y sus tíos lo habrían criado en el país, fue un alumno sobresaliente en la academia policial en donde se especializó en tácticas de espionaje, eligiendo ser agente por la paga y la emoción de jugar a los espías.
Tyron siguió pasando las páginas, tratando de encontrar algún dato que pudiera servirle, hasta que se detuvo en una página.
"Mi superior asistió hoy a los entrenamientos, el comandante que nos supervisaba nos dijo que sería una visita de reclutamiento, para realizar ya misiones importantes"

Tyron no pudo evitar el imaginarse a un joven Hermes, quien emocionado seguro que se lució en todas las prácticas, el mismo Tyron estaba familiarizado con el protocolo de reclutamiento. El superior visitaba los campos de práctica y tomaba nota de los agentes sobresalientes, estos eran separados y entrenados en tácticas más complejas, como armar y desarmar desde bombas hasta una mesa, lo que sea, también aprendían primeros auxilios, pilotear cualquier vehículo de agua, aire o tierra.
Tyron continuó pasando las páginas.

"Hoy me asignaron una misión importante, debo seducir a uno de los mejores agentes del país tirano.
Muchos de mis compañeros me envidian por lo importante del operativo y por lo atractivo del tal agente Hays. Debo admitir que el tipo debió de confundir su vocación, porque  verdaderamente es un hombre muy apuesto, debió ser modelo".

Tyron pasó otra página en donde descubrió que Hermes lo observó durante un muy largo tiempo, estudiando sus rutinas, sus gustos, estudió sus horarios en el gimnasio y los días que se ausentaba por algunas asignaciones, realmente visto en otro plano era perturbador haber sucio observado de esa manera.

"Con la precisión de un cirujano, he trazado mi plan para acercarme a Tyron Hays, él venderá su  departamento y ahí entró yo.
He visto algunas casas que según su personalidad podrían gustarle. Eso es simple, lo difícil será atraer a Hays mi cama y retenerlo ahí, ya que en el bar que frecuenta, solo coge duro y se retira. Sin lazos sentimentales y siempre tomando a un hombre muy diferente al de la noche pasada".

Tyron apagó la colilla de su cigarro, como si eso pudiera hacerle sentir más seguro.
Había amado a Hermes. Nunca se había mantenido monógamo hasta que el astuto agente se coló en su vida.

"Paso lo peor que podría pasarme... Me he enamorado de mi objetivo.
Nunca tuve la intención de hacer algo así y mis superiores ya se empiezan a dar cuenta de que no estoy apto para la misión.
Por desgracia estoy inmerso en una romántica fantasía la cual amo.
Esa simple vida doméstica, esa camaradería. Si bien Ty no es un hombre muy comunicativo y afectivo, es bastante considerado conmigo, al grado de hacerme sentir sucio por el engaño, aunque sé que él no me dice nada de su "verdadero trabajo".

Aún así lo amo".

Tyron rió por lo bajo mientras meneaba la cabeza en negación, nunca en su vida se había enamorado, y ahora que lo pensaba, podía entender bien que estuvo atraído por Hermes, estuvo enamorado de la estabilidad y la monotonía de una vida común y doméstica, pero su ser no se sentía desgastado ya por la muerte de Hermes, era como si comprendiera que todo había sido una farsa y no tenía caso alguno llorar, menos cuando no creía aquellas confesiones escritas que rezumaban amor.

"Por fin el mercader y mi superior dieron la orden de eliminar a Tyron.
El mercader dice que Ty se ha vuelto muy peligroso para las dos agencias y que también existe la orden de asesinar al  francotirador.
Yo conozco al niño, porque eso es, y lo van a eliminar para no dejar cabos sueltos, porque el hijo de perra, tiene la orden de eliminarme.
He tratado de dar con él y hacerle un favor a su agencia, pero es muy escurridizo".

Tyron sonrió, en el poco tiempo que había visto como trabajaba Mördare, ya tenía una idea de cómo fue para Hermes el tratar de cazar al mocoso.

"Han dado la orden de matarme"
Tyron...

Eso fue lo último que escribió Hermes.
Pero ahora todo estaba peor... ¿Quién era el mercader?
Tyron sabía porque a él lo querían muerto, conocía muy bien el porqué de esa orden, pero ¿por qué Morgan había asignado a su único hijo para prácticamente  asesinarlo después de cumplir con su misión?.

La noche pronto ser estaba convirtiendo en mañana y Tyron no había descansado, pasando su tiempo en tratar de juntar las piezas del rompecabezas, pero era imposible, solo Hermes sabía la verdad y él ya no estaba.
Si todo salía como estaba previsto, resultaría que tanto él como Mördare pronto serían cazados. Según sus cálculos, solo contaban con un par de días antes de que la agencia de idiotas sume dos más dos y comprendan que Tyron y Mördare estaban juntos. Una extraña sonrisa satisfecha cruzó por un segundo su rostro.
Dos de sus agentes más letales y a los cuales querían muertos, estaban escapando juntos, de no estar en peligro su satisfacción sería casi orgásmica.




Mördare despertó gracias al terrible silencio, algo desorientado se levantó solo para toparse con Tyron que tirado en su cama individual, dormía.
Mördare como el joven que era, no pudo evitar el que le hiciera algo de gracia ver a un hombre como Tyron, extendido en una cama tan pequeña.
Con la vejiga llena y gruñendo de malhumor, Mördare fue hasta el baño para aliviarse, lavarse la cara y los dientes, disfrutando de esos momentos de paz.

Tyron escuchó el momento exacto cuando Mördare se despertó. Su suave respiración había parado y los resortes de la cama sonaban de forma  diferente al empezar a mover el cuerpo.
Con los ojos entrecerrados, Tyron observó que algo le hizo gracia a Mördare para luego dirigirse al baño.
Su polla estaba dura como una piedra, pero no tomó tanta importancia hasta que vio al hermoso muchacho salir de forma despreocupada en nada más que un par de diminutos boxers rojos.
Su cerebro casi se le filtra viscoso por las fosas nasales al observar ese culo alegre y redondo que se meneaba lejos de él, Tyron quería bajar su mano y aliviar su polla con la vista de ese juvenil trasero, pero estaba seguro que sus jadeos lo delatarían y con ello Mördare le metería una bala en las pelotas, gracias pero, no gracias.

El joven se secaba el cabello entintado, ajeno a la dura tarea de Tyron cuya mirada se había quedado clavada en ese redondo e imponente culo, que de forma incitadora, se balanceaba delante de él, ajeno a la depredadora mirada, mientras el muchacho se acicalaba con esmero.

—Tengo hambre, gruñó Mördare, —y deja de verme el culo como si me fueras a violar.
La poco amistosa voz de Mördare, le hizo saber a Tyron que había sido descubierto, pero se negó a disculparse.

—Buenos días también para ti querido, —Tyron se levantó y dio un beso burlón en la mejilla suave y rellena de Mördare que fulminante miró a Ty quien a su vez sonrió convencido de que el pequeño bastardo definitivamente no era un hombre de mañanas.
Otra vez había tomado su dosis de lava caliente y piedra volcánica para empezar su día.

Traición en la casa Donde viven las historias. Descúbrelo ahora