Sexta bala

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Entrenar fue una especie de infierno personal, Tyron fue torturado con la visión de Mördare sudado, agotado y sonrosado.
También el que él pequeño bastardo vistiera un diminuto short y una camiseta impúdicamente transparente, no ayudaba en nada a su revolucionada libido.
Varias veces se encontró a si mismo teniendo que parar para ajustar su polla.

—Presta atención y deja de mirarme el culo, —cuando Tyron por fin prestaba atención, una fuerte patada le sacaba el aire, Mördare malicioso se montó sobre él y restregó provocador su redondo y firme trasero sobre la enorme polla de Tyron haciéndolo gemir y no de dolor precisamente.

—Para ser un viejo, estas bastante bueno, —Mördare bajó hasta estar cerca de los labios de Tyron, quien por un momento vio un incandescente deseo en los ojos de Mördare. En los ojos grises como el acero, que sin las lentillas de color, se apreciaban en toda su hermosura, como un cielo plateado a punto de desatar una tormenta, justo como el muchacho estaba haciendo en su vida, Ty ron estaba jodido sacando otra vez ese lado romántico de mierda, hasta que el bastardo de Mördare le dio un cabezazo dejándolo inconsciente.
Veinte minutos después y con una bolsa de chicharos congelados en la frente Tyron miraba resentido a Mördare.

—Eres un pendejo dijo Tyron molesto, —Mördare sonrió irónico.

—¿Por tomar ventaja cuando como un perro babeabas por mi culo?, sí, lo soy, —Mördare no mostraba culpa o remordimiento.

—Pudiste matarme, —Tyron esperaba con todo su corazón no escucharse como un niño llorón. Pero algo le decía que sonaba exactamente así.

—Tú y yo sabemos, agente Hays, que de haber querido, lo hubiera hecho sin problema alguno, pero veo que tu excesivo romanticismo te nubla el juicio.

Tyron rio entre dientes, —estaba imaginado como sería cogerte, no estaba planeando nuestra boda cariño.
Mördare sin empacho alguno se acercó hasta plantar un suave beso en los labios de Tyron.

—La boda la planeare yo, —Mördare le dio a Tyron una palmada en el hombro y se retiró.
Tyron empezaba a cuestionarse si podría mantener su cordura, su polla y su mente fría junto a Mördare.

Al levantarse después de hacer abdominales los músculos le dolían de una manera deliciosa a Mördare.
Habían pasado algunos días desde la última vez que entrenó.
De reojo vio a Tyron que se soltaba la cinta de boxeo de las manos.
Ese maldito pants sólo resaltaba su firme culo, su polla gorda y semierecta y sus bíceps que se apretaban con cualquier movimiento.
Molesto Mördare se dirigió al baño, desvistiéndose mientras en el proceso aventaba su ropa mojada, con el agua caliente corriendo por su cuerpo, su mano bajó para acariciar su dura polla que rogaba por alivio, cerrando las endebles puertas que no ocultaban nada disfrutó de su estado de excitación ya que esa parecía ser su actividad favorita cuando estaba cerca de Tyron.

—No tardes, también quiero quitarme todo este hedor, —detrás de la puerta cerrada del baño Tyron de forma descuidada se quitó su camisa sin mangas la cual estaba húmeda mientras sus ojos veían aquel cuerpo desnudo distorsionado por el cancel.

Mordare se hubiera sentido avergonzado de casi ser descubierto masturbándose, pero de ninguna manera fue así…

—Podemos bañarnos juntos, —la juguetona invitación hizo que Tyron tragara en seco.
Sólo de imaginar aquel delicioso cuerpo, desnudo, con pequeños riachuelos recorriéndolo...

—Gracias, prefiero bañarme solo, —Tyron estaba caliente y frustrado, pero sobre todo estaba aprendiendo que las cogidas con colegas terminaban con la muerte de alguno de ellos.

Mördare se sintió despreciado, pero era hábil ocultándolo, —oh, es verdad, yo ofreciéndome como una puta mientras que tú estás de duelo como una viuda.
Tyron apretó los puños hasta que los nudillos se volvieron casi blancos que la tensión en los dedos dolió.

Traición en la casa Donde viven las historias. Descúbrelo ahora