Decimocuarta bala

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—Esta carne está deliciosa, —Mördare masticaba con gusto, devorando el jugoso filete.

—Qué bueno que te gustó, yo no soy muy bueno en la cocina, por lo general era... —Tyron tragó silencioso intentando disipar el incómodo nudo que se formaba en su garganta. Ya no era por la pérdida, sino por el engaño al que Hermes lo había sometido, —era Hermes quien se encargaba de las comidas y yo limpiaba.
Mördare lo observaba incómodo, no quería levantarse de su asiento y darle una palmadita incómoda en su hombro y ¿decirle qué?... ¿Que lamentaba que hubiera sido tan pendejo por no investigar a su pareja?, o ¿qué tal vez él era culpable de que todo esto hubiera llegado hasta aquí?
Mördare sólo fingió no haber escuchado, pero sus hombros rígidos mostraban que lo había escuchado todo, simplemente no tenía algo socialmente aceptable para decirle a Tyron.
Mördare prefería ajustar la mirilla de un rifle, apretar un gatillo o interceptar un objetivo, no estar jugando a la casita, escuchando a una viuda llorar sobre su amor perdido.
Pero Mördare sentía algo horrible e incómodo... Era como si odiase a Hermes, y también a Tyron.
Pero a Tyron quería protegerlo, quería que el buen agente honorable saliera vivo de todo esto y por fin pudiera algún día hacer realidad su sueño de vivir en una linda casa, con un gato, un perro y un hombre que lo ame. Probablemente en el proceso Tyron quedara calvo y barrigón.
Todo esto a Mördare le parecía tan tonto y tan apetecible, que eso lo asustó.
Una vez más llegaba a la conclusión de que él no sabía cómo era vivir en familia, ni como expresar amor de forma correcta.
Es más, no estaba seguro de como diferenciar entre estar borracho y estar enamorado.
Pero por una vez en su vida quiso proteger a alguien, por una vez pensaba en el bienestar de otro antes que en el suyo.

—Estás muy callado, monstruito, —Tyron observaba a un lejano Mördare que de pronto se había quedado en silencio.

—Sólo estoy cansado, ha sido un día extraño y supongo que quiero dormir.
Mördare distraído pinchó su ensalada.
Tyron siguió observándolo.
Algo no estaba bien, pero no empujaría más.

—Termina tu cena y lávate, ve a la cama.

Mördare levantó la ceja ante aquella orden, —sí papi...
El tono burlón y sarcástico de Mördare sólo sirvió para poner duro a Tyron.
Papi...
Ese bien podría ser su niño, podría ser algo más, pero él no se creía capaz de llevar todo lo que Mördare traía encima y sí, era un cobarde que no quería terminar en otra relación con un agente, sobre todo con un tan brutalmente honesto y tan malditamente roto.

Mördare se levantó, lavó su plato y se retiró dejando a Tyron sólo con sus regurgitantes pensamientos.
Tyron admitía que no le gustaba la soledad después de haber vivido con Hermes.
Pero Mördare era simplemente demasiado para cualquier humano promedio y aun hasta para el más renombrado psiquiatra.
Con pesadez se levantó de la mesa y limpió.
Apagó las luces y se fue a la recámara.
Bien, ahora venía la parte divertida... dormir en la misma cama que Mördare.
Al entrar todo estaba en calma, la débil figura de Mördare descansaba metido en las sábanas.
Tyron se dio una ducha, se lavó los dientes y se metió a la cama.
En el proceso sí, miró ese cuerpo ahí acostado, semidesnudo y con semblante de ángel un ángel narcotizado con la boca abierta y babeado.
¿Cómo carajos le hacía Mördare para dormir como si estuviera anestesiado? Y lo peor... ¡Cómo podría dormir Tyron con ese niño que roncaba como un camión!

Mördare se movió y la delgada sábana cayó un poco dejando descubierto un poco de aquel torso limpio, tan diferente al peludo pecho de Hermes y de él mismo.
Mördare bien podría parecer un adolescente, pero era un adulto resuelto, fuerte y con una lengua tan afilada como la katana de un samurai y un cuerpo que a Tyron le estaba costando el orgullo ignorar.

Con cuidado Tyron se acomodó a un lado del joven y arropó el delgado cuerpo y Mördare abrió los ojos confundido.
Tyron levantó las manos tratando de calmar al joven agente.
—¡Hey niño!, se te cayó la sábana y sólo te tapaba.

Traición en la casa Donde viven las historias. Descúbrelo ahora