Decimotercera bala

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Dolía ser un jodido humano roto, dolía que el odio fuera lo que le impulsaba a no sentir remordimiento alguno, pero más odiaba tener que soportar a un hombre que le gustaba... Sí ahí estaba la realidad con todas sus letras. Tyron Hays le gustaba pero ni este lo quería más que para joder y Mördare ya había sido jodido lo suficiente en su vida como sólo conformarse con eso.

Deseaba más... deseaba por fin establecerse y a pesar de sus miedos, intentar amar y estar en un solo lugar, porque algo empezaba a comprender Mördare... con la persona adecuada, valía la pena correr el riesgo de terminar herido, pero eran heridas muy diferentes a las que él cargaba en su cuerpo y eran preferibles las heridas por amar, que por estar sólo viendo la vida pasar con una piel que tenía algunas marcas que hablaban de una vida de abusos.
Con una decisión ya tomada Mördare salió del baño dispuesto a tolerar los momentos de incómodo silencio entre Tyron y él, para su alivio el timbre sonó y escuchó la tan familiar voz de Boris y Katenkya.

-Bien, pueden meter la camioneta en el garaje y ahí abriré la puerta. Tyron daba instrucciones para hacer todo con la mayor discreción posible.
Boris salió y puso en marcha la espaciosa camioneta con pinta de compañía fumigadora.

Katenkya llegó hasta el cuerpo que ya presentaba cierta rigidez cadavérica.
-Así que Fin terminó de esta forma.
Katenkya revisó el tiro perfecto en medio de los ojos, -eres bueno, pequeño bastardo, mira que darle de frente.
Boris abrió la puerta que conectaba entre garage y la cocina. Entrando de forma eficiente con una pequeña camilla para poder colocar el cuerpo Boris trabajó junto con otro tipo al cual la pareja sólo conoció como el recolector.
En silencio los dos hombres levantaron el cadáver colocándolo en la consabida bolsa negra y salieron para subirlo dentro de la camioneta.
Katenkya tomó una fotografía al pequeño charco de sangre.
-En cinco minutos estarán los de la limpieza aquí, y Morgan ya sabe que están en la ciudad, así que estén preparados para su siguiente movimiento, un hombre desesperado es un hombre peligroso.

-Pero también un hombre desesperado es más fácil de atrapar. Mördare miró a Tyron y a Katenkya como si este hubiera dicho que haría mucho calor y que era mejor usar ropa ligera para poder matar personas más fácilmente.

-Como sea estaremos pendientes, Tyron acompañó a Katenkya y tal como entró, a plena luz del día, y sin llamar la atención, aquel vehículo con el cadáver de un agente en su interior, se fue.
Mördare iba a salir pero Tyron lo tomó del hombro.
-¿Dónde carajo crees que vas? -Mördare miró con cautela la mano de Tyron sobre su hombro sano.

-Tengo hambre, -Tyron quiso sonreír y decirle al joven frente a él que esperara, que no se pusiera en riesgo.

-Ya llegaron los de limpieza, sabes que por protocolo ellos no tardan, así que espera un momento e iremos a comer. A demás no se vería bien si te vas sin mí.
Mördare retrocedió para poder estar dentro otra vez, muy a su pesar Tyron tenía razón, Mördare y él debían ser vistos juntos si es que querían atraer al enemigo a su trampa.

-Los chicos de limpieza a cargo de Katenkya fueron muy eficientes, -reconoció Ty.
- ¿Acaso todos ellos son desertores de la agencia?, -Mördare hacía esa pregunta susurrada, Tyron estaba parado hombro a hombro junto a Mördare que veía como un halcón a que los tipos de limpieza hicieran su trabajo.
Pero a pesar de todo Mördare no dejaba una oportunidad para examinar a los agentes.
-Deja de verlos como si los fueras a matar, -susurró también Tyron más divertido que otra cosa.
Bajó la mirada sólo para ver el cabello rubio algo alborotado de Mördare, se veía tan desconcertado que le dieron ganas de abrazarlo y protegerlo, de murmurar sobre su cabeza mientras le besaba la coronilla, que todo estaría bien, que él se encargaría de todo.
Mördare miró hasta Tyron levantando la barbilla y sonrió.
-Deja de pensar en mí, y piensa qué vamos a hacer.
Tyron se movió un poco lejos de Mördare como si con ello pudiera neutralizar esa horrible habilidad de Mördare de leer sus pensamientos, también su maldita fisiología lo delató al sentir su rostro caliente.

Traición en la casa Donde viven las historias. Descúbrelo ahora