Decimosexta bala

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El abrupto sonido de una puerta siendo pateada despertó a Tyron.
Aturdido tomó su pistola y enfocó lo más rápido que sus adormecidos sentidos le permitieron.
Quiso proteger al invitado que se suponía estaría acostado a un lado de su cama, pero este ya no estaba. En su lugar sólo había una almohada y un espacio frío y vacío.

—¿Pero qué coño?, —Tyron ni siquiera se inmutó para taparse con la sabana, cuando reconoció a Katenkya que estaba de pie junto a su cama mirándolo como si desaprobara que Tyron a penas se diera cuenta de que estaba solo.
Sin un gramo de consideración o de feminidad, la pequeña mujer pateo la cama la cual se movió por muy poco.

—¡Para ese culo perezoso!, Mördare salió hace casi una hora y tú no te diste cuenta.
Los adustos ojos de la mujer se posaron en la flácida polla.
Por un momento Tyron quiso jalar la sabana y cubrir su desnudez. Imaginaba como se vería lleno de chupetones y rasguños en la espalda, y no había forma en el infierno de mentir o negar lo que había sucedido tan solo unas horas antes.

-¿Dónde está el mocoso?, Tyron se levantó de golpe y ya sin pudor se vistió lo más rápido que pudo.
Mientras se ponía las botas y tomaba su pistola y su bolsa con armas Katenkya le explicaba desde la puerta del baño donde Tyron se lavaba los dientes.

-—Se fue en tu motocicleta porque en tus narices el chico interceptó una llamada de Morgan en donde hablaba con el mercader y le ordenaba atraerte utilizando a tus papás, el chico por alguna razón, —los ojos de Katenkya le miraron con fingida suspicacia, —decidió proteger a tu familia y de alguna forma a ti entregándose tal como exigia el mercader.
Tyron tomó su cartera, sus llaves y un dispositivo desechable.

—Espero llegar a tiempo, —dijo Tyron quien ya tenía las llaves de su auto.

—Han habido disparos en la casa de tus padres, Katenkya miró la espalda de Tyron que ahora estaba enfundada en una chamarra de piel negra.

Tyron giró muy lentamente y con la mirada más fría observó a Katenkya.
Caminó como un león que ha decidido matar a su presa y quedó frente a la pequeña mujer que ni siquiera se inmutó.
—Y ¿qué hizo tu equipo para proteger al mocoso?

Katenkya arrugó los ojos y miró con ira a Tyron, —A diferencia de ti que dormía tras cogértelo toda la noche, mi equipo lo siguió.
Tyron la miró con desconfianza...

—Tú nos vigilabas, —la voz del agente fue amenazante y dura.

Katenkya sólo rio como su estuviera escuchando algo gracioso y muy hilarante.
—¡Claro que les vigilaba!, por favor Hays, eres más inteligente que esto, ¿cómo no hacerlo? Piensa, son dos de los agentes más cotizados, dos asesinos, dos cabezas que conocen los secretos del país, dos malditos bastardos que si quisieran pondrían fin a cualquier persona que los amenace. ¡Ustedes valen oro!
—Tyron quiso tomar aquel delgado cuello y apretar de el hasta que los ojos se pongan saltones y llorosos y el rostro de la mujer haga el rictus de quien ya no respira.
Pero en su lugar se calmó.

—Tú no te acercaste a nosotros por la bondad de tu corazón, —Tyron miraba con mucha, mucha cautela a Katenkya quién no se mostraba ni un poco perturbada o afectada.

—Sabía que tarde o temprano vendrías a mí, el águila contaba con ello para que así sea, tú eres más predecible que Mördare.
La mujer se cruzó de brazos y con toda la rudeza que tenía lo miró desafiante.
—Al final te enredaste con el chico y eso hizo todo más fácil.
Pero necesitamos de ti para limpiar la agencia.

Tyron apretó los dientes y se llevó las manos a la cara, mientras se reía como un demente, —¿Planeas subir en el lugar de Morgan?

Katenkya solo se encogió de hombros sin negar o afirmar algo.
La risa de Tyron se hacía cada vez más intensa y Katenkya acomodó sus manos dentro de la gabardina, ella sabía moverse con un hombre del calibre de Tyron.

Traición en la casa Donde viven las historias. Descúbrelo ahora