「027 」

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Había alguien en la casa

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Había alguien en la casa.

YoonGi se sentó en la cama y agudizo el oído. Alguien estaba arañando una puerta. Como si quisiera abrir, pero no fuera capaz de insertar una llave.

Salió de la cama y camino descalzo hasta la puerta del dormitorio; la abrió una rendija. El pasillo estaba en silencio. Hasta que lo escucho de nuevo.

Un murmullo. Casi como un gruñido.

Sintió un escalofrío en la espalda mientras sopesaba sus opciones. ¿Quien narices había entrado en su casa? La alarma no había saltado, lo que significaba que el ladrón la había desconectado. No tenía una pistola a mano, ni una botella, ni un palo. ¿Que otras armas se usaban en el cluedo? Un revolver, un candelabro, un cuchillo, una cuerda o una tubería de plomo.

Sería mejor llamar a la policía.

Camino por el pasillo en puntillas y paso por la puerta de JiMin. Se detuvo y decidió que despertarlo sería un error, ya que podría sufrir una ataque de pánico y convertirse en un objetivo para el intruso, algo con lo que prefería no lidiar. Su prioridad era mantenerlo a salvo. Agarró Un bate de Beisbol del armario del pasillo, tomó su teléfono y marcó el número de la policía para denunciar un allanamiento de morada.

Después comenzó a bajar la escalera con la intención de darle una buena paliza a ese hijo de puta.

Se detuvo al bajar el último escalón y se oculto entre las sombras. Lo único que se escuchaba era el zumbido del frigorífico. Permaneció inmóvil, recorriendo con la mirada las estancias vacías. La puerta principal está bien cerrada, con la cadena y la alarma conectada. Que raro. Si alguien hubiera desconectado, la luz roja estaría apagada. Tal vez habían entrado por la puerta trasera, pero ni había escuchado que rompieran los cristales. A menos que...

La puerta de la sala de estar se sacudió. YoonGi se acercó a ella, manteniéndose pegado a la pared y con el bate en alto mientras contaba los segundos y deseaba que apareciera la policía. Su lobo se encontraba extrañamente tranquilo, imaginaba aún dormido.

Escucho una respiración fuerte. Como si fueran jadeos. Un arañazo.

¿Que mierda era eso?

Se detuvo en el pomo de la puerta. Sentía la adrenalina al pulso. Al fin de no perder el control, lucho contra el miedo. Levantó el bate e ingreso estampando la puerta contra la pared.

–¡Ahh!

A su lado paso un grupo de perros. Dos, cuatro, seis, ocho. Un grupo de bichos peludos lo rodeo. Perros con manchas, cachorros, adultos... todos ladrando y meneando la cola, y con las lenguas afuera. Aunque seguía con el bate de beisbol en alto, los perros no se sentían amenazados. Al contrario, al ver a un humano en plena noche, todos parecian contentísimos y con muchas ganas de jugar.

Durante unos segundos se convenció de que era un sueño y de que se despertaría en su cama.

Después convenció de que la escena era real.

𝐂𝐨𝐧𝐭𝐫𝐚𝐭𝐨 𝐌𝐚𝐭𝐫𝐢𝐦𝐨𝐧𝐢𝐚𝐥 | 𝐘𝐨𝐨𝐧𝐌𝐢𝐧Donde viven las historias. Descúbrelo ahora