Lo único que quiere Jimin es ayudar a su familia.
Lo único que anhela YoonGi es esa herencia y poder construir lo que sea.
Qué serán capaces de hacer para conseguir sus objetivos.
Yoonmin
Adaptación sin fines de lucro.
Créditos a su respectiva auto...
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–Vete
El perro lo miró con una expresión vacía. YoonGi estaba contemplando la nieve caer al otro lado de la ventana y le echó un vistazo al reloj. Forever Young había cerrado unas horas antes y JiMin no había llegado todavía a casa. Las carreteras estaban de placas de hielo y el informe meteorológico había anunciado que se extrañaba de una ventisca prenavideña. Todo el mundo estaba encantado con la posibilidad de disfrutar de unas Navidades blancas.
Personalmente, a YoonGi le daba igual siempre y cuando mantuvieran las carreteras despejadas y no hubiera cortes en el suministro eléctrico.
Hizo una mueca a recordar que JiMin lo habia llamdo señor Scrooge.
Su alegría por las celebraciones lo desquiciaba, así como su afán por decorar la casa, su insistencia en conseguir un abeto natural, e incluso su disposición a hornear galletas. Unas galletas muy bonitas pero que no estaban muy buenas. Cuando se lo dijo, él le tiró una a la cabeza. Al menos el perro se encargo de limpiar el suelo.
El alfa miro de nuevo hacia la puerta. El delgaducho animal se encontraba en el ricón, mirándolo con sus ojos con sus ojos amarillentos. La semana estaba a punto de acabar, y el chucho se iría por fin. No le gustaba la costumbre del animal de seguirlo a todas horas y de estar pendiente de todos sus movimientos. No se comportaba como un perro normal y corriente que ladraba, meneaba la cola y bebía agua de forma ruidosa. Ese perro le recordaba a un espectro.
JiMin lo obligaba a comer a beber y lo estaba acostumbrando a sacarlo a pasear con correa. El chucho lo aceptaba todo, pero con una mirada distante, como si estuviera esperando la hora de la verdad. Como si esperara que volviesen a dejarlo tirado de la carretera. Solo.
Meneó la cabeza, molesto por el escalofrío que le recorrió la espalda.
Llevaba unos días soñando con el perro del que se deshizo YoonJae. Los sueños lo torturaba de tal manera que recurría a su esposo en plena madrugada para alejar esos recuerdos. Era consciente que se había acostumbrado a hacerlo con frecuencia. Se enterraba en su cuerpo y se perdía en su calor y en su pasión, hasta que el frío gélido que llevaba en el interior se mitigaba un poco y se hacía más llevadero.
Al ver que llegaba el Volkswagen amarillo, lo inundó el alivio. JiMin abrio la puerta de la casa y estampó los pies en el suelo para limpiarse la nieve de las botas, riéndose a carcajadas al ver que le caían copos del pelo si sacudía la cabeza.
–Esto es genial. ¡La semana que viene habrá otro temporal, así que tendremos una navidad blanca!
El alfa hizo su mayor esfuerzo tratando de ignorar lo precioso que se veía, haciendo cualquier cosa.
–¿Por qué llegas tarde?
–¿Estabas preocupado?
El omega lo miró con expresión juguetona mientras se quitaba el abrigo.