Día 1- Vacaciones

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Alerta de contenido: angst, Primera parte.

Eijiro siempre fue directo, honesto con sus sentimientos, alegría, enojo, tristeza, amor; por ende, también lo era con sus pensamientos, como justo ahora que quería decirle cuánto deseaba estar a su lado, cuánto se merecían, dedicarse a él solamente, brindarle todo su ser si era necesario. Sólo que no contó con que sus sentimientos no eran iguales, no era un sueño que ambos buscaran. ¿Qué más podía ser? Él no era quién para exigirle amarlo igual. Se conformaría con saber que lo intentó.

La pregunta es ¿cómo pudo acabarse tan rápido? Entendía sus dudas, la incertidumbre por una nueva faceta en sus vidas, pero aquel verano terminó por romper sus ilusiones. La idea de que eran el uno para el otro, sólo fue eso, una idea. Una memoria que se perderá en la historia de la humanidad.

Tal vez su percepción del tiempo fue estúpida, se adelantó de más, no dejó que se abriera esa puerta, trató de allanar la casa, sin notar que acabó destruyendo el lugar que hubiera amado llamar hogar. ¿Acaso nunca fue suya? ¿Destruyó un corazón que nunca fue suyo? Todo parecía indicar que así fue.

Estar en aquel precipicio, saltar sin ver que tu acompañante también lo hacía, no ver que él quería quedarse ahí arriba, bajar con cuidado y llegar a salvo los dos juntos. No lo había visto y no podía culparlo por no gritar, detenerlo antes de caer a una muerte segura, cuando él ni siquiera le preguntó si quería estar en aquel barranco. Admitía que fue su error, aunque uno con el que ahora ambos debían pagar las consecuencias. Aún así, no lo odiaba, jamás podría, lo guardaría por siempre en su corazón, porque él se ganó estar ahí, Katsuki sí se había ganado la llave.

Acababan de cumplir 25 años, apenas habían comenzado a correr, él siempre supo que su trabajo era primero y aún así se arriesgó, metió las manos al fuego por él, por ambos, sólo para saber que esas llamas no existían. Planear un viaje a otra isla, celebrar su amor perdidos en el tiempo gracias a un festival veraniego, regresar de la mano y listos para lo que fuera... Había sido un idiota, estaba ciego, delirante; jamás vio el miedo de él, jamás vio sus dudas (jamás trató de resolverlas), lo llevaba arrastrando, con los ojos vendados mientras se moría por el terror de que Eijiro lo guiara en la oscuridad. Qué egoísta había sido. Iba a lanzar la pregunta como una pelota, sabiendo que Katsuki no tenía un bat.

Sin embargo, le hubiera gustado que confiara en él por llevarlo en tinieblas, porque cuando quitara la venda, encontraría el paraíso. Que aceptara el lanzamiento y atrapara la pelota con un guante, porque así hubieran ganado el juego. Estarían entrelazados en las sábanas con Eijiro acariciando su mejilla. Porque aún con el miedo que vivía en su corazón, sabía que había hecho espacio para él también, que sus palabras eran verdaderas, simplemente no las acepto, no acepto ser de Eijiro, no se lo permitió. Y estaba bien, no tenía que ser suyo si no quería.

Ahora todo será un recuerdo, un momento en el tiempo que no cambiaría por nada, era una lección que debió aprender por las malas. Ese viaje perdido, esas vacaciones que sólo se volvieron un paseo para no permitirse llorar demás. Días de asueto que se volvieron una sesión de terapia con su mejor amigo; sobre conocer de su país y cultura para negar que le habían roto el alma.

Las festividades y la negación no podían durar para siempre, la noche final de su viaje, se encontraba en su habitación de la posada arrepintiéndose de haberlo ahuyentado, de no asegurarse que a sus "¿Estás seguro?" La respuesta hubiera sido un "Sí", "Como nunca antes", "Adelante", que no fueran silencios. ¿Acaso querer no fue suficiente? Porque para él sí lo fue. Katsuki siempre fue suficiente. La única razón posible es que nunca fue suyo para perder.

Regresó roto, derrotado mejor dicho, había perdido su otra mitad (o tal vez nunca tuvo alguna). Gastó por unas vacaciones que debieron ser para el futuro de ambos y sólo fueron para querer olvidar que alguna vez tuvo alguno, le arrebataron todo por lo que anhelar.

No hubo llamadas, mensajes, algo que le dijera (que lo consolara), que sólo fue un tropiezo; cancelar planes sólo para recibir silencio. Rezar por un "Hola", "Encuéntrame aquí", "Te amo", "Acepto"... Nada, no hubo nada que apaciguara el dolor. Lo único que hubo fue el regreso de sus cosas después de días, con una nota de "Lo siento".

Ahora agosto se terminaba, igual que su relación, (al final esa fue su decisión), sólo le hubiera gustado que lo hubiera visto, posiblemente hubiera cambiado de opinión. Hubiera amado que el anillo con el que jugaba su mano, decorara la suya.

Continuará en día 2.

Canción de inspiración: August.

Mes Kiribaku 2023 (Taylor's Version)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora