Capítulo 13
No es un gato
Si quería descubrir lo que paso, tenía que empezar ordenando mi mente. Últimamente, no soportaba los fuertes dolores de cabeza que se producían cuando intentaba recordar. Muchísimas preguntas que no tenían respuesta permanecían ahí como agujas clavadas en mi sien.
En el camino de regreso a casa, le di nombre a algunas cosas que realmente no les encontraba sentido. Como lo eran, para empezar:
1. El beso con Josh ¿Como es que ocurrió aquello? Si ni siquiera éramos cercanos y me daba asco su forma de ser.
¿Como, cuando y por qué? Yo, Madeleine Evans pude haberlo besado.
¡Qué locura!
2. ¿Quién tomo las fotos? ¿Quién más estaba con nosotros en ese momento? ¿Y por qué empeñarse en destruir mi vida?
Y para terminar, esta era una de las interrogantes más grande.
3. ¿Por qué demonios, no lo puedo recordar?
También había preguntas relacionadas con mis amigos. El caso de Danna era un misterio ¿Por qué actuaba tan raro?
Intentaba mirarlo de diferentes ángulos, pero seguía sin tener sentido. Si realmente yo hubiera engañado a Manuel, ella no tendría porque molestarse.
Entonces, ¿Por qué ella cambió conmigo? ¿Y por qué ni siquiera me pide una explicación? ¿Talvéz su molestia se debe a otra cosa? No lo sé.
Y la última tanda de preguntas eran sobre mi, está bien, desde los 10 vivo con pesadillas pero, ¿Por qué de la nada son diferentes? ¿Por qué dejo de ser Patricia la protagonista de ellas para convertirse en Manuel? ¿Son recuerdos? ¿Puedo fiarme de ellos?
Admito que si me sentí un poco más relajada luego de hacer eso, en un recibo de luz que tenia en mi bolsillo, anote todo.
Mientras caminaba a la casa de Belén, me permití mirar a mi alrededor con el sol cayendo frente a mis ojos.
Busque la llave en la ranura y entré a la casa, por dentro seguía idéntica como la recordaba, no había vuelto desde aquel día que encontré el diario de Belén.
Llegue al primer escalón de la escalera y antes de subir, pase mi dedo por el borde de la baranda, un gris profundo sobresalió en mi pálida piel.
Los rastros de polvo entraron por mis fosas nasales, mi fuerte estornudó hizo eco en toda la habitación. Ellos se parecían a un ladrido de perro guardián. Limpie mi nariz con el antebrazo.
-¡PUMM! ¡PUMM! ¡PUMM! -El sonido de tres golpes secos llegó a mis oídos.
¿Que demonios?
¿Eso es arriba?
Mis latidos se volvieron más fuertes al escuchar otro golpe.
-¡Demonios! -rápidamente cubri mi boca con una mano con temor a ser escuchada.
Felicidades Mady, si te sentías sola ya no lo estás.
¡No estoy asustada!
¡No estoy asustada!
Podría ser un gato indefenso en busca de refugio -pensé.
De puntillas me moví al cuarto de servicio y agarre lo primero que encontré.
Sí, porque esa escoba nos va a salvar del gato monstruo.
¡Te callas!
Subi aún en puntillas para no ocasionar ruido, sentía una presión en la parte baja de mis nalgas.
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Trozos #1: Kintsugi, el arte de querer nuestras cicatrices.
Teen FictionQuerido amigo, te daré consejo. La próxima vez que te inviten a una fiesta, piénsalo dos veces antes de aceptar o simplemente no vayas. ¡Destruiras tu mundo! ¿Y si no me crees? Velo por ti mismo. Son muchas piezas del rompecabezas y tantas vidas...