Capítulo 7: Solo queria ayudar

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Capítulo 7

Solo queria ayudar

¿El destino? ¿Talvez... sea fortuna o una fuerza sobrenatural que te empuja a lo inevitable?

¿O quizas... Un señor, que se divierte jugando con sus marionetas, nosotros las personas? 

Si creyera en él, diria que esto es obra suya, que todo lo que pasa, ocurre de esa forma, porque él mete sus manos.

Pero, no creo en el destino.

Aunque ustedes son libres de creer lo que quieran.

Cada persona interpreta la realidad de acuerdo a lo que ha vivido. A su propia experiencia.

Asi que algunos pensarán que es suerte, otros que es obra del destino.

Yo creo que es una prueba, la cual superar, otra ironía de la vida.

Muchos pensarán que exagero, pero mientras, más gente te encuentres, más gente habrá en tu vida y más daño te harán.

Aparte la libreta de mi rostro, no podia permanecer asi más rato, sería ridiculo pensar que por arte de magia iba a desaparecer.

Lo primero con lo que me encuentro es al pelirrojo inclinado a mi altura con los brazos cruzados. Asi de cerca si puedo ver el parecido a Sierra.

Quien lo diría el extraño del parque es primo de la novia de mi ex.

Me dedicó una sonrisa de lado en lo que yo me levante y limpie la tierra de mi vestido.

—¡No soy una niña rara!

Mojó sus labios y lanzo una pequeña risa.

—¡Si, claro! Y yo no soy alguien molesto.

Sus ojos se toparon con los mios. Abri mi boca pero no pude pronunciar palabra alguna.

Mi corazón comenzó a bombear más sangre, me temblaban las piernas. Permanecimos así por varios segundos, sin decir palabras.

¡¿AHORA QUE HAGO?!

—Mady, tenemos que irnos, recuerdas el examen —dijo la pelinegra que se encontraba observando boquiabierta toda la escena.

—¿Examen? ¡Ah si, cierto! Ese examen —asentí para Liam— bueno, eh... tú

¡Pequeño pinocho! ¿De que examen hablas?

—Liam —respondió— puedes llamarme así, ese es mi nombre. Aunque si prefieres llamarme pequeño molesto no me molestaría. Como tu quieras, será mejor.

—Sí... Liam, me gustaria quedarme a charlar pero el estudio va primero —negue en desaprobación, mientras daba pasos hacia atrás.

—Sí... El examen ¿cierto? —alzo una de sus cejas.

—Si —choque con el banco— El examen

Me di media vuelta, tome todas mis cosas, se las coloque a Tony en sus manos, la pelinegra subio y bajo sus cejas, pícara.

Le puse los ojos como platos. La levante y la arrastré lejos de ahí.

—¿Que fue todo eso?

—¿De que hablas? —le quite mis cosas de sus manos.

Ella me plantó una mirada de esas que lanzan las mamás cuando saben que mentimos. Yo me encogí de hombros.

—No te hagas la que no sabes ¿Que fue lo que paso allá, niña rara? —cuestionó.

Trozos #1: Kintsugi, el arte de querer nuestras cicatrices.  Donde viven las historias. Descúbrelo ahora