Capítulo 2: Después de la tormenta

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Dicen que después de la tormenta viene la calma. Pues, no lo creo.
Al cesar la lluvia, lo unico que queda son trozos de lo que antes era un corazón.


Capítulo 2

Después de la tormenta

2 meses después


¿Qué es lo primero que hacen por la mañana? A ver, piensen...

Abren los ojos...

Bueno, abrir los ojos y desde ese momento ya no tener dignidad. No es bueno. ¿Quizás...? No. No es bueno. Y mucho menos cuando ni siquiera recuerdas donde la perdiste. Eso pensé yo.

Imaginemos que anduve con la cabeza en alto el resto del día. ¿Vale?


Abrí la puerta y lo primero que vi fue un enorme cartel blanco pegado a la pared de en frente con la palabra zorra escrito en él.

¿Y como lo tome? Pues...

Me encogí de hombros. Cargue la mochila sobre uno de ellos y arrastrando un poco la maleta pude cerrar la puerta de la habitación 704.

La habitación que había sido mía por 59 días, 8 horas y 47 minutos. Ya no mas. Volveré a mi hogar, volveré a lidiar con mi papa, pero lo mejor de todo volveré con Belén.

Avance despacio por un pasillo repleto de papeles con la misma palabra
¿Es que acaso, no se saben otra?

Pronto llegue al salón principal donde todos esperaban sumisos en sus filas. Unos esperaban su turno para subir al autobús, otros hacían fila en objetos perdidos, pocos llamaban a sus padres con el teléfono de pared en la recepción y los últimos esperaban que le firmaran el pase de salida para poder largarse en sus autos. Esa era mi fila.

Cada quien en su tarea, hasta que repararon en mi presencia y como si fuera una plaga haciéndose a un lado intercambiaron cuchicheos con sus compañeros mientras me miraban. Miles de ojos se posaron en mi y no hacían ningún esfuerzo en disimular. ¿Bien, qué está pasando?

O Todos mis compañeros se volvieron locos o se pasaron de la dosis esta mañana.

Aunque yo estaba 99,99% segura de que no tenia nada que ver, el 0,01%, esa espinita en el cuello, me decía que yo formaba parte de lo que sea que ocurría.

Me pareció extraño repasar todo el lugar con mis ojos y no encontrarme con la silueta de Danna, ni de Manuel por ningún lado. Arrugue mi entrecejo. Saque mi celular del bolsillo trasero de mi pantalón y marque el numero de Manuel.

—¡Genial! —bufe. Apagado.

Pasado unos minutos, divise a la pelinegra —la única persona que me contaría todo lo que estaba pasando sin mirarme mal— chateando en su celular a unos cuantos metros de distancia.

Me acerque a ella parecía muy ocupada, movía los dedos sobre la pantalla con rapidez

—Tony —pego un pequeño brinco que hizo que sus rulos revotaran igual que ella— lo siento no quería asustarte.

—¡Madeleine! —sus ojos sus abrieron a la par, corto la distancia entre nosotras— ¡todos están hablando de ti!

El 0,01% es el ganador.

Trozos #1: Kintsugi, el arte de querer nuestras cicatrices.  Donde viven las historias. Descúbrelo ahora