Capítulo 4

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"No es bueno... no es nada bueno" Mon pensó, pero no pudo evitar sentir nada más que deseo al ver los labios de Sam.

Sus salivas se mezclaban tan lascivamente mientras el sonido de sus besos apasionados y jadeos llenaban la habitación.

Ninguna de las dos necesitaba palabras para expresar lo que sentían en ese momento.

Aunque el celo de Mon era más fuerte que su cuerpo, su corazón era más fuerte que este último. Sabía que lo que estaban haciendo estaba mal con todo su ser, pero su cuerpo pedía más y su corazón se negaba a dejarla parar.

"¡Todo esto está mal! ¡Tenemos que parar!" escuchó una voz dentro de su cabeza.

Mon deslizó su mano por el cuello de Sam, llegando hasta su cabello tirando de este con fuerza, tratando de alejarla de sus labios, los cuales ya estaban más que hinchados.

Pero Sam solo gimió al sentir el placer que esto le causó. Mon podía sentir cada centímetro de su fuerte torso contra su pequeño cuerpo mientras Sam la abrazaba con más fuerza.

Sam no dejaba ir a la chica, envolviendo sus brazos fuertemente alrededor de su cintura.

La pequeña mesera de cabello castaño mordió con fuerza los labios de Sam, provocando que un gemido de dolor saliera de ella y con esto, logrando que se alejara.

Sam tocó su labios inferior con sus dedos - y vio que estaban sangrando - mientras miraba a la mesera deslizándose hasta el suelo, débil por el intenso beso que acababan de tener.

Recuperando el aliento, Mon intentó sentir sus piernas las cuales temblaban. Pensó que todo había terminado al haberla mordido, sintiendo el sabor de la sangre de Sam en sus labios.

Reunió toda la fuerza que le quedaba y se arrastró lejos de Sam, pero justo cuando pensó que estaba lo suficientemente lejos de ella, sintió una mano agarrando su tobillo y arrastrándola debajo del cuerpo fuerte y hermoso de la pelinegra que solo sonreía mientras escaneaba su rostro con los ojos brillando con lujuria y... ¿afecto?

- Más... - susurró ella, separando sus piernas y desplazándose entre ellas. - Quiero más.

Su dolorida entrepierna tocó el centro de Mon, la cual no pudo evitar el suave pero profundo gemido que salió de su garganta al sentir la presión.

Una vez más, Sam besó sus labios llevando su mano derecha a uno de sus senos antes de apretarlo con firmeza. Las finas capas de ropa era lo único que separaba sus pieles de poder tocarse y arder en conjunto.

- ¿Puedo? - preguntó Sam, tratando de controlarse para, por lo menos, recibir el consentimiento de Mon.

Tomó el gemido de Mon como un sí y sin dudarlo, Sam arrancó los botones de la camisa de la joven, descubriendo la suave y blanca piel de la chica y sus senos cubiertos por un brasier de encaje negro que apenas cubría hasta sus pezones.

El olor de Mon invadió la nariz de Sam tan pronto como rasgó su ropa, volviéndola loca.

La joven alfa empezó a lamer, morder y chupar su pezón izquierdo mientras pellizcaba y acariciaba al otro. Después de cansarse de sus pequeños y hermosos senos, los chupó una última vez antes de alejarse dejando un rastro de saliva entre los pezones hinchados de Mon y su boca.

Deslizó su lengua por el estómago de la camarera, repartiendo besos por acá y por allá, hasta llegar a una parte que la dejaría sin retorno. Inmediatamente, rasgó sus pantalones y sintió el olor eufórico de sus hormonas mientras éstas invadían sus fosas nasales.

Sin perder tiempo, Sam se desabrochó el cinturón y sacó su miembro erecto, sentía cómo la presión se acumulaba más y más con cada segundo que pasaba. Agarró las rodillas de Mon para separar sus piernas y acomodarse entre ellas.

Marcada | Sam&Mon Omegaverse.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora