Capítulo 25

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Después de unos minutos, casi en tiempo récord, Sam pudo llegar a la mansión a la cual entró corriendo. Se apresuró a la habitación en la que permanecía Mon. El olor de las feromonas de la omega invadía el pasillo que llevaba hasta la puerta de la habitación, haciendo que la mente de Sam se llenaba de pensamientos obscenos que esperaban su celo, pero ésta vez no se dejaría llevar tan fácil.

Lentamente se acercó a la puerta de la habitación, abriéndola con cuidado y entrando lentamente. Sus ojos se abrieron al ver a Mon en su cama, desnuda en posición fetal. Una fina capa de sudor cubría su cuerpo, el cual temblaba. Su dulce olor invadió la nariz de Sam, haciéndola suspirar y sacudir su cabeza para concentrarse en lo importante: Mon.

- Mon... - dijo en un tono suave mientras se acercaba con cuidado a la cama.

- ¿Sam? ¡¿Q-qué haces aquí?! - la omega estaba alterada, hacía horas que se encontraba en ese estado, y odiaba su cuerpo por perder el control ante deseos tan primitivos.

- Yo... te sentí. Sentí tu incomodidad y...

- Sentiste mi celo. - las palabras de Sam se vieron cortadas por la temblorosa pero fría voz de Mon. - Sólo viniste por eso.

- ¡No! ¡Claro que no! Mon, lo de la última vez fue un error y sé que no hay nada que pueda hacerte creerme pero...

- ¡Vete! - Mon gritó una vez más, tratando de ignorar sus palabras mientras retorcía su cuerpo desnudo en su cama.

- Haré lo que quieras que tú quieras, solo dilo. - Sam miró a su omega desde arriba, tratando de controlar sus propios deseos tanto como podía.

La verdad era que estaba desesperada por que Mon la dejara acercarse a ella una vez más y todo volviera a ser como antes, pero ésta vez estaba dispuesta a hacer lo correcto y respetarla. Ella no la forzaría a hacer nada, nunca más.

- Si quieres que me vaya, me iré. Pero si quieres que me quede, tienes que pedírmelo. - Sam la miró, todavía intentando controlarse.

Pero mientras decía esas palabras com osi las hubiera ensayado, Mon sintió el inmenso calor de su entrepierna haciendo que sus ojos se pusieran en blanco y que su centro palpitara.

- Quédate... - susurró Mon. - Ayúdame...

Sam sin pensarlo dos veces, se apresuró a besarla tanto como pudo, el sentimiento que había estado ocultando durante tanto tiempo ahora se apoderó de ella. Extrañaba la piel y el tacto de Mon más que cualquier otra cosa. Besó los dulces labios de su omega con cuidado pero haciéndole saber que la necesitaba como siempre, no sólo por el celo.

Se sorprendió cuando Mon mordió su labio inferior, lo suficiente como para hacerle saborear el sabor de la sangre, pero eso no la detuvo. Al contrario, empeoró aún más el celo de ambas.

- Te amo tanto... - susurró Sam antes de trazar su lengua desde los labios de Mon hasta la línea de su mandíbula y terminar en su oreja, dándole una larga lamida a su lóbulo y atraparlo entre sus dientes por unos segundos, lo que provocó que Mon cerrara los ojos por completo, dejando salir un suspiro lleno de lujuria, acompañado por una expresión de vergüenza. 

La omega comenzó a frotar sus muslos tratando de aliviar la sensación que se arrastraba en su feminidad para calmarse, pero fue inútil. La respiración de Mon se hacía cada vez más pesada cuanto más tiempo permanecía acostada en la cama. Intentó aclarar su mente lo suficiente como para salir de la situación y echar a Sam de su habitación, pero la sensación que invadía todo su cuerpo sólo la hizo perder la cabeza y volverse completamente sumisa al toque de su alfa.

- ¡Sam! - Mon gimió en voz alta, haciendo que la alfa dejara sentir a la pelinegra su bulto contra su muslo.

Sam siguió besando el cuello de Mon, dejando chupetones en el camino, besando su marca, besando su pecho y concentrándose por un rato en sus senos.

Marcada | Sam&Mon Omegaverse.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora