Capitulo 1

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Londres, Inglaterra Abril, 1823

      Lo despertó un incesante golpeteo. Al principio lo ignoró e integró en sus sueños la fuente de aquel irritante sonido. Transcurrió un buen rato y un tenso silencio cayó sobre el dormitorio. Minho Lee, marqués de Ralston, percibió la tenue luz del amanecer que inundaba decadentemente la estancia. Durante un momento, quedaba quieto, observando los elegantes matices de las paredes del dormitorio decorado con papel de seda y cornisas doradas, un colorido refugio para el placer sensual. Girándose hacia la exuberante hembra que tenía al lado, esbozó una sonrisa cuando ella arqueó su ansioso y desnudo cuerpo hacia el suyo, y se dejó sumir, dada la temprana hora y la calidez de la mujer, en una beatífica somnolencia. Se quedó inmóvil y cerró los ojos, deslizando las yemas de los dedos por el hombro desnudo de su compañera de cama mientras la elegante mano femenina coqueteaba con los duros músculos de su torso; la dirección que tomó los dedos era una promesa de placer oscura y erótica. Entonces, la caricia se hizo más fuerte y firme, y él recompensó la habilidad de la mujer con un ronco gruñido de deseo. El intenso y constante golpeteo comenzó un sonar de nuevo en la pesada puerta de roble.

—¡Basta! —Lee abandonó la cama de su amante, dispuesto a enfrentarse con quien fuera para que los dejen en paz durante el resto de la mañana Apenas terminé de abrocharse la bata de seda, abrió bruscamente la puerta con una florida maldición. En el umbral aguardaba su hermano gemelo, impecablemente vestido y arreglado, como si fuera normal ir a buscarlo a casa de su amante al romper el alba Detrás de Jiwoong Lee había un lacayo.

—Milord, he intentado detenerlo... —farfullaba el hombre sin cesar antes de que Minho interrumpiera sus palabras con una mirada gélida.

—Déjenos solos.

Jiwoong descubrió cómo el lacayo se escabullía, y arqueó una ceja con desviación.

—Había olvidado lo encantador que resulta por las mañanas, Minho.

—En nombre de Dios, ¿qué te trae aquí a estas horas?

—Pasó antes por Ralston House —se excusó Jiwoong—. Al ver que no estabas allí, por supuesto que este sería el lugar donde me resultaría más fácil de encontrarte. —Apartó la mirada de su gemelo y la clavó en la mujer que se habia sentado en el centro de la enorme cama. Jiwoong la saludó con un gesto de cabeza y una amplia e indolente sonrisa—. Nastasia, mis disculpas por la interrupción.

La belleza griega se estiró, sensual y provocativamente, como una gata en celo, permitiendo que la sábana que sostenía contra su cuerpo con falsa modestia se deslizara ligeramente, dejando al descubierto un delicioso pecho.

—Lord Jiwoong —intentó engatusarlo con una provocativa sonrisa—, le aseguro que no me importa en lo más mínimo. Quizá le gustaría unirse a nosotros —hizo una sugerente pausa—, para desayunar. Jiwoong sonrió apreciativamente.

—Una oferta tentadora.

—Jiwoong, si tan necesitado estás de una mujer —le azuzó Minho, ignorando el intercambio entre su hermano y su amante—, estoy seguro de que podemos haberte encontrado una sin necesidad de que perturbaras mi Descanso.

Jiwoong se apoyó en el marco de la puerta, clavando la mirada en Nastasia durante un buen rato antes de devolver la atención a Minho.

—¿Tu descanso, hermano?

Minho se apartó de la puerta en dirección al palanganero en la esquina de la estancia, donde se inclinó para lavarse la cara.

—Te estás divirtiendo, ¿verdad?

Reglas que romper - MinsungDonde viven las historias. Descúbrelo ahora