Capitulo 20

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Minho se dirigió directamente a Brook's, lo que fue un error. Como si no hubiera sido suficiente con que Jisung lo hubiera rechazado, haciéndole sentirse de paso como un auténtico imbécil, el bienestar que encontraba en su club también se había arruinado por completo. En solo doce horas, aquel lugar que había sido diseñado específicamente para que los hombres encontraran paz y comodidad lejos del mundanal ruido, se había convertido en un recordatorio en caoba y mármol de Han Jisung.

De pie en el gran vestíbulo, donde solo se oían murmullos masculinos, lo único en lo que podía pensar era en él. En Jisung traje con ropa de caballero y caminando sigilosamente por los oscuros pasillos del club; en Jisung curioseando a través de las puertas abiertas para empaparse del ambiente de su primera —y esperaba que única — visita a un club de caballeros; en Jisung sonriéndole por encima de las cartas; en Jisung desnudo, con su suave y preciosa piel resplandeciente por el calor de la pasión.

Lanzó una mirada al largo y sombrío corredor que Jisung y él habían recorrido la noche anterior y se vio tentado por el cruel deseo de regresar a aquella salita donde habían pasado la velada. Durante un fugaz momento, consideró pedir que le sirvieran café allí para torturarse a placer con los recuerdos de la noche anterior y revivir las numerosas maneras en que había metido la pata. Sin embargo, decidió no hacerlo para conservar la cordura. Lo cierto es que todavía no podía creerse que él lo hubiera rechazado.

Después de todo, un marqués joven, rico y atractivo no le preguntaba todos los días a un joven si quería casarse con él. Supuso que aún sería menos frecuente que dicho marqués fuera rechazado. ¿Cuánto tiempo se había pasado él evitando a matronas y debutantes desesperados, que competían entre sí para obtener la posición de marqués de Minho? Y ahora, cuando por fin estaba dispuesto a que alguien ocupara dicho puesto, el chico al que se lo ofrecía no lo quería.

Pero si Jisung pensaba realmente que podía rechazarlo y olvidarse de él, estaba muy equivocadp. Frustrado, se quitó la capa y se la lanzó al lacayo más cercano, no sin antes percibir el olor del joven en la tela; una combinación de almendras, lavanda y... el propio Jisung. Aquel pensamiento le hizo fruncir el ceño y observó, con no poco placer, la manera en que el lacayo se apuró a alejarse para no ser el receptor de su pésimo humor. Aquella emoción fugaz fue reemplazada con rapidez por una nueva llamarada de indignación. ¿Qué demonios le pasaba a Jisung? No se podía creer el motivo que le había dado. Sin duda, él no podía pensar de verdad que eran incompatibles. Puede que fuera virgen, pero, incluso en su inocencia, Jisung tenía que saber que su noche de pasión —y todos los prolegómenos anteriores— no eran precisamente lo habitual. Desde luego, su matrimonio funcionaría maravillosamente en el dormitorio. Y, por si la pasión que ardía entre ellos no fuera suficiente, su inteligencia, humor y madurez eran más que estimulantes para él. Además, era precioso. Suave en todos los lugares en los que debía. Se permitió recrearse en sus pensamientos... un hombre podía perderse durante años en aquellas lujuriosas curvas. Sí, lordy Jisung sería un excelente marques. Solo faltaba que él se diera cuenta.

Se pasó la mano por el pelo. Cuando se casarán, Jisung tendría un título, riqueza, tierras y a uno de los solteros más codiciados de toda Inglaterra. ¿Qué más quería aquel chico? Un matrimonio por amor. El pensamiento irrumpió con fuerza en su mente. Hacía tiempo, Jisung le había confesado que creía en los matrimonios por amor; entonces él se había burlado de él y le había demostrado que la atracción física era igual de poderosa que ese amor en el que tenía tanta fe. Pero era imposible que lo hubiera rechazado porque esperara amor. Negó con la cabeza, frustrado ante la idea de que Jisung estuviera dispuesto a arriesgar su reputación y su futuro rechazándole a causa de una absurda fantasía infantil a la que no quería renunciar. La sola idea ya era descabellada. No pensaba perder el tiempo pensando en ello.

Reglas que romper - MinsungDonde viven las historias. Descúbrelo ahora