Jisung se secó las lágrimas bruscamente, acurrucado en el asiento de la ventana de su dormitorio, mientras rememoraba los acontecimientos de la noche. ¿Cómo saldría adelante sin él? Y, al mismo tiempo, ¿cómo podría soportar la certeza de que cada minuto de su tiempo juntos había significado tan poco para él? ¿Que solo había estado con él para ganar una apuesta y presentar a su hermana en sociedad? No era posible. Cada parte de su ser rechazaba la idea de que él lo hubiera utilizado tan insensiblemente.
Pero él no lo había negado. ¿Y por qué, a pesar de todo, él no lo creía? El marqués de Ralston — aquel granuja empedernido— no se pensaría dos veces utilizarlo para su provecho personal. ¿No era eso lo que había hecho al principio? Había comprado con besos su ayuda con Giselle. ¿Por qué debería haber cambiado? Pero Jisung lo había creído a pies juntillas, se convenció de que décadas de desdén como única emoción se habían convertido en un recuerdo de su pasado. De que él podría amarlo lo suficiente como para demostrarle que el mundo no era como él pensaba. De que lo convertiría en el hombre con el que llevaba tanto tiempo soñando. Eso era, quizá, lo más duro de todo.
Aquel Minho, el hombre que había llenado sus sueños durante diez años, no era real. Nunca había sido el fuerte y silencioso Luises ni el distante Darcy; nunca el poderoso y apasionado Anthony. Solo se trataba del arrogante, real e imperfecto Minho. Y además, jamás había fingido ser diferente. Nunca lo había agasajado con falsas declaraciones de amor ni le había hecho creer que era distinto a como era. E incluso lo había confesado; lo necesitaba por el bien de Giselle. El bien de Giselle y, al parecer, dos mil libras. ¡Y eso que no necesitaba el dinero! Aquello empeoraba todavía más las cosas.
Inclinó la cabeza cuando otra oleada de lágrimas lo cubrió como un sudario de tristeza. Oh, Jisung, ¿cómo has sido tan idiota? Incluso aunque había llegado a conocer al Minho real —que no era precisamente un príncipe azul— Jisung no se había dado cuenta de la verdad. Y, en lugar de proteger su propio corazón, se había enamorado de él. Pero no del Minho imaginario, sino de ése nuevo y lleno de defectos. Sin embargo, mientras se empeñaba en cambiarlo, aquella noche había quedado claro que la más poderosa metamorfosis no se había producido en él. Sino en Jisung. A causa de él.
Clavó los ojos en la arrugada y manchada lista que llevaba en la mano; la lista que él había escrito y que, de alguna manera, se había convertido en la lista de los dos. Sintió una fuerte opresión en el corazón al darse cuenta de que Minho era una parte integral de ese Jisung nuevo: atrevido y aventurero; de que era él quien lo había guiado en cada uno de los puntos allí detallados. Había cambiado para siempre gracias a él.
¿Cómo sobreviviría a ese pesar? ¿Cómo se olvidaría de que estaba tan enamorado de él? No lo sabía. Sabía, sin embargo, que no podría continuar ni un minuto más en aquel dormitorio. Saltó del asiento y cruzó la habitación lleno de determinación. Abrió la puerta y atravesó la casa, en silencio, hasta llegar al estudio de Christopher. Iba a hacer todo lo que estuviera en su mano para emborracharse. Los hombres parecían echar mano a ese recurso cuando atravesaban un mal momento, ¿qué impedía que él hiciera lo mismo? Entró en la estancia y se detuvo, sorprendido, al encontrar a su hermano sentado detrás del enorme escritorio, con la mirada perdida en la distancia. Él se giró hacia él al oírlo y Jisung vio la sombra que cubrió sus rasgos.
—Jisung. Son las cuatro de la madrugada. —Hubo algo en la manera en que dijo su nombre que provocó que se le volvieran a llenar los ojos de lágrimas.
—Siento la interrupción —se excusó el joven antes de darse la vuelta para marcharse.
—No. —Él agitó la mano en su dirección, haciéndole señas para que entrara—. Quédate. Jisung lo hizo. Cerró la puerta suavemente y se acercó al escritorio para sentarse en un confortable sillón frente a él. Subió los pies desnudos al asiento y los acomodó bajo las piernas.
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Reglas que romper - Minsung
Fanfiction"Nueve reglas que romper para conquistar a un granuja" 1. Besar a alguien... apasionadamente. 2. Fumar puros y beber whisky. 3. Montar a horcajadas. 4. Practicar esgrima. 5. Asistir a un duelo. 6. Disparar una pistola. 7. Jugar a las cartas (en un c...