Capitulo 3

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Jisung se quedó mirando el carruaje de alquiler que se alejaba por laoscura calle, dejándolo completamente solo. Emitió un pequeño suspiro de consternación cuando el golpeteo de las pezuñas de los caballos se desvaneció en la distancia y fue eliminado por el de su corazon y el del latido de la sangre en sus oidos. debería haber empezó por el whisky. Y, además, no debería haber tomado tanto jerez. Si hubiera bebido con moderación, no se encontraría allí en ese momento, solo, frente a la casa de uno de los libertinos más famosos de Londres, en mitad de la noche. ¿En qué había estado pensando? Evidentemente, no había pensado... en nada.

Durante un fugaz momento, se planteó adentrarse en la calle y subirse alsiguiente vehículo de alquiler que pasará, pero justo detrás de ese pensamiento llegó la certeza de que su reputación quedaría arruinada por completo si le descubrían.

—Pienso cortarle la cabeza a Christopher por esto —masculló para símismo al tiempo que tiraba de la capucha de su capa para cubrirse mejor la cara—. Y también a Jeongin. —Por supuesto, ni Christopher ni Jeongin le habían forzado a arriesgar de esa manera su seguridad y su buena reputación Se había metido en ese lío él solito. Respiró hondo y aceptó la verdad... Aquel desastre había sido idea suya. Su reputación estaba a punto de perderse para siempre y la única probabilidad de salir indemne de esa situacion era conseguir entrar en Ralston House. Dio un respingo solo de pensarlo.

Ralston House. ¡Ay, Dios bendito! ¿Qué había hecho?

Tenía que entrar. No quedaba otra alternativa. Desde luego, quedarse en la calle durante el resto de la noche no era una opción. Una vez dentro, le suplicaría al mayordomo que le consiguiera un carruaje de alquiler y podría estar en su casa en menos de una hora. Seguramente se sentiría obligado a protegerlo, después de todo era un jovencito. Incluso aunque su comportamiento de esa noche no fuera un fiel reflejo de ello.

¿Y si era el propio Minho quien abría la puerta?

Jisung negó con la cabeza ante aquel pensamiento. Para empezar, los marqueses no se dedican a abrir la puerta de la calle y, para seguir, las probabilidades de que él estuviera en su casa a esas horas eran escasas o nulas; lo más seguro era que estuviera con una amante. Una imagen atravesó su mente como un relámpago, desempolvando un viejo recuerdo de una década atrás, cuando había presenciado cómo abrazaba con ardor a una mujer impresionantemente hermosa.

Sí. Jisung había cometido un horrible error. Tenía que escapar de allí tan  rápido como fuera posible. Irguió los hombros y se acercó a la imponente entrada de Ralston House. Apenas había dejado caer la aldaba cuando se abrió la enorme puerta de roble y apareció en el umbral un anciano mayordomo que no se sorprendió en absoluto al hallar a un joven ante la puerta de su amo. Se desplazó a un lado y lo dejó entrar antes de cerrar. Jisung se encontró en el cálido y acogedor vestíbulo de la señorial residencia londinense del marqués de Ralston. Instintivamente, El joven comenzó a retirarse la capucha de la cara pero, al pensar en los acontecimientos que ocurrirían a continuación, se dio cuenta de que sería mejor que no le reconocieran, y contuvo el impulso.

—Gracias, buen hombre —dijo, mirando al criado.

—De nada, milordy. —El mayordomo hizo una pequeña reverencia y se dirigió, arrastrando los pies, hacia la ancha escalinata que conducía al piso superior—. ¿Me acompaña?

¿Qué le acompañara? ¿Adónde? Jisung se recobró con rapidez de la sorpresa.

—¡Oh, no! Quiero decir que... —Se interrumpió sin saber cómo terminar la frase.

Él se detuvo al pie de las escaleras.

—Claro que no, milordy. No se preocupe. Solo lo voy a acompañar a su destino.

Reglas que romper - MinsungDonde viven las historias. Descúbrelo ahora