—Anne, tienes que ayudarme —le pidió Jisung a la doncella en tono de súplica mientras esta, indignada, le desenredaba los cabellos que había peinado tan cuidadosamente antes del baile de compromiso.
—No tengo que hacer nada de eso —replicó la anciana—. ¿No te das cuenta de que, si llegan a descubrirlo, perderé mi empleo?
—Jamás dejaría que ocurriera eso —aseguró Jisung—. Pero ¡sin tu ayuda no conseguiré nada! Anne buscó los ojos de Jisung en el espejo.
—Bueno, pues deberías considerar esas dificultades como una señal, Jisung. Si te descubrieran... ¡Piensa en tu reputación!
—¡No me descubrirán! —Jisung se giró para enfrentarse a Anne —. Para empezar, todos están tan concentrados en el baile que nadie se dará cuenta de que me he ido. Si me ayudas a conseguir un disfraz, las posibilidades de ser atrapado serán prácticamente nulas. Solo una noche, Anne. Regresaré pronto y nadie lo sabrá. —Jisung hizo una pausa, juntó las manos y añadió—: Por favor, por favor... Yo también me merezco una velada excitante, ¿verdad? La mujer se quedó callada mientras consideraba la súplica de Jisung, luego emitió un largo suspiro.
—Esa lista acabará por matarnos a las dos de un disgusto. Jisung esbozó una amplia sonrisa. Había ganado.
—¡Excelente! ¡Oh, Anne, gracias!
—Tendrás que darme mucho más que las gracias cuando el conde pida mi cabeza.
—De acuerdo. —Jisung no pudo borrar la sonrisa cuando le dio la espalda a la doncella para que pudiera acceder a los botones de la espalda. Mientras comenzaba a desabrocharlos, Anne negó una y otra vez con la cabeza, sin dejar de mascullar para sí misma.
—A una taberna... A altas horas de la noche... ¡Y voy a ayudarte! Creo que me he vuelto loca.
—Tonterías —aseguró Jisung con vehemencia—. Solo eres una buena amiga. Una amiga tan buena que debería tener el domingo, el lunes y el martes libres. La criada emitió un evasivo gruñido ante aquel evidente soborno.
—¿Has estado alguna vez en una taberna?
—Claro que no —dijo Jisung—. Jamás he tenido la oportunidad.
—Pues deberías pensar que existe una razón para ello —replicó Anne con sequedad.
—¿Tú sí has estado en una taberna? La criada asintió con la cabeza, bruscamente.
—Me he visto obligada un par de veces. Solo espero que el marqués de Ralston te haya recomendado una con clientela respetable. No me gusta nada que esté tan dispuesto a ayudarte a manchar tu reputación, Jisung.
—No le eches la culpa a Minho, Anne. Tengo la certeza de que no me habría recomendado El Perro y la Paloma si hubiera pensado que sería yo quien iba a ir allí. Anne soltó un bufido de incredulidad.
—Entonces ese hombre no es muy listo, Jisung, porque no se necesita demasiado cerebro para notar cuándo mientes. Jisung la ignoró.
—Sea como sea, estoy a punto de tener otra aventura, ¿no crees? ¿Crees que podré ver a un tabernero de mejillas coloradas al que le falten un par de dientes? ¿O quizá a una atractiva moza de taberna trabajando para mantener a sus hijos? ¿Tal vez encuentre a un grupo de jóvenes ambiciosos que acuden a beber cerveza para olvidarse de los problemas tras un día de fatigas?
—Lo único que creo que habrá en esa taberna es un chico demasiado romántico al que no le quedará más remedio que enfrentarse a la realidad —aseveró la doncella en tono seco.
—Oh, Anne. ¿Dónde está tu espíritu aventurero?
—Creo que tú tienes de sobra por los dos. —Como Jisung la ignoró, añadió—: ¿Me prometes una cosa?
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Reglas que romper - Minsung
Fanfiction"Nueve reglas que romper para conquistar a un granuja" 1. Besar a alguien... apasionadamente. 2. Fumar puros y beber whisky. 3. Montar a horcajadas. 4. Practicar esgrima. 5. Asistir a un duelo. 6. Disparar una pistola. 7. Jugar a las cartas (en un c...