Capitulo 13

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 Jisung respiró hondo para armarse de valor cuando el carruaje frenó delante del club deportivo de Christopher. Tras esperar un buen rato a que el conductor le abriera la puerta para ayudarlo a bajar, se dio cuenta de que el hombre no actuaría de esa manera, ya que pensaba que él era un caballero.

Saltó del vehículo y pisó la acera con la cabeza gacha, por miedo a que lo reconocieran. Miró a su alrededor y observó a los caballeros que había en la calle. Reconoció al conde de Sunderland; caminaba hacia él. Giró la cara y cerró los ojos, seguro de que lo descubriría.

Cuando pasó de largo sin prestarle atención, Jisung soltó el aire que ni siquiera sabía que retenía. Se acercó a la puerta del club acordándose de mover el bastón como si fuera una extensión de su brazo en vez de una cosa difícil de llevar. La puerta se abrió y apareció un lacayo que se apartó hacia un lado con expresión de desinterés. ¡El disfraz funcionaba! Accedió al vestíbulo mientras rezaba para sus adentros, dando las gracias porque solo estuviera allí un encargado, que se acercó a él con rapidez.

—¿Señor? ¿Puedo ayudarle? Ahora venía la parte más difícil. Jisung se aclaró la garganta y utilizó aquella voz ronca que había practicado con Anne.

—En efecto. —Ya no había vuelta atrás—. Soy sir Marcus Breton, de Borrowdale. Aunque luego me trasladé a Cambridge. Soy nuevo en la ciudad y me gustaría apuntarme a un club deportivo.

—Muy bien, sir. —El encargado pareció esperar que continuara. —Me gusta mucho practicar esgrima —farfulló al no estar seguro de sí debía decirlo o no.

—Estamos orgullosos de ser el club que más facilidades ofrece para la práctica de ese deporte, sir.

—Eso me han dicho mis amigos. —La mirada del encargado brilló de curiosidad, y Jisung se dio cuenta de que ahora no podía parar—. Como Allendale... Invocar el nombre de Christopher abría las puertas. El encargado inclinó la cabeza con elegancia antes de añadir:

—Por supuesto, recibimos con los brazos abiertos a cualquier amigo del conde. ¿Le gustaría visitar una de las salas de entrenamiento y probar nuestras instalaciones? Gracias a Dios. Jisung se abalanzó sobre la oferta.

—Me encantaría. El encargado hizo una pequeña reverencia y, con un ademán, lo guió a través de una puerta de caoba hacia un pasillo largo y estrecho con salas numeradas a ambos lados. —Son salas de entrenamiento —le indicó el encargado antes de doblar una esquina y señalar una puerta más grande—. Ahí se encuentra el local social. Una vez que se ponga el uniforme de esgrima, puede esperar en él a que llegue otro miembro del club para practicar. Jisung agrandó los ojos al pensar en entrar en una sala llena de hombres, muchos de los cuales podrían reconocerlo. Conteniendo la alarma que lo invadía, intentó responder con calma.

—¿Y si deseo practicar solo? ¿Hay alguna sala donde disponga de un saco de arena para entrenar?

—En efecto, sir —le informó el encargado, lanzándole una mirada inquisitiva—. Puede usar la sala número dieciséis. En cuanto haya completado el entrenamiento en solitario según sea su costumbre, puede decidir si desea o no batirse contra alguien. Es suficiente con que tire del cordón que hay junto a la puerta; nos sentiremos encantados de encontrar a otro caballero dispuesto a unirse a usted. Se detuvo ante otra fila de puertas y abrió una para mostrar una pequeña habitación privada. —Puede ponerse aquí el uniforme. —Señaló la pequeña bolsa que el sostenía en la mano—. Observo que no ha traído su propio florete; hay armas para realizar las prácticas en cada una de las salas. Ya sabía el que se olvidaba de algo.

—Gracias. Él inclinó la cabeza.

—Disfrute de la experiencia.

Jisung se apartó y esperó a que él se alejara para entrar en el vestuario y cerrar la puerta con firmeza. Entonces emitió un largo suspiro. Llegar hasta allí había sido casi tan satisfactorio como la actividad en sí. Con más confianza si cabe, Jisung comenzó a cambiarse de ropa.

Reglas que romper - MinsungDonde viven las historias. Descúbrelo ahora