Capitulo 9

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Varios días después, Jisung llegó a Ralston House un poco antes del mediodía, dispuesto a pasar la tarde de compras. Y si había algo que Jisung odiaba, era ir a la modista. Así que se había buscado refuerzos. Convenció a Jeongin para que lo acompañara, aprovechándose no solo del antinatural amor que su hermano sentía por las tiendas de Bond Street, sino de la curiosidad que sentía por el misterioso Minho.

—¡Jamás he estado en Ralston House! —susurró Jeongin lleno de excitación mientras se acercaban a la puerta.

—Es que no es algo que debieses haber hecho —señaló Jisung remilgadamente—. Hasta la llegada de la hermana de Minho, este no era un lugar seguro para los jóvenes solteros. Ni para los solterones, pero eso no te impidió visitar al marqués. Jisung ignoró la vocecita de su conciencia y comenzó a subir las escaleras hasta la puerta principal de la casa. Antes de alcanzar el último peldaño, la puerta se abrió de golpe, revelando a una ansiosa Giselle.

—¡Hola! —exclamó, jadeante de excitación. Detrás de ella estaba Jenkins, que parecía completamente consternado por el hecho de que la joven no hubiera esperado a que abriera la puerta un lacayo y anunciara la llegada de sus invitados. Abrió la boca y luego la cerró, como si no supiera cómo reprocharle su conducta.

Jisung contuvo una sonrisa, seguro de que el estoico mayordomo no apreciaría en absoluto el humor de la situación. Jeongin, sin embargo, observó la escena y estalló en carcajadas. Aplaudió con regocijo y, tras atravesar el umbral, tomó las manos de Giselle en las suyas.

—Usted debe de ser la señorita Giselle. Yo soy Jeongin, el hermano de Jisung —se presentó. Giselle ejecutó una pequeña reverencia —la única que podía sin usar las manos— antes de hablar.

—Lordy Jeongin, es un placer conocerlo —dijo. Jeongin meneó la cabeza con una amplia sonrisa.

—Será mejor que prescindamos del Lordy, llámeme Jeongin. ¿No tiene el presentimiento de que acabaremos siendo excelentes amigos? Giselle respondió a la sonrisa de Jeongin con una igual de brillante.

—Entonces debes llamarme Giselle, ¿no crees? Jisung sonrió ampliamente ante la imagen que presentaban, con las cabezas ya inclinadas como si fueran amigos de toda la vida. Detrás, Jenkins miró al techo. No tuvo ninguna duda de que el mayordomo estaba pidiendo que regresaran los días en los que en Ralston House no residía ninguna mujer. Se apiadó de él y miró a los chicos.

—¿Nos vamos? Apenas tardaron un momento en subirse al carruaje de la familia Allendale y ponerse en camino hacia Bond Street, donde tenían previsto pasar la mayor parte de la tarde. Por supuesto, llegar hasta allí fue bastante más fácil que desplazarse después entre la aglomeración de vehículos y compradores. Mientras el coche avanzaba lentamente, Giselle apretó la nariz contra el cristal para observar la animada actividad en la calle: el trasiego de aristócratas de una tienda a otra; los lacayos, cargando en los carruajes cajas y paquetes; los caballeros, que inclinaban los sombreros para saludar a las damas y jóvenes en los corrillos... No había nada como Bond Street a principio de temporada.

Jisung suponía que, con el paso de los meses, Giselle terminaría por encontrar tediosa la experiencia de ir de compras y, francamente, no podía culparla. Jeongin pareció detectar la ansiedad del otro joven e intentó tranquilizarlo.

—Comenzaremos, por supuesto, en madame Hebert —indicó, poniendo su mano sobre la de Giselle mientras se inclinaba hacia ella para añadir con un susurro excitado—: Es francesa y la mejor modista de Londres. Todo el mundo anhela sus creaciones, pero es muy exigente con su clientela. Con sus vestidos ¡serás la sensación de la temporada! Giselle miró a Jeongin con los ojos muy abiertos.

—Si, como dices, es tan exigente, ¿por qué va a aceptarme como cliente? No tengo título.

—¡Oh, estoy seguro de que te aceptará! Está diseñando mi ajuar, así que le resultará imposible rechazar a una amiga mía. Y por si eso no fuera suficiente —añadió con suficiencia—, Minho es un marqués más rico que Creso. No se atreverá a negarse.

Reglas que romper - MinsungDonde viven las historias. Descúbrelo ahora