Capitulo 32

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En el mundo, las cosas pasan por transiciones, o cambios, como lo quieran llamar, y no hay quien se salve de eso. Hay cambios para bien y para mal, pero uno no suele darse cuenta de eso en un principio. La mayoría creemos que seguimos siendo los mismos, cuando la verdad, somos personas algo distintas, con deseos y gustos diferentes a lo que solía ser.

Judo Chow Chow, quien tenía su cabeza por los cielos, es una de las mejores amigas que Bluey ha tenido, siendo está una de las personas, junto con Bingo, en conocer mejor a su amiga...

En su cabeza, el caos estaba al acecho, con miles de ideas y sueños que contrarrestaban con la realidad, y eso es porque la verdad se le es difícil aceptar.

"¿Por qué a mí?" Se preguntaba con frustración. "No de nuevo" más que un grito, era un pedido que se hacía a ella misma en un intento de poder evitar aquel pensamiento. Pero se le es inútil. Aquellos pensamientos no la dejaban en paz, querían asfixiarla en una ola de deseos que es imposible de cumplir.

"Agh, basta" pensó mientras arrugaba su bolso.

—Wow relájate Judo, el bolso no tiene la culpa. —Sus orejas se yergan al escuchar esa voz tan familiar que la había acompañado en la infancia.

La cola de la Chow Chow se agitó inconscientemente y, por un momento, esos pensamientos cesaron ante la presencia de aquel sujeto.

—Hola Lucky. —Saludo.

Judo se levantó de su asiento y recibió al labrador dorado con un pequeño abrazo, que, para Lucky, era más que acogedor.

—¿Que tal Judo? —Pregunto con la Chow Chow entre brazos.

—Todo, no muy bien... —Respondió Judo, mientras su cuerpo se relajaba al percibir el aroma de Lucky.

—Ya me lo imaginaba.

Deshicieron el abrazo y se dieron un momento para sentarse y admirar el bello paisaje del parque. Mismo parque que los acompaño en la infancia y permanece casi intacta después de varios años. Lucky casi puede ver a él y a su hermano jugando entre los columpios.

—¿Ya se lo has dicho? —Pregunto el dorado, observando a Judo por el rabillo del ojo, quien empezó a negar con la cabeza.

—Creo que es mejor no decírselo.

—¿Por qué lo dices?

Judo arqueo una ceja ante la pregunta.

—¿No es obvio? —Pregunto antes de volver a posar su mirada en los juegos. En su cabeza, el sonido chirriante de los columpios se agrandaba— Ya tiene pareja, además... —Su voz sonaba opaca y eso es porque no hubo día de ese año en el que se cuestionaba "¿Acaso es normal? ¿Eso no es normal?"— Es imposible que yo tenga oportunidad.

La mirada de Judo se apagó debido a las varias experiencias que ha vivido durante años, experiencias que terminaban en la misma conclusión, un corazón roto. Siempre que llegaba a recordar esos momentos, al que llamaba en esos tiempos "especiales", siente el dolor y las marcas que dejaron aquellas heridas cicatrizadas en su blando corazón.

—Sabes que tampoco es agradable mantener eso oculto. —Le susurro suavemente.

—¿Qué otras opciones me quedan?

—La verdad. —Respondió sin más.

Judo dudo por un par de segundos.

—No lo sé Lucky, no quiero que las cosas cambien.

Lucky sonrió ante sus palabras, le pareció algo gracioso ya que, todos alguna vez quisimos lo mismo. Los años de juventud de aquel labrador, se reprodujeron como una película que iba cambiado de tonos: unos más vivos que otros.

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