Cambios

Capitulo 41

 La noche es claramente oscura, con pocas luces que son chispas de claridad esforzándose por iluminar, pero siendo bastante inútiles por la densidad de la oscuridad.

Mis ojos me duelen, arden, y mi cara está hecho un desastre. Mi corazón se hunde ante las infernales llamas que me generan dolor junto con el puñal clavado en mi espalda por mi hermana.

La almohada está húmeda, tal y como una esponja absorbiendo el agua, y mis sollozos solo se ahogan en la profundidad de la tela.

Mi mente solo era una fábrica que creaba imágenes de mi hermana y mi novio besándose, acariciándose, y rebasando los límites de la intimidad misma.

—Pensé que yo era la única. —Dije con la voz quebrantada y apretando la almohada mientras la imagen del labrador solo me llenaba de ira.

—Lo eres para él. —Mis ojos se abren totalmente a la vez que me alejo de la almohada y la estrujó entre mis manos.

Intento decir algo, gritarle, pedirle que se largará, pero, siento que si lo hago voy perder el control

—Lo siento...

—¿Lo sientes? —Pregunté con los ojos puestos en ella— ¿Qué es lo que sientes? ¿Haberte metido con mi novio o que me haya enterado de su relación?

—Él y yo no somos nada. —Tuvo el descaro de responder.

—¡Deja de verme la cara! —exclamé saltando de la cama— ¡¿Cuánto tiempo llevan juntos?!

—¡No somos nada!

—¡Oh y la foto está de adorno supongo! ¡¿No?!

—¡Bluey no es...! —Pauso su voz solo para respirar y dejar escapar un largo suspiro— Me gusta Jean Luc y sabía que también te gustaba. —Aprieto mis brazos con fuerza al igual que los dientes— Pero eso no me detuvo para arrastrarlo a la cabina y dejarme llevar por la emoción.

—No me digas que... —Empecé a asfixiarme mientras la fábrica aceleraba la producción. En ese momento quise tomarla y empezar arrancarle el pelo, pero... Me detuve. Ella respingo ante mi reacción mientras yo devolvía mi mano a su lugar— Lárgate.

Se me es difícil contener la ira.

—No es lo que piensas. —volvió a decir.

—¡Lárgate!

—Solo lo besé, no paso nada más.

—¡Que te largues! —La heche del cuarto con un gran empujón, lo siguiente que escuché fue el cuerpo de mi hermana chocando contra el muro antes de cerrar, con seguro, la puerta.

—¡No fue culpa suya! —La escuché exclamar— ¡Fui yo quien intentó quitártelo! ¡Fui yo quien lo obligó hacerlo!

Me consterne en medio de la habitación.

—Lo siento... —Dijo una última vez antes de bajar por las escaleras.

Yo, por otro lado, no supe cómo reaccionar. Fue una noche en la que termine humillada por mi pasado y mi presente, con revelaciones que me avergonzaba y me dejaban sin aliento. La peor parte es que el chisme se propaga como un virus y es solo cuestión de tiempo para que las preguntas recaigan en mí y las malas lenguas hagan su trabajo.

Las dudas golpeaban fuertemente mi cabeza, como si buscará alguna razón o un indicio para convencerme de que Jean es inocente, pero como encontrarlo si tengo la evidencia clara.

Fue entonces que, sin previo aviso, su figura se presentó en mi ventana, o bueno, sobre el árbol que yacia al frente, como una especie de vigilante nocturno. Me urge los ojos solo para confirmar mis sospechas.