Capitulo 49

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Siento pesar en el cuerpo, tanto que apenas puedo caminar. Puedo escuchar claramente los soplidos del viento y siento más frío de lo normal. ¿Acaso ya no puedo sentir esa calidez que me brindaste en tiempos de ayer? No... Aquel derecho lo perdí al huir, como todo un cobarde... Qué vergüenza de mi parte.

Han pasado dos días desde aquello y todavía es notorio el dolor que dejaste al haber clavado, sin mal intención, aquel puñal en mi pecho. Duele, asfixia y pesa.

Los pasillos parecen ser eternos o quizás es mi caminar lo que los convierte así. En una agonía eterna.

Amigo. —Intuyo que es Lyam, quien quizás me ve con esa misma mirada como los demás: lástima— ¿Como estás?

Ni si quiera puedo responder, me pesa la boca y posiblemente el alma.

—Lamento mucho lo que pasó. —Dijo posando su mano sobre mi hombro, acción que yo rechazo con fastidio y continúo caminando por medio de los pasillos.

No importa donde esté, donde me esconda, donde corra ¡No puedo! Simplemente no puedo. Mi cabeza no deja de reproducir una y otra vez tu cara, sonriéndome cada que podías, solo para pasar a aquellas pupilas dilatadas a las que dejé atrás.

"Basta"

Todos me ven: desconocidos, conocidos, amigos y bullings, con esa misma cara.

"¡Basta!"

Y vuelve ella... Ana. Sus ojos son los mismos de los demás, unos profundamente tristes y con pena. Al mover sus labios, yo...

—¡BASTA! ¡DEJEN DE VERME ASÍ! —Empiezo arder— ¡NO HAY NADA QUE VER! ¡¿NO TIENEN MEJORES COSAS QUE HACER?! ¡¿EH?!

Para cuando volví a chocar mi mirada con la suya, ella se vio sorprendida, al igual que el resto. Sin más, sigo el único rumbo que se me fue escrito injustamente...

Es casi irreal el simple hecho de tenerla en brazos. Puedo saborear el dulzor de su aroma y sentir la calidez que desprende al tener su cuerpo junto al mío. Realmente extrañaba poder abrazarla y acariciar su pelo liso y bien cuidado.

—Jean... —Mi cuerpo se estremece al escuchar pronunciar mi nombre por esos labios carnosos.

—Si, Bluey...

—¿Piensas dejarme?

Sorprendido, respondo:

—No, para nada.

—Entonces... ¿Por qué aún no has vuelto?

Ella rompe el abrazo y me mira directamente. Sus ojos están opacos y desprende un aire gélido y deprimente.

—Es que... He estado ocupado.

—¿Con que...?

Permanezco en silencio por algunos segundos.

—No es algo con lo que debas preocuparte...

De pronto, me di cuenta de nuestro entorno, totalmente oscuro hace un segundo y al otro, volvíamos estar en el auto. Muevo la cabeza en todas las direcciones con una enorme confusión de por medio.

—Veo que fue un día muy ajetreado. —Escucho decir a alguien más a mis espaldas. Era Judo, quien estaba recostada sobre el asiento trasero.

—¿Seguro que todo está bien, cariño? —Preguntó Bluey que yace en el asiento piloto. Sus ojos volvieron a la normalidad.

Quise cuestionar lo que sucedía, pero...

—Si amour, todo está bien. —Dije involuntariamente— Como dijo la de atrás, fue un día ajetreado.

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